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Jorge Corrales Quesada
04/09/2017, 11:47
Un acontecimiento que da lugar a reflexiones importantes como ésta para quienes apreciamos la libertad y los derechos del hombre.


CINCO MODOS EN QUE LAS MARCHAS DE CHARLOTTESVILLE RESULTARON SER CONTRAPRODUCENTES
Jeffrey A. Tucker
Fundación para la Educación Económica
Jueves 17 de agosto del 2017
Es una regla de los movimientos sociales y políticos que no pueden controlar plenamente el resultado de sus esfuerzos. Las acciones provocan reacciones, muchas de ellas no anticipadas y ciertamente no deseadas. Eso se debe a que ningún grupo, sin importar qué tan poderoso es, puede controlar las mentes humanas de otros que no son parte de su causa.

Esta es la razón por la cual muchos movimientos impulsados por la ética de la revuelta y las intenciones revolucionarias han creado tantos desórdenes imprevistos que, a menudo, son lo opuesto de sus objetivos establecidos.

Tal es el caso de quienes marcharon para “Unir a la Derecha” (derecha alternativa, fascista, supremacista blanca, revanchista, nazi, etcétera), los que descendieron sobre Charlottesville, el pacífico pueblo de Virginia. Antes de continuar leyendo, le sugiero enfáticamente que vea este video acerca de la marcha. Demuestra la verdad y brinda el contexto que usted necesita. [Nota del traductor: Puede obtenerlo en youtube charlottesville race and terror vice news tonight in HBO o en la versión en inglés de este artículo].

A Donald Trump y a muchos otros les gusta decir que también había “buenas personas” marchando, pero, eso ignora el título completo del rally. El tema “Unir a la Derecha” significa que cualquiera que estuviera participando necesariamente estaba dejando de lado diferencias con los nazis y el Klan, para lograr el objetivo de llegar a tener una presencia política nacional (la controversia acerca de la estatua de Robert E. Lee fue tan sólo la excusa).

Las secuelas de la marcha han tenido repercusiones muy diferentes de lo que ellos esperaban.

LAS ESTATUAS DERRIBADASHace tan sólo unos pocos años, la idea de derribar las estatuas de los generales de la Confederación esparcidas por todo el Sur de los Estados Unidos, habría sido impensable. Charlottesville era una prueba de fuego: tal vez esa estatua de Lee [Nota del traductor: general que encabezó los ejércitos confederados en la Guerra de Secesión] debería irse, simplemente porque parecía ser una distracción al progreso que los ciudadanos querían y un recuerdo innecesario de un pasado doloroso. El gobierno local de la ciudad votó por removerla. Eso precipitó la manifestación.

Para estar claros, hay argumentos defendibles para reconocer a los muertos confederados. Pero, los manifestantes no eran impulsados por una sociedad que apreciara la herencia, como los Hijos de los Veteranos de la Confederación (mi bisabuelo era un médico en una tropa del Sur y mi nombre viene de Jefferson Davis [Nota del traductor: presidente de la Confederación durante la Guerra de Secesión]), sino por los más duros y amargados de la derecha sólida, ideólogos anti-liberales. Esa asociación ha alimentado más al movimiento anti-estatua entre activistas, y en la actualidad nadie está protegido. Están siendo derribadas en las obscuridades de la noche, derribadas por los consejos municipales por todo el Sur y condenadas como nunca antes. Es posible que nada sobrevivirá a esto.

¿Deberían quedarse o no las estatuas? Estas estatuas tienen una historia compleja. No fueron erigidas para honrar a los confederados muertos con posterioridad a la guerra y tampoco al final de la Reconstrucción [Nota del traductor: período entre 1865, año en que terminó la Guerra de Secesión y 1877]. La mayoría apareció a principios de la década de 1920, a fin de enviar un mensaje de que la liberalización racial, que había sucedido entre 1880 y 1900, no iba a darse más. La normalidad y el progreso serían reemplazados por el movimiento “progresista”, racista y estatista, unido alrededor de nuevas leyes eugenésicas, zonificaciones, supremacía blanca, exclusión forzosa, segregación estatal, etcétera –políticas apoyadas no por el pueblo, sino por élites blancas infectadas por el temor demográfico y la seudo-ciencia. Es el momento cuando un movimiento empezó a erigir estas estatuas, no para honrar la historia, sino como símbolo de intimidación y control estatal de la asociación.

La estatua en Charlottesville fue levantada el mismo año en que se impusieron restricciones a la inmigración por razones explícitamente eugenésicas y en que fueron endurecidas las leyes Jim Crow [Nota del traductor: leyes estatales y locales aprobadas entre 1876 y 1975, para impulsar la segregación racial en instituciones públicas] y un grupo entero de la población enfrentó lo que significaba un intento de exterminación (esta no es una exageración, sino una descripción de una realidad bien documentada).

En otras palabras, Lee (en muchas formas una figura trágica) fue luego secuestrado por un movimiento malvado al cual posiblemente nunca habría apoyado, a pesar de los errores de aquél. De manera que la controversia acerca de si la estatua debería o no quedarse, realmente no es acerca de una guerra que sucedió medio siglo antes de que fuera edificada, sino acerca de ser un símbolo de control racial. Esa es la memoria con la cual estamos lidiando aquí. Es muy similar a cómo hoy los neo-nazis están abusando su legado trágico en servicio de una agenda peligrosa.

LA REPUGNANCIA DEL PÚBLICO

Durante la campaña presidencial del 2015, Hillary Clinton famosamente atacó a los “deplorables” que estaban apoyando a Trump, incluyendo racistas duros y fascistas. El resultado fue el enojo: parecía que estaba llamando a todos los partidarios de Trump con esos nombres. En efecto, a los partidarios de Trump –muchos de quienes eran tan sólo gente disgustada por las políticas de su predecesor y que querían un cambio fundamental en el gobierno- se les cargó el nombre de “deplorables.”

La mayoría de la gente en esos días -nunca olviden que la mayoría de personas más normales no siguen a 4chan o Twitter [Nota del traductor: 4chan es un sitio imaginario de la red en que usualmente se postean comentarios anónimos recientes]- no tenía ni idea acerca del movimiento creciente de ideólogos de la derecha dura que se estaba reuniendo en ese momento, utilizando a Trump para sus propios fines.

La marcha para “Unir a la Derecha” de Charlottesville cambió todo. Lo que vimos en los videos en línea y reportes de noticias fue lo que parecía como una peligrosa fuerza paramilitar, nadie de la ciudad, con destellos del período entreguerras, portando antorchas, insignias de estilo nazi, banderas y gritando eslóganes anti-semitas y racistas. En nada parecido a las protestas del Tea Party [Partido del Té]. Era algo totalmente diferente y en verdad aterrador para los residentes de ese pueblo idílico.

En otras palabras, parecía ser deplorable. Fue el nacimiento de este movimiento en la corriente principal. Pero, en vez de alimentar algún tipo de revolución blanca, los resultados han sido exactamente los opuestos. Este movimiento parece ser anti-estadounidense, lleno de odio, sin tener el control de la participación civil normal, verdaderamente peligroso para el orden público y de un extraño origen externo. Eso no parecía ser como una libre expresión; parecía una amenaza. No era acerca de demandar libertad, sino más bien de demandar poder.

Eso es lo que cuenta para la conmoción y desorientación entre comentaristas republicanos y conservadores, quienes no querían nada que ver con esta gente y con las ideas detrás de ellos. Desde mi punto de vista, esto es muy bueno. Desde el punto de vista de ese movimiento, no es presumiblemente aquello que andaban buscando.

Lo que para mí es fascinante es cómo esta gente llegó a un punto sin retorno, olvidando controlarse a sí mismos con observaciones tales como: “¿piensa usted que es sabio que desfilemos con la misma gente contra las cuales los Estados Unidos fue a la guerra para derrotarla, hace tan sólo 70 años?”

Para entender eso se requiere que nos sumerjamos en el tipo de psicología de grupo que conduce a tales movimientos fanáticos –es demasiado para hacerse cargo de ello aquí.

MEDIDAS ENÉRGICAS DEL GOBIERNO

Quienes marcharon utilizaron para su ventaja las leyes de Virginia que permiten portar armas expuestas y que protegen la libre expresión y la libre asociación. También, para que fueran escuchados, usaron el llamado a la tolerancia de sus ideas. La Asociación de Libertades Civiles (ACLU), creo, estaba en lo correcto al luchar en favor de los derechos de expresión de los manifestantes.

Dicho eso, no era una marcha acerca de derechos humanos; era una marcha para amenazar a otros y una demanda de poder. Ha impulsado investigaciones del ministerio de Justicia de los Estados Unidos, una renuncia de la directiva de la ACLU y un amplio cuestionamiento acerca de cómo ese fiasco, que resultó en tanto caos, fue, para empezar, tolerado.

Casi que estamos seguros que veremos un incremento en la vigilancia gubernamental sobre los grupos de odio, de monitoreo de nuestras comunicaciones en línea, de restricciones acerca de la organización política –todo en reacción y respuesta y ante los aplausos de un público aterrorizado.

Precisamente, es acontecimientos como éste lo que causa que la gente pierda libertad, no que la gane. Si algún participante en el rally de “Unir a la Derecha” creía realmente que estaban luchando por la libertad, han logrado lo opuesto. Pero, también está esto: grupos como ese prosperan al ser perseguidos. Nunca desaparecen, especialmente éste, porque mucho de su espíritu se debe a cómo ellos han sido reprimidos y oprimidos. Hágalos víctimas y crecerán aún más.
IMPULSO A LA IZQUIERDALa verdadera tragedia de muchas de las respuestas a la marcha fue la falsa elección que planteó: que la única opción a la derecha alternativa es la izquierdista antifa [Nota de traductor: grupo de izquierda extrema que lucha contra el fascismo]. O, a la inversa, que si usted odia a la izquierdista antifa, no tiene otra oportunidad más que respaldar a la derecha alternativa. Esto es simple tontería. La mayoría de la gente que resistía ante lo que tenía todas las apariencias de una invasión nazi, eran ciudadanos regulares, no antifas. No hay nada “izquierdista” acerca de resentir la visión de nazis apoderándose de espacios públicos.

Fue una verdadera inspiración ver la respuesta de los grupos de comerciantes, condenando al racismo y al fascismo en palabras que no eran vacilantes. Los negocios aman la paz y la amistad, no el odio y la agitación civil.

No obstante, políticamente no está claro si esa respuesta se hará oír. La gente que más se ha opuesto al surgimiento del movimiento nazi en los Estados Unidos ha sido la izquierda, y el resultado podría en verdad incrementar los prospectos del movimiento de Bernie Sanders, dado que la repugnancia conduce a que se abrace a su aparente opuesto.

Por cierto, esto es precisamente por qué es importante que los liberales clásicos [o los libertarios] hablen con la verdad y una convicción valiente. Simplemente no podemos permitir que la izquierda sea la única voz ideológica de la oposición.

EL LEGADO DE TRUMP

Probablemente es muy temprano para decir qué cosa definirá el legado de Trump en su cargo, pero podría serlo su defensa de los manifestantes y la igualación de sus malos elementos con los otros malos elementos que se opusieron a ellos. Fue la afirmación exacta que en verdad deseaban los aspectos más indefendibles de la derecha alternativa. Y, así, no fue una sorpresa que incluso algunos de los defensores previos de Trump se alejaran de él en los días siguientes.

Usted no puede ceder su credibilidad en torno a temas básicos como los derechos humanos y la dignidad de cada vida humana y esperar conservar el apoyo político en el largo plazo. Estamos sumamente lejos en el camino hacia la paz y la emancipación universal para llegar a aquello. El futuro es brillante y no sombrío y sangriento, tal como lo imaginan esos marchistas y quienes los apoyan.

Mucha gente anteriormente ha predicho el final del enfoque de Trump, pero hay algo que en esta ocasión parece ser distinto. Es triste, porque Trump tiene muchas buenas ideas -ideas que evidentemente no son tan importantes para él- y representa demasiadas causas buenas (por las cuales ha hecho muy poco) para que esto suceda. Pero, cuando usted escoge morir en una colina de fanatismo e intolerancia, no permanece suficiente credibilidad como para hacer cualquier otra cosa.

Ningún movimiento basado en la aspiración de gobernar y oprimir a otros puede anticipar plenamente cómo resultarán sus actividades en el curso del tiempo. En este sentido, la derecha alternativa se ha hecho un flaco favor a sí misma y, tal vez, también igualmente a todo el mundo.

La pregunta es: ¿qué van a hacer las personas que aman los derechos humanos y la libertad acerca de esto? Al final de cuentas, la única resistencia realmente efectiva surge en qué es lo que creemos y en cómo vivimos nuestras vidas, Hemos visto lo que no amamos. El asunto verdadero es si podemos hallar y luego construir aquello que verdaderamente amamos.

Jeffrey Tucker es Director de Contenidos de la Fundación para la Educación en Economía [Foundation for Economic Education]. Es también oficial principal de la Libertad y fundador de Liberty.me, miembro honorario distinguido de Mises Brazil, compañero de investigación del Instituto Acton, consejero de política del Instituto Hearthland, fundador de la Conferencia CryptoCurrency, miembro de la junta editorial del Molinari Review, asesor del grupo constructor Factom de la aplicación blockchain y autor de cinco libros. Ha escrito 150 presentaciones de libros y muchos miles de artículos que aparecen en la prensa académica y la popular.