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Jorge Corrales Quesada
06/09/2017, 12:08
Con poca frecuencia, pero con regularidad, uno lee comentarios en Facebook que denuestan al capitalismo como inmoral. Por ello creo que, como respuesta y hasta explicación, vale la pena la lectura de mi traducción de este comentario de Richard M. Ebeling, que con gusto comparto.

EL CAPITALISMO ES EL CAMINO MORALMENTE EXITOSO

Por Richard M. Ebeling
Foundation for Economic Education
Martes 25 de abril del 2017
La educación universitaria en los Estados Unidos está envuelta en una campaña ideológica contra las tradiciones políticas y económicas de los Estados Unidos de libertad individual, mercados competitivos y un gobierno constitucionalmente limitado. En su lugar está la agenda “progresista” de la colectivista política de identidad, de la economía intervenida y del saqueo político.

Encuestas acerca de la orientación y el sesgo político en la academia estadounidense, han sugerido fuertemente que la gran mayoría de los profesores universitarios está “a la izquierda del centro.” Los conservadores y los liberales clásicos son relativamente pocos y contados en la mayoría de las instituciones de educación superior.

Pero, la peor cosa acerca de este fenómeno no es simplemente la marginalización de aquellos que son etiquetados como pertenecientes a la “derecha” política, sino a la intolerancia creciente en contra de cualquier punto de vista diferente del de la mayoría a la izquierda del centro. Como hemos visto en los medios de comunicación, esta intolerancia ha asumido la forma de ataques verbales e incluso físicos en algunas situaciones.

GUERRA CONTRA EL INDIVIDUALISMO Y EL CAPITALISMO

En algunas ciudades universitarias hay un dogmatismo “progresista” casi totalitario que, como su antecesor marxista, ve a todos los de la “derecha” política como agentes o apologetas de la explotación y de la opresión. Estos nuevos ideólogos creen que el individualismo, el capitalismo y una regla de la ley imparcial basada en la igualdad de derechos (y no de privilegios), son una cortina de humo para engañar a las masas a que acepten el abuso de empresarios y privilegiados.

Se sienten como que si fueran llamados para resistir y silenciar a estos “enemigos del pueblo” en todo lado y, especialmente, en la academia. Para eso, las universidades constituyen un “invernadero” para el cultivo de un nuevo colectivismo y el criadero de un adoctrinamiento generacional de los jóvenes. Cualquier semilla de individualismo y de capitalismo de libre mercado debe ser erradicada del vivero educativo que está fertilizando la “conciencia aumentada” de colectivismo social, racial y de género.

En este marco, la tarea del economista orientado hacia el liberalismo clásico es la de oponerse a esta dirección y tendencia peligrosa. No es igualando al dogma y la cerrazón de mente, sino a través del razonamiento, del argumento y de la persuasión. Es esencial que el economista amigo de la libertad muestre cómo y por qué la economía de mercado libre es la base de la libertad humana, del mejoramiento cultural y de la prosperidad material.

En mi visión, el punto inicial está en enfatizar que básicamente hay dos formas en que los seres humanos pueden interactuar y asociarse el uno con el otro: por medio de la amenaza o uso de la fuerza o por el acuerdo mutuo y el consentimiento voluntario.

TODO MUNDO DESEA SER LIBRE

Algunas veces empiezo una clase al principio del semestre, preguntándoles a los estudiantes, ¿quién de ustedes despertó esta mañana deseando tan sólo que, en algún momento del día, alguien los asesinara? ¿Y si, al final del día, estaba desilusionado de que eso no hubiera sucedido?

Nadie ha levantado alguna vez su mano.

Les pregunto, ¿cuál de ustedes empezó el día realmente deseando que alguien les robara o les defraudara durante alguna interacción social o de mercado? Y, de nuevo, si no hubiera sucedido eso, ¿terminaron el día en desaliento o frustración porque nadie les hubiera robado o engañado?

De nuevo, no hubo manos que se alzaran.

También les pregunto, ¿quién de ustedes en verdad empezó el día realmente creyendo que alguien les pondría una pistola apuntando a sus cabezas y diciéndoles que, a partir de hoy, iban a ser esclavos de esa persona, quien les ordenaría todo, diciéndoles que tienen que hacer, cómo hacerlo y cuándo, a cualquier cosa que el amo de esclavos ordenara, bajo pena de que, si desobedecían, se les ocasionaría un daño físico? Y, una vez más, ¿estaban tristes al final del día de que ello no hubiera sucedido?

Y, otra vez más, nadie alzó las manos.

Finalmente, pregunto si alguien en esta clase va a ser asesinado, robado, defraudado o esclavizado, ¿consideraran ustedes eso como algo correcto, bueno o justo? Nadie respondió que sí.

Opino que todos ellos preferirían tener vida, libertad y propiedad que son respetadas por otros, libres del uso de la fuerza o de su amenaza. Dan a entender que consideran que es bueno y justo que a cada uno de ellos se le deje administrar y dirigir sus propias vidas, a su manera, pacíficamente, sin ser molestados por otros en sociedad.

LA PREMISA DEL CAPITALISMO: DERECHOS INDIVIDUALES Y LIBERTAD

Luego, explico que el sistema económico que más cercanamente ofrece un derecho sobreentendido y la seguridad para que cada persona sea ese individuo libre, es la economía de mercado, el capitalismo.

Pregunto, ¿cuándo alguna de ellas entró en una ocasión a una zapatería, miró a su alrededor, tal vez se probó un par de zapatos y, cuando decidió irse sin comprar algo, algún carácter intimidante con un garrote o una pistola le dijo, “el jefe dice que usted no se va sin comprar algo”? Es posible que ninguno de nosotros, señalo, alguna vez haya tenido esa experiencia directa.

¿Por qué? Porque la premisa moral que subyace en las transacciones del mercado es que cada participante tiene el derecho a decir, “Sí” o “No” a un intercambio.

Virtualmente cada uno de los otros sistemas filosóficos y políticos en el transcurrir de la historia humana se ha basado en alguna versión de lo opuesto. Esto es, que usted no es dueño de sí mismo; que su vida y su propiedad están a la disposición de la tribu primitiva o del rey medieval o de la comunidad.

Esta es la premisa de todas las formas de colectivismo político y económico: Usted trabaja para el grupo, usted obedece al grupo y usted vive y muere por el grupo. La autoridad política asume que tiene el derecho de obligar a que usted brinde su conformidad con las necesidades y deseos del grupo colectivo.

Sólo el capitalismo liberal de libre mercado, tal como se desarrolló en partes del mundo occidental, y especialmente en los Estados Unidos, se liberó de la concepción colectivista de la relación entre individuos y sociedad. Las ideas modernas de libertad individual y de libre empresa han transformado las vidas y premisas éticas que subyacen en la asociación entre humanos.

Emergió una nueva moralidad, bajo la cual las relaciones humanas se hicieron con base en el mutuo consentimiento y el acuerdo voluntario. Los hombres podían intentar persuadir el uno al otro para que se asociaran e intercambiaran, pero no podían ser obligados y saqueado, de manera que una persona podía obtener todo lo que quisiera de la otra, sino tener su consentimiento.

Para los estadounidenses, ello se proclama como el principio fundamental bajo el cual se basó nuestro país: Se mantiene que es una verdad en sí misma que todos los hombres son creados iguales y dotados de ciertos derechos inalienables, entre los que están sus derechos individuales a la vida, la libertad y la prosecución de la felicidad.
PROMOVIENDO LA HONESTIDAD Y LOS MODALESComo una consecuencia de este principio de libertad, en el mercado de la sociedad libre, los individuos aprenden y practican la etiqueta y los modales de respeto, cortesía, honestidad y tolerancia. Esto surge naturalmente del hecho de que, si la violencia es abolida de todas las relaciones humanas, o, al menos, minimizada, la única forma por la cual nosotros podemos lograr que otros hagan cosas por nosotros, es por medio de la razón, el argumento y la persuasión.

La razón por la cual el vendedor está motivado para actuar con cortesía y deferencia hacia sus clientes, es porque él no los puede obligar a comprar un par de zapatos que él quiere venderles. Simplemente pueden alejarse y comprar los zapatos de otro vendedor que está interesado en lograr hacer ese negocio o pueden abstenerse de comprar del todo cosa alguna.

Los clichés de “brindar el servicio con una sonrisa,” o que “el cliente siempre tiene la razón,” son manifestaciones del principio voluntarista que constituye la base de todas las transacciones en el mercado. No es posible que empresario alguno desarrolle su participación en el mercado o siquiera permanecer en el negocio en el largo plazo, si se gana una reputación de ser rudo y deshonesto.

El famoso economista escocés del siglo XVIII, Adam Smith, hace mucho tiempo explicó que la motivación para un comportamiento cortés, con deferencia de parte de cualquier empresario, es su interés propio. Eso lo conoce cada empresario que haya aprendido la importancia que tienen una marca y una reputación.

El comportamiento respetuoso puede empezar con un intento de asegurarse de utilidades, pero, con el paso del tiempo, un “buen comportamiento” se convierte en parte de interacciones rutinarias, hasta que, finalmente, se transforman en costumbres que uno espera en todo tipo de encuentros entre humanos, dentro y fuera del mercado. Así, el capitalista contribuye a una civilización de mayor cultura y trato humano.
CREANDO UN ESPÍRITU DE HUMILDADEl capitalismo de libre mercado también inculca un espíritu y una actitud de humildad. En principio, en el mercado abierto y competitivo, cualquiera que tenga una idea o un sueño es libre de tratar de convertirla en una realidad. Ninguna persona privada o poder político tiene el derecho de impedirle que ingrese en el campo empresarial, a fin de que descubra si su idea puede llegar a dar frutos.

La “regla del juego” capitalista es que cualquiera tiene la libertad para entrar en la arena empresarial, si tiene voluntad, determinación y empuje. Ninguno de nosotros tiene la habilidad de saber de previo que ideas y esfuerzos resultarán en un éxito o en un fracaso.

El economista austriaco y ganador del premio Nobel, F. A. Hayek, en una ocasión se refirió a la competencia como “un proceso de descubrimiento.” La humildad del mercado es que nadie -ni siquiera el burócrata mejor informado del gobierno- tiene el conocimiento y previsión suficientes como para “escoger ganadores” y “evitar perdedores”, para bien de la sociedad como un todo.

Ello sólo puede ser resuelto por medio de la rivalidad competitiva de las empresas privadas, con cada uno tratando de ganar el negocio de clientes que deciden qué productores son quienes satisfacen mejor sus deseos y necesidades.
TOMANDO EL CAMINO EXITOSOPor lo tanto, las consignas de la moralidad del capitalismo de libre mercado son libertad, honestidad y humildad: La libertad de cada individuo para vivir y escoger por sí mismo; la ética de tratos justos y la modestia para admitir que ninguno de nosotros es lo suficientemente sabio, como para planificar la sociedad.

No sólo sería moralmente incorrecto reducir a las personas al estatus de seguidores que reciben órdenes, sino también limitar lo que la humanidad puede lograr sólo a lo que un planificador central pueda imaginar. Es mejor, tanto para el individuo como para la sociedad, si todos son libres de actuar según sus propios intereses. Toda sociedad se puede beneficiar con lo que una mente humana pueda concebir de lo que otra no.

Vivimos en una época en que el capitalismo es obstaculizado, casi que en toda dirección, por la pesada mano del control gubernamental. En el mundo real, tenemos un capitalismo que es políticamente administrado y manipulado y que está muy lejos del capitalismo de mercado verdaderamente libre que yo expongo a mis estudiantes, en términos de sus premisas morales y de sus virtudes sociales.

Un mercado verdaderamente libre ciertamente, que no es la concepción retorcida de “capitalismo” que se nos presenta en los medios de comunicación y por profesores en las clases de demasiadas universidades. El verdadero capitalismo de libre mercado reconoce y respeta los derechos del individuo y es el sistema económico que ofrece la mayor moralidad imaginable de asociación humana por y para los hombres.

El capitalismo de libre mercado es el camino moralmente exitoso hacia la dignidad humana y la prosperidad mutua. Si con éxito a los estudiantes se les puede articular de una manera persuasiva, su moral y sus fundamentos relacionados, hay posibilidad de oponerse a los progresistas totalitarios por medio del poder de la razón y de un entendimiento básico de las conexiones entre libertad económica, paz social, bienestar mutuo y un mundo futuro mejor para la humanidad.

(Basado en una presentación brindada en la reunión anual de la Asociación de Educación por la Empresa Privada en Maui, Hawái, el 11 de abril del 2017, en una sesión dedicada a “La Enseñanza de la Economía, Filosofía y Moralidad del Capitalismo de Libre Mercado.”)

Richard M. Ebeling es el Profesor Distinguido BB&T de Ética y de Liderazgo de Libre Empresa en La Ciudadela en Charleston, Carolina del Sur. Fue presidente de la Fundación para la Educación Económica (FEE) del 2003 al 2008.