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Jorge Corrales Quesada
05/09/2017, 15:32
Ante la reciente decisión del gobierno venezolano de eliminar los billetes de baja denominación, por otros nuevos con denominaciones mucho más altas, no faltaron los corifeos de los gobernantes de esa nación, para repetir en Facebook las falsas aseveraciones oficiales acerca de aquella decisión. No aceptaron como la explicación real de tal cambio, que se debió al hecho de que Venezuela tiene, en estos momentos, la mayor inflación del mundo, que prácticamente ya es una hiperinflación. Como atribuyo a quienes hicieron eco del oficialismo venezolano, una falta de conocimiento y entendimiento de lo que es una hiperinflación, siempre creyente que, en cualquier momento, es bueno para aprender algo que valga la pena, con gusto pongo en Facebook un artículo del economista Michael Salemi, quien obtuvo su doctorado precisamente sobre el tema de la hiperinflación. ¡Buen apetito!

HIPERINFLACIÓN

Por Michael K. Salemi
The Concise Encyclopedia of Economics
2008

La inflación es un crecimiento sostenido en el nivel de precios agregado. La hiperinflación es una inflación muy alta. Aunque el límite es arbitrario, los economistas generalmente se reservan el término “hiperinflación” para describir episodios cuando la tasa de inflación mensual es superior al 50 por ciento. Con una tasa mensual del 50 por ciento, un artículo que cuesta $1 el primero de enero, costaría $130 el primero de enero del año siguiente.

La hiperinflación es, en gran medida, un fenómeno del siglo XX. La hiperinflación más ampliamente estudiada ocurrió en Alemania, después de la Primera Guerra Mundial. La comparación del índice de precios de Alemania, en noviembre de 1923 con respecto al índice de precios en agosto de 1922 -tan sólo quince meses antes- fue de 1.02 x 1010. Este enorme número equivale a una tasa de inflación mensual del 322 por ciento. En promedio, los precios se cuadruplicaron cada mes, durante los dieciséis meses de hiperinflación.

En tanto que la hiperinflación alemana es mejor conocida, una hiperinflación mayor ocurrió en Hungría, después de la Segunda Guerra Mundial. Entre agosto de 1945 y julio de 1946, el nivel general de precios aumentó a la espectacular tasa de más del 19.000 por ciento por mes; o sea, 19 por ciento al día.

Incluso estos números tan grandes subestiman las tasas de inflación experimentadas durante los peores días de las hiperinflaciones. En octubre de 1923, los precios en Alemania aumentaron a una tasa del 41 por ciento por día. Y, en julio de 1946, los precios en Hungría se triplicaron cada día.

¿Qué causa las hiperinflaciones? Ninguna conmoción única, no importa qué tan severa, puede explicar el rápido crecimiento continuo y sostenido de los precios. Propiamente, las guerras mundiales no causaron las hiperinflaciones de Alemania y Hungría. La destrucción de recursos durante las guerras puede explicar por qué los precios en Alemania y Hungría serían más elevados después de las guerras, que antes de ellas. Pero, las guerras, en sí, no pueden explicar por qué los precios se elevarían constantemente a tasas rápidas durante los períodos de hiperinflación.

Las hiperinflaciones son causadas por un crecimiento extremadamente rápido de la oferta del “papel” dinero. Ellas ocurren cuando las autoridades monetarias y fiscales de una nación, emiten con regularidad grandes cantidades de dinero para pagar por una corriente extensa de gastos gubernamentales. En efecto, la inflación es una forma de impuestos, mediante la cual los gobiernos ganan a expensas de aquellos quienes mantienen dinero, en tanto que su valor va declinando. Las hiperinflaciones son esquemas tributarios sumamente grandes.

Durante la hiperinflación alemana, el número de marcos alemanes en circulación aumentó por un factor de 7.32 x 109. En Hungría, el incremento comparable en la oferta de dinero fue de 1.19 x 1025. Estos números son más pequeños que aquellos que se dieron anteriormente acerca del crecimiento de los precios. ¿Qué significa cuándo los precios aumentan más rápidamente que como lo hace la oferta de dinero?

Los economistas utilizan un concepto llamado “la cantidad de dinero real”, para discutir lo que sucede con el comportamiento de la gente en relación con sus tenencias de dinero, cuando los precios crecen rápidamente. La cantidad de dinero real, algunas veces llamada “el poder adquisitivo del dinero”, es el cociente de la cantidad de dinero con respecto al nivel de precios. Imagínese que la familia típica consume un cierto conjunto de bienes. La cantidad de dinero real mide el número de conjuntos que una familia podría adquirir, si se mantuviera el nivel de precios. En períodos de baja inflación, una familia mantendrá un saldo elevado de dinero real, debido que es conveniente hacer tal cosa. En períodos de alta inflación, una familia mantendrá un saldo menor de dinero real, para evitar el “impuesto” inflacionario. Evitan al impuesto inflacionario manteniendo más de su riqueza en forma de bienes físicos. Al comprar estos bienes, los precios se elevan más y se incrementa la inflación. La figura 1 muestra los saldos monetarios reales y la inflación de Alemania desde el inicio del año 1919 hasta abril de 1923. El gráfico indica que los alemanes redujeron los saldos reales de dinero al aumentar la inflación. Los últimos meses de la hiperinflación alemana no aparecen en el gráfico, debido a que la tasa de inflación fue tan elevada, que impidió preservar la escala del gráfico.



Figure 1 Durante la hiperinflación alemana, la cantidad
real de dinero cayó, al aumentar la inflación.
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Las hiperinflaciones tienden a auto-perpetuarse. Suponga que un gobierno se compromete a financiar sus gastos emitiendo dinero y empieza a aumentar la masa monetaria en un 10 por ciento mensual. Pronto, la tasa de inflación aumentará hasta, digamos, un 10 por ciento cada mes. El gobierno notará que ya no puede comprar tanto como antes con el dinero que está emitiendo y es posible que responda elevando aún más el crecimiento de la cantidad de dinero. El ciclo hiperinflacionario ha empezado. Durante la hiperinflación se presentará un juego, en donde se tira de ambos lados de una misma cuerda, entre el público y el gobierno. El público está tratando de gastar rápidamente el dinero que recibe, a fin de evitar el impuesto inflacionario; el gobierno responde a la mayor inflación, con tasas aún más elevadas de emisión de dinero.

La mayoría de los economistas están de acuerdo con que la inflación reduce el bienestar económico, aun cuando se toma en cuenta el ingreso proveniente del impuesto inflacionario y la distorsión que sería creada por impuestos alternativos que den lugar al mismo ingreso. [1]
¿Cómo terminan las hiperinflaciones? La respuesta estándar es que los gobiernos tienen que hacer un compromiso creíble, de que detendrá el crecimiento real en la cantidad de dinero. Los proponentes de este punto de vista consideran que la hiperinflación alemana fue un ejemplo de ello. A finales de 1923, Alemania realizó una reforma monetaria, creando una nueva unidad llamada el rentenmark. El gobierno alemán prometió que la nueva moneda podía ser convertida, tan sólo con pedirlo, en un bono que tuviera cierto valor en términos de oro. Los proponentes de la respuesta estándar señalan que la garantía de convertibilidad fue apropiadamente vista, como una promesa de detener la emisión rápida de dinero.

Una visión alternativa, mantenida por algunos economistas, es que, para terminar una hiperinflación, se necesita, no tan sólo de una reforma monetaria, sino también de una reforma fiscal. De acuerdo con tal punto de vista, una reforma exitosa requiere del gobierno dos compromisos en los cuales se crea. El primero es el compromiso de detener el rápido crecimiento del papel moneda. El segundo es el compromiso de lograr el balance en el presupuesto del gobierno. Este segundo compromiso es necesario para una reforma exitosa, debido a que remueve, o, al menos, disminuye, el incentivo para que el gobierno recurra al impuesto inflacionario. Si el gobierno se compromete a balancear su presupuesto, la gente, razonablemente, puede creer que la cantidad de dinero no aumentará de nuevo a los altos niveles, al menos en el futuro cercano. Thomas Sargent, proponente de este segundo punto de vista, alega que la reforma alemana de 1923 tuvo éxito porque creó un banco central independiente, que podía rehusar monetizar al déficit del gobierno y porque incluía provisiones para impuestos más altos y gastos menores del gobierno. Otra manera de ver esta posición de Sargent, es que las hiperinflaciones terminan cuando la gente, razonablemente, cree que la tasa de crecimiento del dinero regresará a niveles normales, tanto ahora como en el futuro.

¿Cuáles son los efectos de la hiperinflación? Un efecto de consecuencias serias es la reasignación de la riqueza. Las hiperinflaciones transfieren riqueza del público en general, quien mantiene dinero, al gobierno, el cual emite el dinero. Las hiperinflaciones también ocasionan que los deudores se beneficien a expensas de los acreedores, cuando se ha firmado un contrato de previo a la peor inflación. Las empresas que mantienen materias primas o bienes almacenados, ganan a expensas del público en general. En Alemania, quienes alquilaban, ganaron a expensas de los propietarios, debido a que los topes de los alquileres no se elevaron al mismo ritmo que el nivel general de precios. Costantino Bresciani-Turroni alega que la inflación destruyó la riqueza de las clases estables de Alemania y facilitó que los Nacional Socialistas (nazis) tomaran el poder.

La hiperinflación reduce la eficiencia de una economía, al alejar a las personas desde las transacciones monetarias hacia el trueque. En una economía normal, usar el dinero para el intercambio es altamente eficiente. Durante las hiperinflaciones, la gente prefiere ser pagada con bienes, a fin de evitar el impuesto inflacionario. Si fueran pagados con dinero, lo gastan tan rápidamente como puedan, para evitar el impuesto inflacionario. En Alemania, los trabajadores eran pagados dos veces al día y corrían de compras al mediodía, para evitar una depreciación mayor de sus ingresos. La hiperinflación es un juego de despilfarro, como el de una papa caliente, en donde la gente utiliza recursos valiosos tratando de evitar mantener papel moneda.

Las hiperinflaciones pueden conducir a comportamientos que habrían sido considerados como extraños, en condiciones normales, El libro de Gerald Feldman, The Great Disorder, muestra una foto de una pequeña empresa, que transporta los salarios en un carretillo, porque el número de billetes requeridos para pagar a los trabajadores creció enormemente durante la hiperinflación (Feldman, 1993, p. 680). Corbis, una fuente de fotos en Internet (www.corbis.com (http://www.corbis.com/)), muestra una imagen de una mujer alemana quemando billetes en su estufa, porque, al hacerlo, le brinda mayor calor que el que habría obtenido si los usara para comprar combustible. Otra imagen muestra a niños alemanes jugando con paquetes de billetes en la calle.

Los ejemplos más recientes de una elevada inflación han ocurrido principalmente en América Latina y en las antiguas naciones del bloque del Este. Argentina, Bolivia, Brasil, Perú y Uruguay, todas en conjunto, experimentaron una inflación anual promedio del 121 por ciento entre 1970 y 1987. En Bolivia, los precios aumentaron en un 12.000 por ciento en 1985. En Perú, ocurrió una casi hiperinflación en 1988, cuando los precios se elevaron alrededor de un 2.000 por ciento en ese año o de un 30 por ciento mensual. No obstante, Thayer Watkins documenta que la inflación record de todos los tiempos ocurrió en Yugoeslavia entre 1993 y 1994. [2]

Los países latinoamericanos con elevada inflación también experimentaron un fenómeno llamado “dolarización”, que es el uso del dólar estadounidense, en vez de la moneda doméstica. Al aumentar la inflación, la gente empieza a creer que su propia moneda no es una buena forma de almacenar valor e intentan cambiar su moneda doméstica por dólares. En 1973, un 90 por ciento de los depósitos a plazo en Bolivia estaban denominados en pesos bolivianos. Para 1985, el año de la hiperinflación boliviana, más del 60 por ciento de los saldos de los depósitos a plazo estaban denominados en dólares.

¿Qué provocó esa alta inflación en América Latina? Muchos países latinoamericanos pidieron prestado fuertemente en la década de 1970 y estuvieron de acuerdo en pagar sus deudas en dólares. Al elevarse las tasas de interés, todos esos países encontraron que era altamente difícil poder cumplir con sus obligaciones del servicio de la deuda. Los países de elevada inflación fueron aquellos que respondieron a estos costos mayores, imprimiendo dinero.

La hiperinflación boliviana es un ejemplo de ello. Eliana Cardoso explica que, en 1982, Hernán Siles Suazo tomó el poder como cabeza de una coalición izquierdista, que quería satisfacer las demandas de un gasto mayor del gobierno en programas domésticos, pero, encaró una creciente obligación del servicio de la deuda y una caída de precios de sus exportaciones de estaño. El gobierno boliviano respondió a la situación imprimiendo dinero. Encarado con una escasez de fondos, escogió obtener ingresos por medio del impuesto inflacionario, en vez de elevar los impuestos a la renta o reducir otros gastos gubernamentales.


LECTURAS ADICIONALES
Introductorias
Bresciani-Turroni, Costantino. The Economics of Inflation: A Study of Currency Depreciation in Post-war Germany. New York: Augustus M. Kelley, 1937. Un clásico agradable de leer, originalmente escrito en italiano.
Cardoso, Eliana A. “Hyperinflation in Latin America.” Challenge (enero/febrero de 1989): 11-19. Interesante y accesible.
Federal Reserve Bank of San Francisco. “The Optimal Rate of Inflation.” FRBSF Economic Letter 97-27, 19 de setiembre de 1997. Una visión teórica fácil de leer acerca de los efectos de la inflación sobre el bienestar.
Feldman, Gerald. The Great Disorder. Oxford: Oxford University Press, 1993. La fuente de la foto del carretillo.
Graham, Frank D. Exchange, Prices, and Production in Hyperinflation Germany, 1920-1923. New York: Russell and Russell, 1930. Leíble, con un enfoque en datos.
Holtfrerich, Carl-Ludwig. The German Inflation 1914-1923: Causes and Effects in International Perspective. New York: De Gruyter, 1986. Escrito por un economista quien trabajó con los archivos alemanes.
Sargent, Thomas J. “The Ends of Four Big Inflations.” En Rational Expectations and Inflation. New York: Harper and Row, 1986. Sargent explica en detalle por qué la reforma fiscal es necesaria para terminar con las hiperinflaciones.
Salemi, Michael, & Sarah Leak. Analyzing Inflation and Its Control: A Resource Guide. New York: National Council on Economic Education, 1984 Diseñado para ayudar a profesores de secundaria para enseñar acerca de la inflación.
Avanzadas
Bomberger, William A., & Gail E. Makinen. “The Hungarian Hyperinflation and Stabilization of 1945-1946.” Journal of Political Economy 91 (octubre de 1983): 801-824.
Cagan, Phillip. “The Monetary Dynamics of Hyperinflation.” En Milton Friedman, ed., Studies in the Quantity Theory of Money. Chicago: University of Chicago Press, 1956.
Fischer, Stanley, Ratna Sahay, & Carlos A. Vegh. “Modern Hyper- and High Inflations.” Journal of Economic Literature 40, o. 3 (2002): 837–880. Una mirada inteligible a episodios modernos y a la teoría.
Salemi, Michael. “Hyperinflation, Exchange Depreciation, and the Demand for Money in Post World War I Germany.” Tesis de Ph.D., University of Minnesota, 1976.


NOTAS AL PIE DE PÁGINA
[1] Para más acerca de la tasa de inflación “óptima”, ver Timothy Cogley, “What Is the Optimal Rate of Inflation,” FRSBSF Economic Letter 97-27, en línea en: http://www.sf.frb.org/econrsrch/wklyltr/el97-27.html (http://www.sf.frb.org/econrsrch/wklyltr/el97-27.html).
[2] Ver http://www.sjsu.edu/faculty/watkins/hyper.htm (http://www.sjsu.edu/faculty/watkins/hyper.htm).


ACERCA DEL AUTOR

Michael K. Salemi es profesor de Economía en la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill.