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Jorge Corrales Quesada
05/09/2017, 14:10
Recientemente compartí en Facebook mi traducción de un artículo del economista Art Carden, titulado “El Legado de Marx es Anti-Intelectual”, lo que dio lugar a un interesante intercambio de opiniones entre miembros del foro. Creo que esta traducción que ahora comparto de un artículo del escritor Michael de Sapio, ayuda en esa conversación tan interesante.

EL FASCISMO Y EL COMUNISMO SON COMO DOS GOTAS DE AGUA

Por Michael de Sapio
Foundation for Economic Education
Martes 18 de abril del 2017.


Adolfo Hitler y Benito Mussolini se han convertido, para muchos de nosotros en la actualidad, en simples villanos de Hollywood –personificaciones genéricas del mal o (en el caso de Mussolini) de un autoritarismo bufonesco. A pesar de ello, sus ideologías se basaron en ideas filosóficas concretas- ideas que en su época tenían muchos adherentes respetables.
SIN AMBIGÜEDAD CON EL DICTADORUna persona que entiende esto es Jonah Goldberg, autor del libro del 2007, Liberal Fascism: The Secret History of the American Left from Mussolini to the Politics of Meaning (https://amzn.to/2nM1EFw). Después de una década, el libro se mantiene. Goldberg señala, provocativamente, que el fascismo compartió raíces en común con lo que nosotros llamamos liberalismo moderno o progresismo. [Nota del traductor: en los Estados Unidos, liberalismo es un término que se usa para definir a los proponentes del intervencionismo estatal y, por tanto, difiere del liberalismo clásico. que piensa todo lo contrario. Para evitar confusiones terminológica, de seguido usaré el término intervencionismo para referirme al así llamado liberalismo estadounidense].

A menudo la gente discute acerca de si Hitler o Mussolini eran del “ala derecha” o del “ala izquierda.” Para ir directo al punto, las ideologías de ambos hombres tenían raíces en el movimiento Progresista del cambio al siglo XX.

El movimiento Progresista estaba estrechamente ligado a la filosofía del Pragmatismo: la creencia de que el pensamiento es una herramienta para la acción y el cambio. En contraste con los filósofos de la antigüedad y el medioevo, para quienes la filosofía era la contemplación de la realidad, a los Progresistas los animaba el deseo de moldear la realidad e impulsar el conocimiento para lograr el mejoramiento social. Muchos en la vanguardia del pensamiento Progresista inicialmente estaban enamorados de Mussolini e incluso de Hitler, considerando a sus dictaduras como un “experimento social” útil.

Uno de ellos fue H.G. Wells, el popular escritor de ciencia ficción. En diversos discursos y libros alabó la movilización social militarizada de los nuevos regímenes fascistas: una sociedad entera moviéndose como una unidad única, bajo la regla de un superman Nietzcheano.

El control completo por el estado de todos los aspectos de la vida fue visto por muchos como algo altamente pragmático y científico. El nacionalismo y el militarismo -elementos frecuentemente asociados con la derecha- de hecho eran componentes claves de la Era Progresista, floreciente, en particular, bajo el presidente Woodrow Wilson, tal como lo documenta Goldberg.
GEMELOS IDEOLÓGICOSLa sabiduría convencional mantiene que el Fascismo y el Comunismo eran diametralmente opuestos. En realidad, las dos ideologías eran (y son) tan similares que, para poder sobrevivir, tuvieron que definirse a sí mismas como en oposición la una con la otra. Al menos, ambas tenían un origen socialista: Mussolini estaba inmerso en el socialismo por parte de su padre, y el nombre del partido de Hitler -el Partido de los Trabajadores Nacional-Socialistas de Alemania- habla por sí mismo.

Estos regímenes promovieron la hostilidad hacia la moralidad y las creencias religiosas tradicionales (ambos hombres despreciaban a la Cristiandad), la “salvación por la ciencia” (tal como se demostró, por ejemplo, en el movimiento eugenésico racista Nazi), y por un control estatal de la salud y el medioambiente (como lo demostró el eslogan Nazi, “¡La nutrición no es un asunto privado!”).

Todos estos elementos surgieron del progresismo “científico” de principios del siglo XX. Incluso la ideología de los Nazis de vÖlkisch -con sus matices nacionalistas y tradicionalistas- era, en su corazón, un sustituto secular de la religión, que consagró la Voluntad del Pueblo, un concepto que Goldberg traza hasta la Revolución Francesa.

Parecería ser innegable que Hitler y Mussolini, al igual que Joseph Stalin de la Unión Soviética, eran revolucionarios y en ningún sentido unos conservadores o tradicionalistas. Sus ideologías surgieron de las filosofías de avanzada, positivistas, progresistas y pragmáticas de fines del siglo XIX.
UN MOMENTO PROGRESIVOEl punto aquí no es involucrarse en insultos de “ala izquierda”/“ala derecha”. Por el contrario, es para hacer saber que todos estos movimientos políticos estaban ligados en un momento histórico -Goldberg lo denomina el “momento fascista” de la historia occidental- el cual se originó en la Revolución Francesa y fructificó en el siglo XX.

Este momento era “progresivo” en el tanto en que señaló el abandono de Occidente de las tradiciones morales y filosóficas. Y fue incorporado, filosóficamente, en el alejamiento de la contemplación de la verdad, hacia la “acción, acción, acción.”

Reimpreso de Intellectual Takeout.

Michael de Sapio escribe en el Intellectual Takeout.