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Jorge Corrales Quesada
03/09/2017, 19:49
No creo que se requiera una mejor y más transparente explicación que la que el economista Donald J. Boudreaux les brinda a los trabajadores actuales en la economía, acerca de la conveniencia actual y futura del libre comercio en comparación con el proteccionismo. Ustedes apreciarán su lectura.

UNA CARTA PÚBLICA A LOS TRABAJADORES DE INDUSTRIAS EN DECLIVE
Por Donald J. Boudreaux
Foundation for Economic Education
Viernes 02 de junio del 2017

Apreciado Trabajador Preocupado:

Aquellos de nosotros quienes apoyamos al libre comercio, a menudo somos acusados de ser insensibles y de estar alejados de la realidad -incluso de intelectuales presumidos- al explicar los beneficios del comercio internacional. Estos beneficios incluyen evitar el daño generado por el proteccionismo –daño real pero que no es observado y del cual casi todo mundo no se da cuenta. Al formular nuestro caso en favor del libre comercio, nosotros los economistas somos regañados por escribir y hablar de manera tal que ningún trabajador, que recientemente ha perdido su empleo debido a las importaciones, se pueda sentir tranquilo o consolado.

No hablo por mis colegas economistas o por mis compañeros librecambistas, pero aquí confieso que muy a menudo defiendo pobremente al libre comercio y presto oídos sordos a las realidades de los trabajadores, preocupados por su sustento y el de sus familias.

De forma que, mi apreciado Trabajador Preocupado, le escribo ahora que usted está empleado y tranquilo ante una ansiedad inusual. Le escribo a usted, como a alguien cuya situación en la vida le permite reflexionar calmadamente, sobriamente y con madurez, no sólo acerca de la situación de hoy, sino, principalmente, acerca de los mañanas que vendrán –pues, como creo que usted lo sabe, vivirá casi todo el resto de su vida, no hoy, sino en aquellos mañanas.

EL MAÑANA MEJOR POSIBLESé que usted es una persona que mira más allá del hoy y que le interesa, no sólo lo que está presente para el resto del hoy, sino también acerca de lo que le espera en el mañana y en los muchos mañanas después de ese. Y sé que usted ama y le importan enormemente sus hijos y sus nietos. Usted desea que ellos prosperen y que estén protegidos. En efecto, su interés acerca de los mañanas es primordialmente acerca del bienestar de sus hijos y nietos.

Yo también sé que usted es alguien que tiene un sentido de la justicia. No es alguien quien quiere ganar injustamente o prosperar a expensas de otros, quienes con ello se empobrecerían a cambio de su prosperidad.

Por tanto, cuando yo, como economista, expongo el caso en favor del libre comercio, estoy formulando el caso en favor de mejores mañanas. El argumento en favor del libre comercio tiene muchos elementos diversos. Son abrumadoramente, aunque no en exclusivo, acerca del mañana.

Brevemente, le escribo a usted ahora, como un compañero adulto cuyas preocupaciones e intereses se extienden más allá del aquí y del ahora, y más allá de sus estrechos intereses propios.

Usted -apreciado Trabajador Preocupado- debe apoyar al libre comercio porque, ante todo, le asegura tanta prosperidad como sea posible a sus hijos y a sus nietos. Pero, eso no es todo. El proteccionismo, al cual usted hoy puede verse tentado a apoyar, en efecto protegerá esos empleos que usted ahora ve y con los cuales se encuentra familiarizado –empleos que usted y su esposa ahora tienen o que sus vecinos y sus amigos tienen ahora. En efecto, perder esos empleos sería una experiencia dolorosa.

Pero, por favor, sepa que si esos empleos hoy están protegidos mediante aranceles u otras restricciones al comercio, hoy existen conciudadanos en algún otro lado, quienes perderán sus empleos o que no podrán encontrar nuevos empleos que podría tener en ausencia de los aranceles.

MIS COMPATRIOTASNadie puede decir con certeza qué tan desafortunados son aquellos conciudadanos que pierden sus empleos, Pero, sabemos que existen. La disciplina de la economía nos dice que existen. Sabemos que estos conciudadanos, que son despedidos de sus trabajos, existen debido a que los aranceles que protegen a su empleo, ocasionan que los extranjeros tengan menos dólares para gastar e invertir en los Estados Unidos. Esos menores gastos e inversión -inversión y gasto que se reducen en todo el país- es lo que causa que algunos conciudadanos sufran ese mismo duro destino (pérdida temporal del empleo) del cual los aranceles hoy le protegen a usted.

Tal vez usted permanece calmado ante esta injusticia, pero, al confiar en que usted es una persona decente y buena, tengo la seguridad de que, ahora que usted sabe que la protección de su empleo actual se da expensas de los empleos actuales de algunos compatriotas estadounidenses, su apoyo hacia los aranceles es menos entusiasta.

En un momento en que hay una pérdida real del empleo, su preocupación hacia sus conciudadanos bien puede ceder su lugar, profundamente entendible, hacia una preocupación mayor por usted y su familia –y así apoyará los aranceles para proteger su empleo. Pero, cuando su empleo no está en un riesgo inmediato de ser destruido -cuando usted puede reflexionar (como una persona debe hacerlo, para que una democracia funcione bien) acerca del panorama más amplio y de mayor plazo- usted, espero, se opondrá a las tarifas como algo por principio, debido a que usted se opone a que se den privilegios para algunos a expensas de otros.

Aun así, incluso si usted es menos competente de lo que yo considero en cuanto a pensar acerca de las políticas gubernamentales desde una perspectiva más amplia que su estrecho interés material propio, al conocer acerca de lo que le acabo de decir en torno a los efectos de los aranceles, deberá conducirle a apoyar el libre comercio.

Si su empleo todavía no está amenazado por las importaciones, otros empleos estadounidenses -empleos que tienen otros estadounidenses a quienes usted no conoce- casi que con certeza están siendo destruidos por las importaciones. Y así, si las tarifas se usan para proteger estos empleos, es muy posible que entre los empleos que pronto serán destruidos por esos aranceles, está el suyo.

E incluso si esas tarifas no destruyen su empleo, ciertamente que reducirán sus salarios reales, hoy y en el futuro. Los aranceles elevarán los precios de los bienes y servicios que usted compra para usted y su familia. Las tarifas funcionarán como una reducción de su salario. En realidad, observar tal reducción de su salario y entender su origen, es casi imposible sin no se entiende a la economía básica del comercio. Pero, una vez entendida esa economía, sabe que la reducción del salario es verdadera.

En resumen, la economía enseña que su informado interés propio le deberá conducir a que apoye al libre comercio.
Incluso, el caso en favor del libre comercio es mucho más fuerte, si usted quiere a sus hijos y a sus nietos (lo cual, de nuevo, creo que a usted le interesan y mucho). Inclusive si a usted le importa poco que los compatriotas sufran un desempleo temporal, como resultado de un arancel que protege su empleo, y aun cuando a usted le importe poco la pérdida de hoy del poder adquisitivo de los otros estadounidenses, causado por las tarifas, esas tarifas le aseguran que las oportunidades económicas que se abran para sus hijos y nietos serán menores y peores que las que tendrían si no hubiera aranceles.

LAS TARIFAS MANTIENEN BAJOS A LOS SALARIOSLos aranceles mantienen a los recursos atados en -para usar el lenguaje popular de los medios y de las campañas políticas- “las industria y empleos del ayer.” Al mantener a la mano de obra y a otros recursos atados a industrias protegidas en existencia, las tarifas impiden la creación y el crecimiento de industrias nuevas, más innovadoras y más productivas. Asimismo, debido a que las tarifas disminuyen el tamaño del mercado al que tienen acceso los productores domésticos, los aranceles impiden que muchas empresas que, de otra forma se expandirían para lograr tamaños mayores y más eficientes de sus operaciones, los puedan lograr.

Por tanto, la productividad de los trabajadores en estas empresas se mantiene artificialmente baja, lo que significa que los salarios de los trabajadores en estas firmas sean mantenidos artificialmente bajos debido a esos aranceles. (Incluso usted puede estar entre los trabajadores cuyos salarios se mantendrán artificialmente bajos debido a los aranceles. Y, a menos que usted entienda la economía básica del comercio, nunca podrá ni siquiera sospechar que esa desafortunada posibilidad pueda ser algo real).

Con el paso del tiempo, se acumulan las ineficiencias y el estancamiento causados por el proteccionismo. Para el momento en que sus hijos estén en sus mejores años laborales, las oportunidades que se les abran serán mucho peores que lo que esas oportunidades habrían sido, si las tarifas no hubieran estado vigentes en el pasado para proteger empleos e industrias del pasado de sus hijos. Los aranceles que hoy están vigentes, para ponerlo sin rodeos, se asegurarán de que mañana sus hijos estén trabajando en el pasado.

Esta negación de oportunidades y prosperidad que sufrirán sus hijos debido a las tarifas, serán aún peores para sus nietos. El estancamiento y la putrefacción de los aranceles se acumulan a lo largo del tiempo. (No lo olviden: el punto esencial de las tarifas es proteger los empleos y las empresas de la actualidad de las fuerzas de la competencia económica y del cambio económico).

Esta realidad es una de las lecciones más importantes de la economía que, con seguridad, no brindan consuelo hoy cuando su empleo está en riesgo, debido al comercio internacional, pero, con seguridad, es de enorme significancia para aquellos de nosotros a quienes nos interesa no sólo el hoy y no sólo acerca de nosotros propiamente, sino que también nos interesan el mañana, acerca de otros y, en especial, acerca de nuestros hijos y nietos.

He abusado de su paciencia, apreciado Trabajador Preocupado. Así que termino aquí. Tal como dije arriba, el caso en favor del libre comercio -el caso en contra del proteccionismo- tiene muchos elementos, además de aquellos brevemente resumidos previamente. Todos ellos refuerzan los puntos aquí mencionados.

Les deseo lo mejor. Y estoy seguro de que usted, también, desea lo mejor para otros –aquellos otros que ya han nacido y aquellos otros, muchos otros, que aún están por llegar, con esperanzas de que tengan vidas largas, saludables, pacíficas y florecientes.

Sinceramente,

Don Boudreaux
Profesor de Economía
Universidad George Mason
Reimpreso de Cafe Hayek
Donald Boudreaux es compañero sénior del Programa F. A. Hayek de Estudios Avanzados en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center de la Universidad George Mason; es miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center, profesor de Economía y ex director del departamento de economía de la Universidad George Mason y ex presidente de la Foundation for Economic Education.