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Ver la Versión Completa : RICHARD M. EBELING-LOS MARXISTAS NO ESTÁN DEL LADO CORRECTO DE LA HISTORIA



Jorge Corrales Quesada
06/09/2017, 15:15
Este es el primero de una serie de dos partes del profesor Richard Ebeling, la cual exhibe una sencillez inusual en temas a veces arcanos como estos, además de ser una evidente e impactante crítica a Marx y al Marxismo. He dedicado las traducciones de ambas publicaciones a una siempre muy bien recordada amiga, Cecilia Valverde Barrenechea. Recomiendo con sumo aprecio la lectura de ambas partes. Lo he traducido en memoria de aquella notable liberal y pensadora costarricense, Cecilia Valverde Barrenechea. Q. D.D.G.


LOS MARXISTAS NO ESTÁN DEL “LADO CORRECTO DE LA HISTORIA”

Por Richard M. Ebeling
Foundation for Economic Education
Viernes 9 de junio del 2017

Una de las frases más comunes que uno escucha desde “la izquierda” es la afirmación de que alguien o alguna política pública están o no del “lado correcto de la historia.” Casi se ha convertido en mantra de aquellos quienes no están de acuerdo, odian o tienen temor a las ideas y políticas propuestas por aquellos caracterizados como siendo políticamente “de la derecha”.

La noción que está detrás, es que la “historia” se mueve en una dirección en particular, hacia algún conjunto de objetivos y formas de sociedad específicos, con cada paso en el proceso histórico representando una etapa “más alta” o “mejor”, que las precedentes en las cuales la “sociedad” había estado operando.

Eso también está capturado en el etiquetado popular de aquellos, de nuevo, de la izquierda política, como siendo “progresistas” en su visión y propuestas para la reforma y el cambio social. Por otra parte, a los oponentes se les declara como siendo “reaccionarios”, “conservadores”, o “negadores” de alguna faceta de la realidad. Bajo el último encabezado, estarían aquellos que niegan o cuestionan si el “cambio climático” es singular o primaria o significativamente causado por el hombre, o si los Estados Unidos es aún o se está haciendo una sociedad odiosamente más racista, misógina o generalmente anti “justicia social.”

Esta actitud y lenguaje ha sido exacerbado por la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, pero, por mucho tiempo, ha sido una concepción ideológica y lingüística de las divisiones políticas de los Estados Unidos y de otros lugares en el mundo. Como sucede con muchas cosas de la izquierda política, viene desde el siglo XIX y del “socialismo científico” de Karl Marx (1818-1863).

Muchos de los socialistas que precedieron o eran contemporáneos de Marx, creían que la humanidad podía ser transformada por medio de la razón, la fuerza de voluntad y el cambio institucional consciente, en un nuevo y mejor arreglo socialista de la asociación humana. Marx rechazó a esta gente, etiquetándolas de “socialistas utópicos.” Eran “utópicos”; esto es, creyentes en fantasías irreales, no debido a que ellos querían un futuro para la humanidad que fuera brillante y bello, sino porque pensaron que estaba en la capacidad de los seres humanos, “llevarlo’ a su existencia.

HEGEL Y LA DIALÉCTICA DE LA PERFECCIÓN HUMANA

Marx había absorbido la filosofía historicista de Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) en los años recién muerto este último, al estudiar por un extenso período en la Universidad de Berlín. Hegel había declarado que la historia humana seguía una trayectoria de mejoría y purificación.

Hegel creía que toda la historia era guiada por un propósito, un designio por el cual todo lo que había sucedido a través de los tiempos, eran eslabones esenciales en la cadena del logro histórico de ese propósito. El objetivo final era la “libertad”, definida como lo puro, lo perfecto, lo “Bueno”, como una Idea y un Ideal. Toda la historia eran pasos -los pasos lógicos- hacia la perfección de la Idea Pura de la “Mente Perfecta”, del “Espíritu del Mundo,” de “lo Bueno.”

El proceso de esta evolución sucedía a través de la “dialéctica.” La aplicación particular de Hegel era la afirmación de que esa verdad se lograba mediante el conflicto de los opuestos.

Así, surgió la noción de tesis, antítesis y síntesis. “Dialéctico” viene del griego -que significa debatir o discutir- la idea de que es a través del conflicto de posiciones y de puntos de vista, cómo se llega a la verdad.

Una tesis afirma una posición o proposición; la antítesis, la deniega o la “niega”; la síntesis abraza lo que es cierto en ambas y lleva el proceso a un paso más cercano hacia la realidad de la perfección de la idea. Pero, entonces, la síntesis resultante es examinada y encontrada que contiene defectos; así, emerge una nueva antítesis opuesta a aquella, creando las condiciones para una nueva síntesis; y el proceso empieza de nuevo. Ello continúa hasta que se logra la idea “Pura” o “Perfecta” o “verdad” y la historia, como la historia de la Perfección de la Idea Pura, se alcanza.

Existen tres “Leyes Fundamentales en la Dialéctica de Hegel:

La Ley de la Transformación. Los cambios ocurren incrementalmente, hasta que, al fin, se llega a un punto cuando la mutación varía de cambios cuantitativos a una transformación cualitativa. Por lo tanto, ocurre un “salto” o una “revolución” en las ideas.

La Ley de la Unidad de los Opuestos. Una idea o posición implica su opuesto. Es decir, cada “positivo” implica y requiere de su reflexión “negativa” para su plena existencia. Así, cada uno requiere del otro y, por tanto, los opuestos están conectados en una unidad.

La Ley de la Negación de la Negación. Esto implica que la tesis, la antítesis y la síntesis son etapas de un desarrollo histórico. La síntesis de una tesis y de una antítesis, ambas previas, es “negada” o rechazada por una nueva antítesis. Esto continúa hasta que la síntesis final representa la perfección, ante la cual ninguna nueva antítesis puede ser imaginada o construida.

De esta forma, el conflicto histórico de ideas inescapablemente interconectadas pasa a través de etapas progresivas de perfección, hasta que el proceso histórico llega a su fin. La “historia” termina al evolucionar las ideas hasta la Perfección Pura.

MARX Y LA DIALÉCTICA DE LOS MEDIOS MATERIALES DE PRODUCCIÓN

Marx y su amigo y colaborador por mucho tiempo, Friedrich Engels (1820-1895), aceptaron sin reserva la formulación de Hegel del proceso dialéctico. Lo que ellos rechazaron fue que era un proceso dialéctico de las ideas. En vez de que las ideas determinaran las acciones, creencias y formas de vida, ellos arguyeron que eran las formas de producción y las condiciones materiales de vida, las que determinan las ideas, creencias y pensamientos.

Tal como lo expresaron Marx y Engels en La Ideología Alemana (1846):

“Lo que [los individuos] son... coincide con su producción, tanto con lo que ellos producen, como con la forma cómo las producen. Así, la naturaleza de los individuos depende de las condiciones materiales de su producción...
La producción de ideas, de conceptos, de la consciencia, está... directamente entrelazada con la actividad material y el intercambio material de los hombres...”

Las formas productivas de la materia determinan las imágenes y los conceptos en la mente humana. Toda la historia, el orden social, las fuerzas culturales, las formas institucionales de la economía, son cosas que emergen, toman forma y son transformadas, una y otra vez, por medio de la evolución de los medios materiales de producción.

Todo lo demás es una ilusión, una parte de la “superestructura” de la sociedad en algún momento de la historia, con la intención de facilitar los potenciales transformadores productivos y tecnológicos de los medios físicos de producción, que están en esa trayectoria que conducirá al socialismo y al comunismo, separados e independientes de los deseos y voluntades de los seres humanos ordinarios atrapados en la corriente de la dialéctica de la historia humana.

Dijo Marx en su Prefacio a la Crítica de la Economía Política (1859), en lo que a menudo se considera como la afirmación más concisa (si bien no necesariamente la más clara) de su filosofía del desarrollo histórico humano:

“En la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.

El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social.

El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.

Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí.

De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica se transforma, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella...

Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua...

A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo.

Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana.”

LA CONCEPCIÓN DE MARX DE LA “LUCHA DE CLASES”

Esto nos lleva ahora a la teoría de Marx del cambio histórico a través del cual las “leyes de la historia” conducen a la sociedad desde el capitalismo al socialismo. En el Manifiesto Comunista (1848), Marx y Engels declaran que “toda la historia de la sociedad... es una historia de luchas de clases.” ¿Cómo y por qué emergen los conflictos de “clases sociales” y asumen los papelas antagónicos que Marx y Engels alegan?

Una explicación clara está dada en su trabajo La Ideología Alemana (1846). Las clases sociales emergen dentro y fuera del desarrollo de los modos de producción. Cuando los hombres vivían en primitivas bandas pequeñas, comunitarias, la producción era simple, compartida e indivisa entre las tareas rudimentarias de supervivencia. Las distinciones de clases emergieron con el desarrollo de la división del trabajo. Surgió una separación de la industria desde la agricultura, del “pueblo” desde “el campo,” y “una lucha de intereses entre ellos.”

La división del trabajo significó la división de la propiedad y la división de la propiedad sobre los medios de producción, insistió Marx, significa la división de la sociedad entre “clases” sociales antagónicas. Desde el punto de vista de Marx, la sociedad ha pasado por una serie de formas organizativas: la propiedad tribal; la esclavitud; el feudalismo y el capitalismo.

El capitalismo será reemplazado por el socialismo y el socialismo será la etapa transitoria hacia el comunismo (la etapa final de desarrollo social humano).

El elemento crucial del pensamiento de Marx acerca del desarrollo social es que las capacidades tecnológicas de los medios físicos de producción contienen dentro de ellos un conjunto requerido de relaciones entre ellos mismos y la fuerza de trabajo, para que ellos puedan lograr su pleno potencial productivo. En otras palabras, las relaciones sociales y económicas para que estos medios físicos de producción sean usados a su plena eficiencia productiva óptima, están determinadas por la tecnología en existencia.

En La Miseria de la Filosofía (1847), Marx declaró: “Las relaciones sociales están íntimamente vinculadas con las fuerzas productivas. Al adquirir nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian de modo de producción, y al cambiar el modo de producción, la manera de ganarse la vida, cambian todas sus relaciones sociales. El molino movido a brazo nos da la sociedad de los señores feudales; el molino de vapor, la sociedad de los capitalistas industriales.”

En cada período histórico, las relaciones sociales evolucionan y se conforman en aquellas necesarias para que los medios productivos sean usados en su total potencial. Pero, oponiéndose a estos medios productivos emergen nuevos y tecnológicamente más productivos métodos de producción.

Estas nuevas formas de producción son absorbidas dentro de las relaciones de propiedad y clases existentes, pero, con el paso del tiempo, se encuentra que son incompatibles con esas nuevas formas de producción, si es que, a su vez, han de ser utilizadas a su pleno potencial.
Finalmente surge una crisis que resulta en el derrocamiento de las relaciones existentes de producción y de propiedad; con las nuevas relaciones sociales siendo aquellas consistentes con el desarrollo de las nuevas formas de producción.

El ciclo se repite a sí mismo: La Tesis (las formas de producción existentes con sus relaciones de propiedad y de clase que les acompañan); confrontada por la Antítesis (nuevas formas de producción inconsistentes con la propiedad y relaciones de clase existentes); la Revolución Social, que conduce a una nueva Síntesis (un nuevo conjunto de relaciones de propiedad y de clase consistentes con las nuevas y superiores formas de producción).

“LA HISTORIA” LLEVA A LA HUMANIDAD DEL CAPITALISMO AL SOCIALISMO

Independientemente del análisis histórico que se construye con base en el materialismo dialéctico de Marx, la importancia primordial de la teoría, para el propio Marx, es para analizar su propia sociedad contemporánea capitalista. Por encima de todo, Marx se vio a sí mismo como el analista sociológico y económico de la época capitalista durante la cual él estaba viviendo.

Por una parte, Marx veía al capitalismo como la máquina milagrosa del progreso, la productividad y la mejoría. Tal como él y Engels lo declararon en El Manifiesto Comunista (1848):

“La burguesía, desde su advenimiento, apenas hace un siglo, ha creado fuerzas productivas más variadas y colosales que todas las generaciones pasadas tomadas en conjunto.

La subyugación de las fuerzas naturales al hombre, las máquinas, la aplicación de la química a la industria y a la agricultura, la navegación a vapor, los ferrocarriles, los telégrafos eléctricos, la roturación de continentes enteros, la canalización de los ríos, las poblaciones surgiendo de la tierra como por encanto, ¿qué siglo anterior había sospechado que semejantes fuerzas productivas durmieran en el seno del trabajo social?”

Pero, para Marx, el propio éxito del capitalismo, su brillantez en “desencadenar” los poderes del desarrollo de los medios de producción, fija la escena de su propia muerte. La explicación de Marx para esta defunción se basaba en las tres “Leyes” que él creía que resultarían en el final del capitalismo y el principio del socialismo.

LA “LEY DE LA ACUMULACIÓN CAPITALISTA”

Marx aseveró que la fuerza de la competencia del mercado conduciría a los capitalistas a incrementar su inversión en máquinas que ahorran empleo y en tecnologías que reducen los costos de producción, en comparación con sus rivales en el mercadeo de los productos terminados.

Pero, dado que la fuente de la utilidad capitalista, decía Marx, es la “plusvalía,” (la cantidad retenida por el patrono además y por encima de lo que él les paga a los trabajadores) entre más mano de obra se reemplace por el capital, menor es el fondo del cual se pueden obtener utilidades. De esta manera, la acumulación de capital ocasiona una declinación en la tasa de ganancia. Pero, una tasa de ganancia que desciende, actúa como incentivo para que los capitalistas inviertan en un capital que ahorre aún más en mano de obra y que genere una producción física mayor. Pero, sin embargo, una vez más, esto hace que descienda el fondo del excedente de producción (“valor”) del cual se derivan las ganancias; y el mismo ciclo empieza de nuevo.

LA “LEY DE LA CONCENTRACIÓN DEL CAPITAL”

Entre más fuerte sea la competencia bajo la presión de la inversión de capital, más son impulsados los capitalistas individuales contra la pared y expulsados de los negocios. Como resultado, la propiedad de los medios de producción cae, cada vez más, en un número menor de manos.

Aquellos que anteriormente eran “capitalistas”, son lanzados dentro de la “clase asalariada,” y así el número de “proletarios” (trabajadores sin propiedad) se expande. La sociedad está más y más dramáticamente dividida en dos “clases” claramente definidas: Una de un número cada vez menor de capitalistas de la “clase gobernante”, y un número creciente de miembros de la “clase trabajadora.”

La sociedad, con cada día que pasa, está más y más polarizada, haciendo crecientemente claro para todos que “unos pocos” poseen y tienen el “privilegio”, en tanto que los muchos trabajan duro y sufren mucho bajo esta “explotación.”

LA “LEY DE LA MISERIA CRECIENTE”

La sustitución de más capital por el trabajo lanza a más y más trabajadores hacia lo que Marx denominó el “ejército de reserva” de los desempleados, al existir menos fuentes de empleo para los trabajadores, cuando las máquinas hacen más del trabajo.

La presión hacia un “ejército” creciente de desempleados mantiene bajos a los salarios, porque, si un trabajador pide un salario más alto, existe una gran cantidad de desempleados que están listos para tomar su lugar, a lo que el patrono capitalista esté deseoso de pagarles.

También, Marx estaba convencido de que la producción masiva estaba disminuyendo las habilidades requeridas para cualquier trabajador. Por lo tanto, el valor de cualquier trabajador era reducido al nivel común más bajo de paga, dado que la “mano de obra” estaba siendo crecientemente reducida a un único tipo homogéneo de habilidad laboral. El estándar de vida de la clase trabajadora “proletaria” continuaría cayendo más y más, con la condición humana de la sociedad capitalista descendiendo más y más, para la gran masa de miembros de la sociedad.

LAS CRISIS ECONÓMICAS Y EL FINAL DEL CAPITALISMO

La inversión en capital expande la habilidad de producir cantidades cada vez mayores de bienes, pero los bajos salarios y un creciente desempleo (permanente) actúa como barrera para que los capitalistas hallen a todos los consumidores para quienes ellos producen.

Ahí emerge lo que Marx considera es la causa del “ciclo de los negocios”, debido al subconsumo, en comparación con la capacidad productiva del sistema capitalista. Esto intensifica la concentración de la propiedad, debido a que, durante la fase de depresión del ciclo de los negocios, los empresarios son sacados del mercado. Los capitalistas más fuertes los adquieren y las relaciones de clase aparentemente se dibujan con mayor claridad.

TRABAJADORES CON “UNA CONCIENCIA INCREMENTADA” Y LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA

Finalmente, la sociedad llega a un punto crítico, con los trabajadores teniendo pleno conocimiento de las “verdaderas” relaciones de clases en la sociedad. En la miseria y la desesperanza, los trabajadores derrocan a los capitalistas, por medio de la revolución violenta.

La tarea se ha facilitado porque el número de capitalistas por derrocar es una fracción relativamente pequeña de la población (debido a la concentración de la propiedad). Incluso algunos de la “burguesía” remanente, viendo lo que está pasando y de su propio destino de eventualmente convertirse por sí mismos en proletarios, debido a los efectos de la competencia capitalista, “dan el salto” hacia el lado de “trabajadores”, para derrocar al sistema capitalista.

En este punto, entra la revolución socialista. En términos puramente Hegelianos, una ruptura trasformadora surge con el derrocamiento institucional del sistema capitalista y con el amanecer del orden socialista de la sociedad humana, que finalmente conducirá al paraíso comunista post-escasez sobre la tierra.

Por lo tanto, estar del “lado equivocado de la historia” significa oponerse a las inescapables, irresistibles e irreversibles “leyes” del desarrollo social, que están allá afuera y son independientes de cualquier cosa que los simples mortales puedan desear o querer. Es intentar mantener a la humanidad en una etapa previa de injusticia social y desigualdad material para beneficio de unos pocos -el “uno por ciento”- quienes quieren mantener su sistema de explotación y abuso en contra de la masa de la humanidad.

Pero, ¿hay algo de cierto en esto? ¿Es la humanidad llevada en un viaje histórico de evolución social, por fuerzas que están fuera de ella y de los individuos que componen a la humanidad? ¿Es esta la manera y la forma como las sociedades capitalistas u orientadas al mercado, han proseguido durante los últimos doscientos años? Por tanto, ¿hay algún lado “correcto” o “equivocado” de la historia, en la forma en que aquellos en la “izquierda” parecen asumir y utilizar para derrotar a los oponentes, dándoles por la mera cabeza? Estas son las preguntas a la cuales me referiré en un ensayo que sigue a éste.

Richard M. Ebeling es el Profesor Distinguido BB&T de Ética y de Liderazgo de Libre Empresa en La Ciudadela en Charleston, Carolina del Sur. Fue presidente de la Fundación para la Educación Económica (FEE) del 2003 al 2008.