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Jorge Corrales Quesada
04/09/2017, 15:18
Un artículo interesante y que traduzco para ustedes, en donde se critican las políticas proteccionistas expresadas por el presidente Trump, enfocándose en la información que se transmite en los mercados, tanto la que se considera como útil, como la que más bien impide a los participantes adaptarse eficientemente en un mercado que cambia y evoluciona constantemente.

“COMPRE LO ESTADOUNIDENSE, CONTRATE LO ESTADOUNIDENSE” ES ANTI-ESTADOUNIDENSEPor John Tamny
Foundation for Economic Education
Viernes 28 de abril del 2017
Ya sea en Wal-Mart, Safeway, CVS o en cualquier tipo de comercio minorista, local o nacional, en la actualidad la norma es que los clientes pasen tarjetas de membresía o de “aprecio por los clientes” a la hora de pagar en la caja.

La membresía es una forma por la cual los clientes logran puntaje para comprar, reciben alertas por correo electrónico acerca de descuentos futuros a clientes y más a menudo de precios rebajados a ciertos bienes seleccionados a la hora de comprarlos.

¿Por qué tales comercios ofrecen estos tratos? ¿Están siendo extra-generosos o es que son inconscientes ante las utilidades? Ni por broma.

APRECIAMOS QUE HAGAN NEGOCIO CON NOSOTROS

Los minoristas simplemente recompensan a una clientela que utiliza su tarjeta de membresía porque el conocimiento de los hábitos de compra de sus clientes es extraordinariamente valioso. Si ellos saben que es lo que diversos grupos demográficos tienden a comprar y, aun mejor, cuándo y dónde es que les gusta comprar y en qué cantidades, pueden planificar sus inventarios con mucha mayor precisión.

No olvidemos que los inventarios son muy costosos, lo que significa que es crucial que los minoristas conozcan los hábitos de compra, de manera que sepan mejor cómo limpiar sus anaqueles tan pronto como sea posible. Tampoco olvidemos que las tendencias de compras también les ayudan a los comerciantes a adivinar aquello en que los compradores están perdiendo su interés; siendo esto último igualmente crucial. Y, aunque tal vez sea una historia apócrifa, se ha dicho que Target a menudo sabe cuándo sus clientes mujeres están embarazadas, antes de que ellas lo sepan. Todo basado en lo que ellas adquieren.

Todo lo anterior requiere ser mencionado en consideración a la promesa recientemente reiterada del presidente Donald Trump de “Compre lo Estadounidense y Contrate lo Estadounidense.” Dado que sólo en el 2014 el gobierno federal otorgó contratos por más de $445 miles de millones, Trump asume que el gasto deberá dirigirse hacia empresas estadounidenses.

JUGANDO DE SAN NICOLÁS

De entrada, quede claro que los federales pudieron otorgar $445 mil millones en contratos tan solo porque los contribuyentes tuvieron $445 mil millones menos para gastar. El consumo es siempre y en todo lado un resultado de la producción, que siempre y en todo lado toma lugar en el sector privado. Los políticos pueden jugar de San Nicolás sólo en el tanto en que nosotros los contribuyentes tengamos menos para regalar o gastar o ahorrar.

Regresando al presidente Trump, a primera vista incluso los fiscalmente conservadores pueden alegrarse con la idea de que, si el gobierno federal va a desperdiciar plata, al menos lo debería desperdiciar en empresas estadounidenses. En verdad, tal creencia es una crueldad.

Lo es simplemente porque hay muy poca información útil en el gasto gubernamental, pero sí mucha que impedirá el crecimiento de la empresa. Cuando es con la plata de alguien más, la compra se distorsiona, al punto de ser virtualmente irreconocible. Para llegar directamente al punto, el gasto gubernamental ciega a las empresas ante las realidades económicas y del mercado. Como regla, al orientarse las empresas a abastecer las necesidades del gobierno, casi siempre ellas mismas se crean un futuro menos próspero, gracias al desperdicio gubernamental, que no transmite la información crucial acerca de las necesidades cambiantes del mercado verdadero.

UNA MALA INFORMACIÓN

Una visita a una oficina gubernamental casi siempre es una visita hacia el pasado y a tecnologías de décadas previas. Como regla, los gobiernos tienen que ser conservadores (en el sentido no ideológico) acerca de en qué desperdician el dinero, e invariablemente es en lo que ya se conoce y es útil, en contraste con lo que se sabrá y se transformará.

“Compre lo Estadounidense” es una crueldad, porque transmite información falsa y que socava el crecimiento, acerca de lo que solía ser valioso para los negocios. El problema es que los inversionistas generalmente tan solo remuneran a las empresas que desarrollan los bienes y servicios que serán valiosos en el futuro.

“Contrate lo estadounidense" es también una crueldad.

Los contratos gubernamentales, que a Trump les gustarían que se dirigieran hacia empresas estadounidenses que contratan trabajadores estadounidenses, son, tal como se dijo anteriormente, enceguecedores. Una vez más, de nuevo, el gasto del gobierno no es información, como en mucho sí es un sonido irracional transmitido por los pródigos que gastan el dinero de otros. Así como se daña a las empresas al protegerlas de las realidades del mercado, igualmente se daña a los trabajadores estadounidenses.

Trump habla acerca del “robo de la prosperidad estadounidense,” pero su apoyo a lo que protege a las empresas y trabajadores estadounidenses del mensaje de los mercados, revela que Trump es el ladrón.

RECOMPENSANDO LA INAMOVILIDAD

Algunos pueden responder que el gasto del gobierno a menudo posee una naturaleza constante, de forma que sus destinatarios no requieren de la información necesaria para adaptarse, y tienen razón. Pero, el punto subraya aún más qué tan cruel es la noción de “Compre lo Estadounidense, Contrate lo Estadounidense.” Precisamente debido a que el gasto del gobierno algunas veces tiene calidades interminables, a sus beneficiarios no se les exige tanto para evolucionar positivamente.

Cuando las empresas saben que el contrato federal estará allí, sin importar que pase lo que pase, se reduce la presión para adaptar sus bienes y servicios al mercado privado, en camino hacia ventas que eventualmente podrían eclipsar la compra del gobierno, que tan a menudo recompensa la inamovilidad.

Probablemente es más fácil entender lo anterior, si se le mira a través del prisma del trabajador. Como es bien sabido, rara vez los gobiernos despiden gente. Pero, porque no lo hacen, porque el estrés constante y el temor al fracaso no son parte de la negociación en el empleo gubernamental, tampoco lo es el gran éxito que sólo se da para aquellos que por sí mismos luchan en la arena proverbial. Los Estados Unidos están sembrados de grandes éxitos, que fracasaron mucho en el camino hacia una mayor riqueza, un mayor prestigio o ambos.

En ese caso, “Contrate lo Estadounidense” equivale a una retórica sonora que obscurece algo que es más sombrío.

Aquellos empleados gracias al gasto gubernamental, se ven atrapados por lo que es relativamente fácil y, por extensión, se le paga por seguir un camino hacia el promedio. Esto significa que los trabajadores estadounidenses que se podrían “beneficiar” con la generosidad de Trump con el dinero de otros, serán privados de un camino laboral que es difícil y a menudo definido por el fracaso periódico, pero que, justamente por esas razones, ofrece el potencial para el mayor avance junto a un logro personal. La verdad paradójica es que “Contrate lo Estadounidense” es una crueldad, precisamente porque la posibilidad de un fracaso embarazoso no es parte de la ecuación.
UN CAPITAL HUMANO PLANIFICADOEn lo que respecta a decretos acerca de que los negocios privados contraten nativos estadounidenses, en vez de extranjeros, tristemente publicaciones conservadoras, tales como el National Review, han caído en la trampa. Mientras que miembros de la derecha casi unánimemente verían con horror una planificación del gobierno de lo que importan los negocios para crear bienes y servicios, algunos quieren que ese mismo gobierno planifique el acceso a lo que fácilmente es el mayor impulsor de todo del crecimiento de una compañía: el capital humano. Es una idea absurda, de manera que no es una sorpresa que Trump la haga suya. Al menos retóricamente.

De hecho, es posible que toda la hablada de Trump sea tan sólo eso. Uno puede tener esa esperanza. “Compre lo Estadounidense, Contrate lo Estadounidense” es una guerra en contra del pueblo estadounidense, de un tipo sin que medien disparos.

Y, en tanto que Trump esté proponiendo lo que es un sinsentido con nuestro dinero, que es nuestro dinero el que él está desperdiciando, tal vez sea el aspecto menos injurioso de su última propuesta política, con la cual busca atraer más compañías estadounidenses y más trabajadores estadounidenses al reparto de Washington.

John Tamny es colaborador de la revista Forbes, editor de RealClearMarkets, compañero sénior en economía en la revista Reason y asesor económico sénior de Toreador Research & Trading. Es autor del libro escrito en el 2016 Who Needs the Fed? [¿Quién necesita a la Fed? (Encounter) junto con Popular Economics (Regnery Publishing, 2015).