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Jorge Corrales Quesada
04/09/2017, 17:51
Ayer u hoy 19 de setiembre, se expuso en Facebook una opinión, así como varios comentarios al respecto, acerca del tema de la relación entre el socialismo y el fascismo. Para contribuir a dicha conversación, me permito remitirles esta traducción mía a un artículo del estudioso liberal clásico Lawrence Samuels, quien ha escrito en torno a Mussolini e Hitler, además de un desarrollo teórico del concepto del caos en economía, política y filosofía. Espero que les sea útil.

LA ECONOMÍA SOCIALISTA DEL FASCISMO ITALIANO

Por Lawrence K. Samuels
Library of Economics and Liberty
6 de julio del 2015








La economía del Fascismo Italiano es a menudo ignorada o trivializada, debido a que mucha de ella se encuentra hoy en día en las economías mundiales. Considere algunos de los componentes de la economía fascista: planificación central, fuertes subsidios estatales, proteccionismo (altos aranceles), niveles elevados de nacionalización, amiguismo rampante, grandes déficits, elevado gasto del gobierno, rescates financieros a bancos e industrias, una burocracia sobrepuesta, programas masivos de bienestar social, una aplastante deuda nacional, episodios inflacionarios y “una estructura económica nacional, integrada y de múltiples clases, altamente regulada.” [1]

En numerosas ocasiones, Benito Mussolini identificó sus políticas económicas con “capitalismo de estado” –la frase exacta que Vladimir Lenin usó para lanzar su Nueva Economía Política [NEP, siglas para New Economic Policy]. Escribió Lenin: “El capitalismo de estado sería un paso adelante en comparación con la situación actual de las cosas en nuestra República Soviética.” [2] Después del colapso de la economía rusa en 1921, Lenin permitió la privatización y la iniciativa privadas y dejó que la gente comerciara, que comprara y vendiera para obtener ganancias. [3] Lenin se estaba moviendo hacia una economía mixta. Incluso demandó que empresas propiedad del estado funcionaran bajo principios de pérdidas o ganancias. [4] Lenin reconoció que turo que retroceder del socialismo total y permitir algún grado de capitalismo.

Mussolini siguió el ejemplo de Lenin y procedió a establecer para Italia un modelo económico manejado por el estado. En esencia, el fascismo de Mussolini era simplemente una imitación de “la tercera vía” de Lenin, la cual combinaba mecanismos basados en el mercado con el socialismo –similar al “socialismo de mercado” de la China Roja. En resumen, el marxismo revisado de Lenin culminó en políticas socialistas livianas, que ayudaron a inspirar a Mussolini a elaborar su propio estilo de fascismo italiano, con un giro socialista de la derecha. De esta manera, uno podría argüir que las políticas de Lenin fueron la primera versión moderna de un fascismo y un corporativismo de estado.

El economista Ludwig von Mises, quien huyó de la conquista nazi de Europa, sostuvo que “el programa económico del Fascismo Italiano no difirió del programa del socialismo de la Liga Británica, tal como fue propagado por los más eminentes economistas británicos y europeos. [5, 6]

En The Concise Encyclopedia of Economics, Sheldon Richman afirma sucintamente: “Como sistema económico, el fascismo es socialismo con un barniz capitalista.” [7] Él alega que el socialismo busca abolir totalmente al capitalismo, en tanto que el fascismo da la impresión de ser una economía basada en el mercado, aunque descansa fuertemente en la planificación central de todas las actividades económicas. De acuerdo con los autores Roland Sarti y Rosario Romeo, “ajo el Fascismo, el estado tenía una mayor laxitud para controlar la economía que en cualquiera otra nación de esa época, excepto por la Unión Soviética.”[8]

Interesantemente, Mussolini encontró que muchas de las teorías económicas de John Maynard Keynes eran consistentes con el fascismo, al escribir que: “El Fascismo está de acuerdo enteramente con el Sr. Maynard Keynes, a pesar de la posición prominente de este último como un Liberal. En efecto, el excelente librito del Sr, Keynes, The End of Laissez-Faire [El Final del Laissez-Faire] (1926) puede, en lo que a él respecta, servir como una introducción útil a la economía fascista. Escasamente hay alguna cosa en él a la cual objetar y hay mucho para aplaudir.” [9]

Después de la Gran Depresión en todo el mundo, Mussolini vociferó más en sus alegatos de que el fascismo rechazaba los elementos capitalistas del individualismo y del liberalismo laissezferiano. [10] En su “Doctrina del Fascismo,” Mussolini escribió: “La concepción Fascista de la vida acepta al individuo solamente en tanto que sus interesen coinciden con el Estado… El Fascismo reafirma los derechos del estado. Si el liberalismo clásico significa individualismo, el Fascismo significa gobierno.” En su autobiografía de 1928, Mussolini expuso con claridad su aversión por el capitalismo liberal: “El ciudadano en el Estado Fascista ya no es más un individuo egoísta que tiene el derecho antisocial de rebelarse en contra de cualquier ley de la Colectividad.” [11] Al permanecer los efectos de la Gran Depresión, el gobierno de Italia promovió fusiones y adquisiciones, rescates a negocios que fracasaban y “se apoderó de las tenencias de acciones de los bancos, los cuales tenían grandes intereses accionarios.” [12] El estado italiano se apropió de corporaciones quebradas, organizó en carteles a los negocios, incrementó el gasto estatal, expandió la oferta monetaria e incrementó los déficits. [13] El gobierno italiano promovió la industria pesada mediante “su nacionalización, en vez de dejar que las empresas quebraran.” [14]

Los líderes fascistas consideraban a las corporaciones italianas como “revolucionarias” y alegaban que el estado corporativo “garantizaría el progreso económico y la justicia social.” [15] Las teorías fascistas italianas surgieron del sindicalismo nacional y revolucionario, que a menudo iba en paralelo con las actividades de los sindicatos, guildas de artesanos y sociedades profesionales. Mussolini reconoció las raíces socialistas del Fascismo. Entre aquellos a quienes reconoció como que habían influido al Fascismo, estaban el Marxista francés Georges Sorel y el sindicalista revolucionario francés Hubert Lagardelle. [16] Es más, Mussolini era un sindicalista: decretó que la sindicalización fuera obligatoria para todos los trabajadores italianos. Es verdad que Mussolini prohibió las huelgas, pero Lenin había hecho lo mismo en la Unión Soviética.

Bajo el fascismo del estado corporativo, “las oficinas de planificación determinaban las líneas de producción, los niveles de producción, los precios, los salarios, las condiciones laborales y el tamaño de las empresas. La necesidad de licencia era ubicua; ninguna actividad económica podía ser llevada a cabo sin el permiso del gobierno." Estas medidas restringieron la formación o expansión de nuevos negocios. [17, 18]. Es más, los “niveles de consumo eran dictados por el estado, y los ingresos ‘excesivos’ deberían ser entregados como impuestos o ‘préstamos.’” [19]

Para mediados de la década de 1930, el estatismo corporativo y la concentración regulatoria habían ocasionado que el sistema de crédito en Italia fuera puesto “bajo control del estado y de agencias paraestatales” y, a finales de esa década, alrededor del 80 por ciento del crédito disponible era “controlado directa o indirectamente por el estado.” Al acercarse la guerra con Etiopía, el gobierno de Italia impuso controles de precios, cuotas de producción y aranceles más elevados. Aumentó un déficit comercial que ya era grande, lo que condujo a mayores restricciones a las importaciones, a un control más estricto del tipo de cambio y a controles más extensos en la distribución de materias primas. [21] Al moverse Mussolini hacia la “autarquía” o autosuficiencia e imponer más leyes proteccionistas, en Italia “el gasto gubernamental se elevó y el déficit presupuestario se incrementó en siete veces, entre 1934 y 1937.” [22, 23]

Con la aprobación en 1936 de la Ley de Reforma de la Banca, el Banco [Central] de Italia y la mayoría de los otros bancos se convirtieron en entidades gubernamentales. [24] Un año antes, había empezado la confiscación del capital, con decretos estatales que ordenaban que todo los bancos, negocios y ciudadanos privados entregaran sus acciones y bonos emitidos en el exterior, al Banco [Central] de Italia. [25]
Mussolini duplicó el número de burócratas italianos bajo una cantidad enorme de comités burocratizados. Para 1934, uno de cada cinco italianos trabajaba para el gobierno. [26] Había un laberinto de “burocracias sobrepuestas, en donde las órdenes de Mussolini constantemente se perdían o se extraviaban temporalmente, a propósito.” [27]

En mayo de 1934, al empezar el Instituto para la Reconstrucción Industrial (IRI) a apropiarse de los activos de los bancos, Mussolini declaró, que “Tres cuartas parte de [la] economía italiana, tanto la industrial como la agrícola, estaba en manos del estado.” [28, 29] En 1939, Italia logró la tasa más alta del mundo en empresas propiedad del estado, excepto en la Unión Soviética. [30] En ese año, el estado “controlaba más de cuatro quintas partes de la construcción de barcos y del transporte de líneas navieras, tres cuartas partes de su producción de hierro en bruto y casi la mitad de la de acero.” [31]

Para setiembre de 1943, Mussolini encabezaba un estado títere nazi llamado la República Social Italiana (RSI), en donde propuso una “socialización económica” adicional. Empezó a mostrar un interés renovado en su radicalismo anterior. Alegando que nunca había abandonado sus ideales izquierdistas, [32] “regresó a un tipo de socialismo que nuevamente atacaba al capitalismo,” en un esfuerzo por “aniquilar las plutocracias parasitarias.” [33] En febrero de 1944, el gobierno de Mussolini ideó una “ley de socialización”, que demandaba mayor nacionalización de la industria y bajo la cual los trabajadores participarían en administrar las fábricas y negocios, junto con una reforma agraria. [34] La República Social Italiana ‘enfatizó obsesivamente” sus compromisos con la socialización y con una “variedad de igualitarismo fascista y un estado ampliado de bienestar fascista.” [35]

En esencia, la economía del Fascismo Italiano era Marxista e inspirada en el sindicalismo –y mucho más socialista de izquierda que las economías de muchas naciones actuales de occidente, las cuales abrazan una economía mixta de socialismo, de estado de bienestar y de sindicalismo. Ahora bien, si tan sólo los economistas y los historiadores reconocieran el hecho, aunque sea con retraso.



[B]NOTAS AL PIE DE PÁGINA

[1] Stanley G. Payne, A History of Fascism 1914-1945, Madison: Wisconsin, University of Wisconsin Press, 1995, p. 7.

[2] V. I. Lenin, "The Tax in Kind," (http://www.marxists.org/archive/lenin/works/1921/apr/21.htm) escrito el 21 de abril de 1921, Lenin's Collected Works, Primera edición en inglés, Progress Publishers, Moscow, 1965, Volumen 32, páginas 329-365.

[3] V. N. Bandera "New Economic Policy (NEP) as an Economic System," The Journal of Political Economy, Vol. 71, No. 3 (junio de 1963), 265-79: p. 268.

[4] V. N. Bandera "New Economic Policy," p. 268.

[5] Sidney & Beatrice Webb, Constitutions for the Socialist Commonwealth of Great Britain, London: UK, London, New York, Longmans, Green & Co. 1920.

[6] Ludwig von Mises, Planned Chaos, Foundation for Economic Education, Irvington-on-Hudson: NY, 1970, p.73, primera impresión 1947.

[7] Sheldon Richman, "Fascism," (http://www.econlib.org/library/Enc/Fascism.html) en David R. Henderson, ed., The Concise Encyclopedia of Economics, 2a. ed., (Indianapolis, Indiana: Liberty Fund, 2008). En línea en Library of Economics and Liberty.

[8] Franklin Hugh Adler, Italian Industrialists from Liberalism to Fascism: The Political Development of the Industrial Bourgeoisie, 1906-1934, New York: NY, Cambridge University Press, 1995, p 347; fuente original: Rosario Romeo, Breve Storia della grande industria in Italia 1861/1961, Bologna, 1975, pp.173-4; Roland Sarti, Fascism and the Industrial Leadership in Italy, 1919-40: A Study in the Expansion of Private Power Under Fascism, 1968, p. 214.

[9] James Strachey Barnes, Universal Aspects of Fascism, Williams and Norgate, London: UK, 1929, pp. 113-114.

[10] Gaetano Salvemini, Under the Axe of Fascism, London: UK, Victor Gollancz, LTD, 1936, p. 134.

[11] Mussolini, My Autobiography, New York: NY, Charles Scribner's Sons, 1928, p. 280.

[12] Michael E. Newton, The Path to Tyranny: A History of Free Society's Descent into Tyranny, 2a. edición, New York: NY, Routledge, 1994, p. 170.

[13] Jeffrey Herbener, "The Vampire Economy: Italy, Germany, and the US," (http://mises.org/daily/1935) Mises Institute, 13 de octubre de 2005.

[14] Newton, Path to Tyranny, p. 171.

[15] Martin Blink Horn, Mussolini and Fascist Italy, 2a. edición, New York: NY, Routledge, 1994, p. 29.

[16] Sternhell, Zeev, Neither Right nor Left: Fascist Ideology in France, edición traducida al inglés, Princeton: NJ: Princeton University Press, 1986, p. 203.

[17] Richman, "Fascism."

[18] Gaetano Salvemini, Under the Axe of Fascism, London: UK, Victor Gollancz, LTD, 1936, p. 418.

[19] Richman, "Fascism."

[20] A. James Gregor, Italian Fascism and Developmental Dictatorship, Princeton: NJ, Princeton University Press, 1979, p. 158.

[21] Alexander J. De Grand, Italian Fascism: Its Origins & Development, Lincoln: NE, University of Nebraska Press, 1982, p. 106.

[22] Michael E. Newton, The Path to Tyranny: A history of Free Society's Descent into Tyranny, 2a. edición, New York: NY, Routledge, 1994, p. 173.

[23] Alexander J. De Grand, Italian Fascism: Its Origins & Development, p. 108.

[24] Alexander J. De Grand, Fascist Italy and Nazi Germany: The "Fascist" Style of Rule, segunda edición, New York, NY, Routledge, p. 52.

[25] Jeffrey Herbener, "The Vampire Economy: Italy, Germany, and the US," Mises Institute, 13 de octubre de 2005.

[26] George Seldes, "The Fascist Road to Ruin: Why Italy Plans the Rape of Ethiopia," (http://fascism-archive.org/books/fascistroadtoruin.html) The American League Against War and Fascism, 1935.

[27] Jim Powell, "The Economic Leadership Secrets of Benito Mussolini," (http://www.forbes.com/sites/jimpowell/2012/02/22/the-economic-leadership-secrets-of-benito-mussolini/) Forbes, 22 de febrero de 2012.

[28] Gianni Toniolo, editor, The Oxford Handbook of the Italian Economy Since Unification, Oxford: UK, Oxford University Press, 2013, p. 59; discurso de Mussolini del 26 de mayo de 1934.

[29] Carl Schmidt, The Corporate State in Action, London: Victor Gollancz Ltd., 1939, pp. 153-76.

[30] Patricia Knight, Mussolini and Fascism (Questions and Analysis in History), New York: Routledge, 2003, p. 65.

[31] Martin Blink Horn, Mussolini and Fascist Italy, 2a. edición, New York: NY, Routledge, 1994, p. 35.

[32] Denis Mack Smith, Mussolini: A Biography, New York: NY, Vintage Books, p. 31.

[33] Stephen J. Lee, European Dictatorships 1918-1945, 3a. edición, New York: NY, Routledge, 2008, p. 17.

[34] Stephen J. Lee, European Dictatorships, p. 171-172.

[35] R.J.B. Bosworth, Mussolini's Italy: Life Under the Fascist Dictatorship, 1915-1945, New York, NY, Penguin Press, 2006, p. 523)



L.K. Samuels es autor del libro del 2013 In Defense of Chaos: The Chaology of Politics, Economics and Human Action. Es editor y autor que contribuye en Facets of Liberty, una antología de escritos de política y economía desde 1969 al 2009. Su sitio en la red es www.lksamuels.com (http://www.lksamuels.com/).