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Jorge Corrales Quesada
04/09/2017, 15:33
Cuando aquí pronto, ante las elecciones venideras, veamos una producción incesante de obsequios y promesas de diferentes formaciones políticas, usualmente apelando al viejo truco de que me apoyen y les damos esto y el otro -el quid pro quo- que sólo termina generando dependencia de las personas en la mano visible del estado, la cual les quitará a unos para darle a otros, téngase presente que tales políticas no son conducentes al crecimiento y al progreso y que seremos los que en última instancia sufriremos las consecuencias de la politiquería. Por eso quise traducir este comentario del economista John Tamny, que, si bien se enmarca en las propuestas venideras del partido demócrata estadounidense, aquí veremos otras de la más diversa pero similar índole, pero siempre todas en función de querer comprar “el voto” del elector.

LA POLÍTICAMENTE DESESPERANZADORA, COMPLETAMENTE INCOHERENTE Y TOTALMENTE POBRE AGENDA ECONÓMICA DEL PARTIDO DEMÓCRATA

By John Tamny
Fundación para la Educación Económica
Martes 13 de junio del 2017


En una columna de diciembre del 2015, Mary O’Grady del Wall Street Journal reveló un hecho inconveniente, que tal vez los guerreros de la pobreza en la izquierda estadounidense preferirían que se mantuviera oculto: de 1980 al 2000, cuando la economía estadounidense experimentó un auge, el número de mexicanos que arribó a los Estados Unidos creció de 2.2 millones en 1980 a 9.4 millones en el 2000. Las cifras anteriores constituyen una clara señal de mercado de que en los Estados Unidos la pobreza siempre ha sido curada, contrastando con una condición que requiere de arreglos específicos de la política de los Estados Unidos.

Las estadísticas de O’Grady acudieron a mi mente, al leer recientemente una columna del New York Times de Jared Bernstein, compañero sénior del Center on Budget and Policy Priorities. Escribe que “una agenda política altamente progresista [de políticos y académicos del partido demócrata] se ha venido formando en meses recientes, una con el potencial de unir tanto a las alas en el partido de Hillary como las de Bernie, que va más allá tanto de la Clintonomics como del Obamanomics.”

El problema es que la agenda que tanto embelesó a Bernstein no tiene nada que ver con el propio crecimiento económico, que es siempre la base de una oportunidad económica creciente para los pobres, los de en medio y los ricos.
MÁS ASISTENCIA PÚBLICAPara empezar, Bernstein expresa excitación por un programa de $190 mil millones (anuales) que describe como “una asignación universal para cada niño.” Esta asignación equivaldría a enviar cheques federales anuales a familias de bajos ingresos de $3.000 por niño. Todo esto suena tan compasivo al oírlo, para aquellos que piensan que es una bondad del Congreso gastar la plata de otros, pero, ante una segunda ojeada, incluso el moderadamente sensible entenderá que la oportunidad económica nunca surge de un traslado forzoso de dinero de un bolsillo hacia otro. Si eso fuera cierto, entonces, el robo sería tanto legalizado como promovido.

El propio crecimiento económico de los Estados Unidos, que por tanto tiempo ha mostrado ser un imán para los más pobres del mundo, emana no de la redistribución de la riqueza, sino, en vez de ello, de un capital valioso que se ve empatado con empresarios deseosos de transformar ideas en realidades. De la misma forma en que la economía de los Estados Unidos no avanzaría, si estadounidenses con direcciones impares sigilosamente “se alzaran” con $3.000, de cada uno de aquellos con direcciones pares, tampoco va a crecer si el gobierno federal es quien le quita a unos para dárselo a otros.

El progreso económico siempre y en todo lado surge de la inversión, pero, aun así, Bernstein está diciéndonos con una cara impasible, que los pobres de los Estados Unidos estarán mejor si los federales extraen $190 mil millones de capital valioso de la reserva de capital. Como podrán imaginarse los lectores, él no se detiene aquí.
EMPLEOS GUBERNAMENTALESEs interesante que la siguiente sugerencia ingenua de Bernstein involucra “políticas directas de creación de empleo, dando a entender empleos ya sea creados por el gobierno o por un empleo privado subsidiado públicamente.” OK, pero todos los empleos están en función de la creación privada de riqueza, tal como, sin desearlo, Bernstein lo reconoce, a partir de su llamado para extraer recursos del sector privado a para crear empleos.

Esto deja de lado el tema obvio de por qué se vería expandida la oportunidad económica, si los sectores empresariales y de negocios tuvieran menos en forma de fondos para innovar con ellos. Pero, eso es exactamente lo que Bernstein está buscando con su “asignación universal para cada niño” de $190 mil millones, sin mencionar su llamado por más “empleos creados por el gobierno.”

Afirmando lo que es obvio incluso para Bernstein, el gobierno no puede crear empleo alguno en ausencia de la riqueza del sector privado, de forma que, ¿por qué no dejar esos recursos valiosos en manos de los verdaderos creadores de riqueza? Precisamente, debido a que ellos se enfocan en la riqueza, los fondos mantenidos bajo su control serán invertidos de forma que promuevan una mayor oportunidad, en contraste a como lo pueden hacer políticos que consumen la riqueza creada por otros.

ABUNDAN LAS CONTRADICCIONES

Aun así, simplemente Bernstein no se da cuenta de qué tan contradictorias son sus propuestas; propuestas que explícitamente reconocen de dónde es que emerge toda oportunidad. En vez de ello, pide más programas gubernamentales. Específicamente, propone una expansión de $1 billón al “crédito tributario por ingresos ganados” con el objetivo de pagar a los estadounidenses para que vayan a trabajar.

Como él lo sugiere, $1 billón en fondos extraídos de las partes productivas de la economía, conducirían, a una familia de cuatro, créditos impositivos de $6.000, en vez del “beneficio actual de alrededor de $2.000.” OK, pero lo que no explica es por qué, en primer lugar, nosotros necesitamos pagarle a aquellos que residen en los Estados Unidos, para que trabajen en primera instancia.

Lo que le da vida a la pregunta anterior es el influjo previamente mencionado de pulseadores mexicanos a los Estados Unidos, durante el boom económico de los ochentas y noventas. Lo que eso indicó claramente es que el crecimiento económico, como tal, es el mayor enemigo que la pobreza haya conocido. También, expresó que el empleo está disponible para quienes lo buscan y, mejor aún, que el trabajo disponible es incluso mucho más remunerado que lo que uno puede encontrar en otro lugar en el mundo.

Descanse tranquilo en cuanto a que los Estados Unidos históricamente no han experimentado flujos bellos de inmigración, a causa de que las oportunidades en la nación eran limitadas. La gente viene al país debido a que los Estados Unidos son, de nuevo, el país en donde los empobrecidos pueden gradualmente borrar su pobreza, gracias a las abundantes oportunidades de trabajo. Si los mexicanos, quienes frecuentemente no hablan inglés, pueden mejorar sus condiciones económicas en los Estados Unidos, ¿por qué motivos la clase política les pagaría a los nacidos aquí y que hablan el idioma, para que busquen el mismo empleo, que es envidia de muchos en el resto del mundo?

Puesto sencillamente, los que requieren de pagos por encima de su salario para levantarse y salir en las mañanas, tienen problemas que no tienen nada que ver con la carencia de empleo y sí todo lo que tiene que ver con una ausencia de iniciativa. Importantemente, donativos de Washington lógicamente no arreglarán lo que es un problema de caminar renqueando. En el mejor de los casos, exacerbará lo que Bernstein alega quiere corregir.

LA DESIGUALDAD NO DAÑA A NADIE

Más cómica es la aseveración de Bernstein de que los créditos impositivos presuntamente mitigarán “el daño causado a quienes perciben ingresos bajos y moderados, debido a las fuerzas de la desigualdad, que han alejado al crecimiento de ellos” en épocas modernas. ¿Qué es lo que posiblemente trata de dar a entender? Los Estados Unidos por mucho tiempo han sido económicamente muy desiguales, no obstante, los más pobres del mundo han arriesgado consistentemente sus vidas para llegar aquí, precisamente porque las brechas de riqueza son las que más se correlacionan con la oportunidad.

Traducido, la inversión fluye abundantemente hacia sociedades en donde los individuos son libres de proseguir lo que más aumenta sus talentos (sí, cuya prosecución los convierte en desiguales) y con la inversión vienen las opciones de empleo para todos. Quienes dudan de esto, sólo necesitan viajar a Seattle y al Valle del Silicón, en donde las cinco empresas más valiosas del mundo tienen sus oficinas centrales, para ver cercanamente qué tan cierto es eso último.

Similarmente, tratado por encima por este economista confundido, está que una desigualdad creciente es el signo más seguro de una desigualdad en estilos de vida que se encoge entre el rico y el pobre. Trabajamos para obtener y, gracias a empresarios ricos, más y más estadounidenses tienen acceso instantáneo a precios que se reducen incesantemente de computadores, teléfonos celulares, televisores, ropa y alimentos, que en un momento dado eran sólo del dominio del rico.

Sería maravilloso que, tan sólo por una vez, Bernstein y los guerreros de clase con quienes él anda, explicaran cómo es que el logro individual que conduce hacia la riqueza, daña a quienes no son ricos. Lo que él encontraría, si es que sustituye la emoción con la racionalidad, es que, en las sociedades capitalistas, la gente generalmente se enriquece en virtud de producir abundancia para todos En resumen, necesitamos más desigualdad, no menos, si el objetivo es mejorar los estándares de vida de aquellos quienes en la actualidad ganan menos.

Notablemente, Bernstein describe las ideas presentadas como “osadas” y “progresistas,” pero, en verdad, son las mismas ideas tontas acerca de la redistribución, que la izquierda ha estado promoviendo durante décadas. Y, en tanto que ellas son anti-formadoras de capital, propiamente admitido por Bernstein, también son perjudiciales para la propia prosperidad que, por largo tiempo, ha hecho de los Estados Unidos el país en donde la pobreza se cura. Para estar claros, si esto es lo mejor que tienen los demócratas, por mucho tiempo permanecerán siendo minoría.

John Tamny es colaborador de la revista Forbes, editor de RealClearMarkets, compañero sénior en economía en la revista Reason y asesor económico sénior de Toreador Research & Trading. Es autor del libro escrito en el 2016 Who Needs the Fed? [¿Quién necesita a la Fed?] (Encounter) junto con Popular Economics (Regnery Publishing, 2015).