PDA

Ver la Versión Completa : JEFFREY A. TUCKER-EL BARÓN INCUBADOR DEL FASCISMO DEL SIGLO XX



Jorge Corrales Quesada
04/09/2017, 11:53
Aprendí mucho acerca del pasado reciente del fascismo al leer este artículo del filósofo Jeffrey Tucker, que con gusto he traducido para ustedes. El recuento es asombroso y el trasfondo horripilante.

EL BARÓN INCUBADOR DEL FASCISMO DEL SIGLO XX

Por Jeffrey A. Tucker
Fundación para la Educación Económica
Miércoles 2 de agosto del 2017

La historia de la ideología fascista se extiende desde principios del siglo XIX hasta nuestra época actual: de Fichte a Carlyle a List a Ruskin a Spengler a Grant a Spann a Gentile a Schmidt y (saltándonos medio siglo) finalmente a miles de chupamedias que postean memes en Twitter. Estos pensadores están unidos en su desprecio al capitalismo, pero también en su oposición al comunismo, que es la característica de su identidad que se considera como del ala derecha.

Las cosas nunca habían sido tan extrañas dentro de ese campo, como durante el período entreguerras, particularmente entre intelectuales (o seudo-intelectuales) que promovieron movimientos políticos hacia la violencia y la centralización en el estado. Los pensadores principales de esta tradición han sido muy olvidados hasta su renacimiento relativamente reciente en la política europea y estadounidense. Tenían rasgos ideológicos inconfundibles y consistentes. Eran socialistas (y nacionalistas), que deploraban al capitalismo como una anomia decadente, pero se movilizaron contra el comunismo, basados en que era demasiado universalista y porque desarraigaba a los pueblos de su identidad.

La extrema izquierda y la extrema derecha por mucho tiempo han compartido el punto de vista de que la armonía social es un ideal ilusorio, concebido por la tradición liberal. Mientras que los marxistas dividen a la sociedad en clases, los fascistas dividieron a la sociedad en religión, raza, idioma, geografía y linaje. Favorecieron las políticas del hombre fuerte, untada de seudo-ciencia y de ocultismo y nunca se cansaron de predecir la muerte de la civilización. Por encima de todo lo demás, despreciaron al liberalismo burgués, probablemente aún más de lo que odiaban al comunismo.

¿Entre ellos cuál fue el más extraño? Hay fuerte competencia para el título. ¿Podría ser Francis Parker Hockey, el en una ocasión izquierdista estadounidense, que se convirtió en frenético defensor de Hitler: cuya delirante “obra maestra” Imperium ha inspirado a varias generaciones de anti-semitas de línea dura? O ¿tal vez es George Lincoln Rockwell, el fundador del partido nazi estadounidense, quien creía que la dictadura de un hombre era la única forma de rescatar a los Estados Unidos de los judíos y de los no blancos, que habitaban la misma nación que la raza superior?

EL BARÓN

Mi voto es para el pajarraco más extraño de todos ellos (y eso es decir mucho) y tal vez el más interesante: el que usaba el monóculo, el Barón Giulio Cesare Andrea Evola (1898-1974), mejor conocido como Julius Evola. Siempre elusivo acerca de su pasado y de su educación, sus seguidores creían que tenía un linaje aristocrático siciliano, un noble de la vida real en su medio, quien era una fuente inagotable de sabiduría. Benito Mussolini, así como muchas de las autoridades del partido nazi -incluso el propio Führer- estaban absorbidos por su extraña mezcla de apocalipticismo dialéctico, violenta misoginia, odio al judío y anhelo de una guerra mundial que restaurara la era dorada de la clase guerrera.

En verdad, leer sus trabajos -no se lo recomiendo al débil de corazón- es un viaje mental puesto varias veces en una licuadora de sinsentido malicioso, desde el inicio hasta el fin. Su pensamiento contiene todos los tropos fascistas usuales, pero los eleva a un nivel nuevo de erudición fallida y de frenesí filosófico.

¿QUIÉN ERA EVOLA?

Julius Evola nació en Roma en 1898 y estudió brevemente ingeniería en una universidad, antes de decidir que la disciplina era demasiado burguesa para él; en todo caso, no quería credenciales convencionales. Como muchos otros de su generación, su vida fue interrumpida por la Gran Guerra, que desató un nihilismo sangriento en Europa, principalmente entre los artísticamente inclinados.
Después de la guerra, se lanzó por sí mismo al arte y a la filosofía, moviéndose hacia el anti-liberalismo radical y al anti-catolicismo. En esto, él no era diferente de muchos pequeños nobles desplazados de su época. Alienado por la democracia y robado de su posición social por el ritmo de la vida moderna, pero absolutamente no dispuesto a tener un empleo regular, se convirtió a la política revolucionaria de línea dura, con la esperanza de hacer desaparecer al mundo moderno y hacer que regresara algún viril despotismo antiguo imaginado.
EL DEMONIOLogró la atención pública con su primer trabajo importante, Pagan Imperialism [Imperialismo Pagano] (1926), un ataque masivo a la Iglesia Católica, basado en que los papas y los obispos como poder, habían desplazado a la fuente más legítima de autoridad moral y legal del estado imperial, lo que él, como todos los demás en la tradición hegeliana de la derecha, creía que era la trayectoria histórica de la autoridad central. Para él (de nuevo predeciblemente), la cristiandad era feminizada, igualitaria, humanitaria, débil y excesivamente pro-paz, de forma que la Iglesia debería ser aplastada para que la civilización se salvara.

El ataque mortificó a la Iglesia Católica (el Vaticano le llamó el “demonio italiano”) y su libro se convirtió en objeto de un enorme debate en círculos intelectuales, en los que fascistas y comunistas batallaban en toda Europa. Entre los participantes estuvo el hombre que luego sería el papa Paulo VI (quien presidió el Consejo Vaticano Segundo a principios de la década de 1960), que podía haber creído que la única forma de proteger a Europa contra el fascismo violento, era por medio de un giro a la izquierda.
CORAZÓN DE LA OSCURIDADComo todos los intelectuales fascistas del período entreguerras, Evola escribió extensivamente acerca del tema racial y, dado el contexto de su época, sus puntos de vista eran ligeramente más liberales que los de, por ejemplo, los nazis doctrinarios. Creía que la persona humana estaba hecha de biología, mente y espíritu, de manera que una persona podía ser biológicamente judía, pero aria de mente y, por tanto, no ser enteramente intolerable. Que Evola fuera considerado como herético por los nazis de línea dura, le dice todo lo que se necesita saber acerca de esas épocas y de las ideas extrañas existentes en los círculos intelectuales europeos.

Durante la consolidación de Mussolini en el poder en Italia, Evola llegó a ser su mayor defensor y admirador y llegó a alabar a los elementos más reaccionarios/totalitarios en la política europea de esos tiempos. Esto culminó en su “opus magnum” llamada Revolt Against the Modern World [Revuelta contra el Mundo Moderno]. Este libro se convirtió en un tratado movilizador del movimiento reaccionario en Italia, España y Alemania, incluso a la par de Mein Kampf [Mi Lucha] como justificación ideológica de la guerra y la matanza.

¿Qué dice este libro? Nada de sorpresas, él es totalmente hegeliano, postulando una Edad Dorada de pureza racial y una organización política perfecta, que fue trastornada por el surgimiento del liberalismo, a la vez que predice que la declinación terminará en una revuelta plena a favor de un estado de un hombre fuerte, que nos llevará a una nueva era de orden perfecto. Por supuesto, el libro es bien estatista, bien racista, masivamente opuesto a cualquier mejora sencilla de los estándares de vida desde la Edad de la Ilustración. Es un ataque a plenitud contra la libertad humana en sí.

Yo lo citaría, pero la mayor parte del libro no tiene sentido, pero usted es bienvenido a una muestra o a leer todo el libro. Su conclusión política central es favorecer el “establecimiento del orden desde arriba.”

“La propia noción de los ‘derechos naturales’ es una simple ficción y el uso subversivo y anti-tradicional de eso está bien documentado. No hay tal cosa como una naturaleza que es “buena” en sí misma y en la cual los derechos inalienables de un individuo, que han de ser igualmente disfrutados por todos y cada uno de los seres humanos, están pre-formados y enraizados. Incluso cuando la sustancia étnica aparece ser de alguna manera ‘bien definida,’...Estas formas... no tienen un valor espiritual por sí solas, a menos que participen en un orden superior, tal como cuando son asumidos por el estado o una organización tradicional análoga, en que primero son consagradas como venidas desde arriba.”

(Citar a Evola es siempre difícil debido a su oscurantismo estudiado, pero tengo la esperanza de que el lector logre el sentido principal).
EL PROBLEMA CON LAS MUJERESEn este tratado, Evola presenta su posición acerca de las mujeres, que la revisitaría durante su larga carrera de escritos literarios. Evola no sólo rechazó cualquier derecho humano para la mitad de la raza humana identificada como mujer; creía que la capacidad biológica de tener niños mandaba una situación de esclavitud permanente para las mujeres. Su visión en torno al papel apropiado para las mujeres estaba representada por una harem cautivo durante la vida y la pira funeraria después de la muerte de su amo.

No es posible, escribió, que una sociedad que otorga cosas “a todos los seres humanos,” cosas tales como “dignidad” y “derechos” que “preserve algún sentido de la relación correcta entre los dos sexos.” Así lo explica en un pasaje extrañamente claro:

“Una sociedad que ya no más entiende la figura de un asceta y de un guerrero; en la cual las manos de los últimos aristócratas parecen ser mejores para asir raquetas de tenis o cocteleras para hacer mezclas de licores, que espadas o cetros; en la que el arquetipo de hombre viril está representado por el boxeador o una estrella de cine, sino es que lo es por la aburrición cobarde del intelectual, del profesor universitario, del títere narcisista del artista o del ocupado y sucio banquero hacedor de dinero y del político –en dicha sociedad era tan sólo un asunto de tiempo antes de que las mujeres se elevaran y reclamaran para ellas mismas una ‘personalidad’ y una ‘libertad,’ de acuerdo con el significado anarquista e individualista asociado con estas palabras.”

Desde el punto de vista de Evola, la emancipación de las mujeres en el siglo XIX (la era del liberalismo), combinada con un crecimiento de la prosperidad para todos, condujo a un caos demográfico intolerable. En su visión, dar a luz debería ser regulado, exigido entre las razas superiores (y eso incluye al rapto como imperativo moral), pero prohibido para las razas inferiores. Si el estado no se involucra, la humanidad está absolutamente condenada (un alegato convencional de cada eugenista de su generación), en tanto continuemos tolerando cosas como libertad y derechos humanos.

“No sorprende que razas superiores estén muriendo ante la lógica inevitable del individualismo, que, especialmente en las así llamadas ‘clases superiores’ contemporáneas, ha ocasionado que entre la gente se perdiera el deseo de reproducirse. Ni qué mencionar a todos los otros factores degenerativos, conectados con la vida social mecanizada y urbanizada y especialmente en una civilización que ya no más respeta la salud y las limitaciones creativas constituidas por las castas y las tradiciones del linaje de la sangre. Así, la proliferación se concentra en las clases sociales más bajas y en las razas inferiores, en donde el impulso como de animales es más fuerte que un cálculo y una consideración racionales. Los efectos inevitables son una selección revertida y el surgimiento y la arremetida de elementos inferiores, contra los cuales la ‘raza’ de castas y gente superiores, ahora exhaustas y derrotadas, pueden hacer poco como elemento espiritualmente dominante.”

Concluye este tratado de 1934 con un esquema sanguinario de un holocausto y la creación de un hombre nuevo:

“Eso es todo lo que podemos decir acerca de una cierta categoría de hombres en vista de la culminación de los tiempos, una categoría que, por virtud de su propia naturaleza, debe ser aquella de una minoría. Este camino peligroso puede ser pisoteado. Es una prueba de verdad. Para que sea pleno en su solución, es necesario que satisfaga las siguientes condiciones: todos los puentes han de ser derribados, que no haya apoyo alguno y nada de beneficios posibles; también, el único camino es ir hacia adelante. Es típico de una vocación heroica enfrentar la oleada más grande, sabiendo que dos destinos yacen adelante: aquel de aquellos que morirán con la disolución del mundo moderno, y aquel de aquellos quienes se encuentran a sí mismos en la corriente principal y real de la nueva corriente.”

En su oleada posterior de literatura, durante el resto de la década de 1930 que condujo a la Segunda Guerra Mundial, incluía reconstrucciones de la temprana historia pre-moderna, en donde en todo momento el mercader prevalecía sobre los señores de la guerra, el comercio y la armonía reemplazaban al rapto y al pillaje, Evola hace aspavientos. ¡La humanidad perdió su amor a la sangre y al horror y por tanto a la esencia de la propia vida!

Usted lee lo suficiente de esta cosa y todo se hace absurdamente predecible. La libertad en todas sus formas es el enemigo; la aspiración filosófica de las personas superiores es el odio, la violencia tribal, la dictadura, el amor mitológico de la mentira. Aun cuando los libros de Evola se vertieron en los años antes de la guerra, cada uno de ellos fue una variación sobre el mismo tema.

DEVANEOS CON LOS NAZIS

Al lograr avances el partido nazi en la política alemana, Evola quedó embelesado, poniendo todas sus esperanzas y sueños en la gran causa, y se convirtió en propagandista a tiempo completo, laborando en Alemania. Habló en nombre del Tercer Reich y se hizo de buen amigo del oficial nazi y constructor de campos de exterminio, Heinrich Himmler. Sus servicios eran tan apreciados, que Evola eventualmente se convirtió en un intelectual de fuste en los círculos nazis, un genuino intelectual a lo interno de una causa que brindaba cobertura a sus crímenes, a la vez que alababa todos los aspectos de la guerra y del régimen de Hitler, como la mayor esperanza para la humanidad. Incluso terminó escoltando a Mussolini al escondite de Hitler durante la guerra. Evidentemente, la matanza de inocentes no sólo era algo bueno para él, sino que encarnaba en alguna concreción lo que él creía que debería suceder.

Evola llegó a ser un adorador de la violencia y la muerte a tal grado que hizo un hábito deambular alrededor de la obra efímera de Mussolini, La República Social, contemplando el significado espiritual de las bombas, tiempo durante el cual fue alcanzado por un proyectil que le dejó paralizado. Su discapacidad sólo agregó a su mística después de la guerra, época en que proclamó estar a favor de las juntas violentas que resistieron en pro de una utopía fascista, incluso después de las victorias aliadas. Evola terminó escapando del enjuiciamiento después de la guerra, muy posiblemente al aburrir hábilmente al jurado con sus abstrusas incoherencias filosóficas.

Los escritos de sus últimos años demuestran que nunca abandonó su fe en la revolución fascista. Su libro de 1974, Fascism as Viewed from the Right [El Fascismo visto desde la derecha] minimizó algunos de sus conceptos extraños acerca del sexo y la raza, pero reiteró el tema principal: el estatismo como reemplazo del liberalismo clásico.

“El verdadero estado será orientado tanto contra el capitalismo como contra el comunismo. En su centro se erguirá un principio de autoridad y un símbolo de trascendencia de la soberanía... El estado es el elemento primario que precede a la nación, al pueblo y a la sociedad. El estado -y con el estado todo lo que es apropiadamente constituido como el orden político y la realidad política- se define esencialmente sobre la base de una idea, no por factores naturalistas o contractuales.”

EL PARAÍSO PERDIDO

En cuanto a su visión, el barón Evola difícilmente era excepcional en su clase. A fines del siglo XIX, hubo muchos de tales nobles menores, quienes se sintieron varados en la era de la democracia, sueltos en el mundo, brillantes y privilegiados pero sin deseos de adquirir una educación convencional y mucho menos asumir en empleo regular. La Primera Guerra Mundial sacudió su linaje moral, así que muchos se convirtieron a un nihilismo absoluto, debido a su furia ante su difícil situación personal. También sucedía que resultaban ser la persona más lista en la habitación y eso ellos lo sabían.

¿Qué hacer? ¿Dónde ir? Básicamente, muchas de estas personas se convirtieron en El Comodín [Nota del traductor: de los naipes], gente que quería ver arder al mundo moderno. El mundo que conocían y que aborrecían. Pero, Mussolini era la esperanza. Hitler era la esperanza, El hombre fuerte determinado, el uso de la fuerza masiva para echar hacia atrás a la historia, el campo de exterminación y las eventuales cámaras de gas: estas eran la esperanza. Esas mentes desubicadas no podían luchar, pero podían pensar, dar charlas y escribir. Escribieron tratados acerca de por qué la muerte masiva era fuente de la vida. Pasaron de ser ángeles únicos de la vieja Europa, a ser los satanes en la nueva, tal como el Vaticano dijo de Evola. ¿Y en la actualidad? Su legado continúa viviendo, trágica y horriblemente.
Así lo tengo de claro: no soy indiferente ante su difícil situación personal. Todo mundo tiene una razón para ser como lo es. Pero, el hecho es que ellos usaron sus dotes para el mal, y hay multitud de cómplices para lograrlo.
EL ATRACTIVO DEL GNOSTICISMO¿Por qué hay gente que es atraída por los puntos de vista de tales pensadores? ¿Por qué las obras de Evola están siendo nuevamente traducidas y vendidas? ¿Por qué existe un Juliusevola.com (http://www.juliusevola.com/)?

Usted podría teorizar que eso es lo que usted obtiene cuando la izquierda va tan lejos; crea una derecha radical que es como la imagen en un espejo. Ese puede ser un factor. No obstante, con mayor fundamento, Eric Voegelin está en lo correcto: tiene que ver con la atracción de la enseñanza secreta, la gran atracción gnóstica, que emana de una desconfianza inicial en la enseñanza y sabiduría convencionales y que conduce a la búsqueda de alguna visión perdida y suprimida del mundo.

Gente como el barón Evola tienen una tracción especial para tales personas, debido a su supuesto linaje aristocrático; esto sugiere la alienación del amo a la corrupción prevaleciente y señala la posibilidad de una revelación verdadera, alguna verdad oculta enterrada en la gran mente. Todo es mejor cuando gente como esa escribe tratados de miles de páginas, que reconstruyen la historia de la humanidad en términos super políticamente incorrectos, culpando la pérdida de la grandeza a invasores, pervertidos, a la feminización, casi siempre contra los judíos o alguna otra presunta voltereta artificial que aleja a la humanidad de su destino orgánico de ser conducida por hombres poderosos (y los lectores de tales libros siempre se imaginan a sí mismos como que están dentro de ellos).

Parece existir un placer furtivo en meterse a lo interno de tales trabajos obscuros, tal como cometer un pecado contra una sociedad corrupta y prescindible. Para los seguidores de tales pensadores, el que los libros no tengan mucho sentido es difícilmente un punto a tomar en cuenta. Lo que más importa es que el propio autor representa el aislamiento, la exclusión, la condena y que sus trabajos son suprimidos por las élites prevalecientes. Es el propio rechazo a su pensamiento por el sistema, lo que constituye la fuente de su poder entre gente afligida por tales ansias gnósticas.

EVOLA VIVE

Toda ideología reaccionaria -cada perspectiva de vida que alberga un resentimiento profundo contra la liberación de la humanidad de la privación y la barbarie- tiene una visión de un pasado idealizado, una teoría de su declinación y caída, y un plan para su restauración, que es necesariamente violento. Los movimientos fascistas del período entreguerras en Europa se convirtieron en el papel atrapamoscas de todos estos activistas.

El pomposo y ridículo barón Giulio Cesare Andrea Evola, cuyos trabajos, hasta la fecha, seducen a seudo-intelectuales autoritarios y alienados de alrededor del mundo, vive gracias a sus obras traducidas en al menos cinco idiomas. Su pensamiento -como los escritos de los ocultistas medievales- es muy posible que atraiga a autodidactas melancólicos y amargados de todo el mundo y en décadas por venir. Tanto Steve Bannon como Milo Yiannopoulos han citado a Evola como una inspiración.

Y la mayor ironía de todo esto: las ideas de Evola son accesibles en la actualidad debido a la propia tecnología –y a los ideales detrás de esa tecnología- a la cual él dedicó su vida a oponerse. Ludwig von Mises tiene la última palabra: “el fascismo no es como los fascistas berrearon, ‘un nuevo camino hacia la vida’; es más bien el viejo camino hacia la destrucción y la muerte.”

Jeffrey Tucker es Director de Contenidos de la Fundación para la Educación en Economía [Foundation for Economic Education]. Es también oficial principal de la Libertad y fundador de Liberty.me, miembro honorario distinguido de Mises Brazil, compañero de investigación del Instituto Acton, consejero de política del Instituto Hearthland, fundador de la Conferencia CryptoCurrency, miembro de la junta editorial del Molinari Review, asesor del grupo constructor Factom de la aplicación blockchain y autor de cinco libros. Ha escrito 150 presentaciones de libros y muchos miles de artículos que aparecen en la prensa académica y la popular.