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Jorge Corrales Quesada
03/09/2017, 14:14
Con frecuencia uno lee, por ejemplo en Facebook, que tal o cual cosa es “gratis” o “gratuita”, como cuando se dice que la educación o la salud -entre muchas otras cosas- son gratuitas. Pero lo primero que uno aprende en economía es que ni siquiera el aire, que parece abundar infinitamente, no es escaso; por ejemplo, piense en el aire en el fondo de una mina o de un submarino. Lo cierto es que, derivado de esa escasez omnipresente, las cosas siempre cuestan, porque al hacerlas se deja de hacer otra cosa: eso es el costo de oportunidad. Llaman gratuitos a aquellos ejemplos porque equivocadamente asumen que una transferencia de alguien, por ejemplo de quien paga impuestos a otra persona que no tiene que desembolsar ese dinero, significa que el bien o servicio es gratuito. Pero una transferencia es diferente a que se diga que no tiene costo: todo tiene un costo. Para entender este concepto importante, en esta oportunidad les presento un comentario del economista David R. Henderson, acerca del llamado costo de oportunidad, que puede reducirse simplemente a costo.

EL COSTO DE OPORTUNIDAD
Por David R. Henderson
The Concise Encyclopedia of Economics

Cuando los economistas se refieren al “costo de oportunidad” de un recurso, dan a entender por ello al siguiente más valorado uso alternativo de ese recurso. Si, por ejemplo, usted gasta tiempo y dinero en ir a un cine, no puede pasar ese tiempo en la casa leyendo un libro y no puede gastar ese dinero en alguna otra cosa. Si la siguiente mejor alternativa a ver la película es leer el libro, entonces, el costo de oportunidad de ver la película es el dinero que ha gastado, más el placer que deja de recibir cuando no lee el libro.

La palabra “oportunidad” en “costo de oportunidad” es, en realidad, redundante. El costo de usar algo es ya el valor del uso alternativo más valuado. Pero, como bien lo saben los abogados especialistas en contratos y los pilotos de aeroplanos, la redundancia puede ser una virtud. En este caso, su virtud es recordarnos que el costo de usar un recurso, surge del valor de aquello en lo que, en vez de la opción escogida, podía haber sido usado.

Este concepto sencillo tiene poderosas implicaciones. Por ejemplo, indica que, aun cuando los gobiernos subsidian la educación universitaria, la mayoría de los estudiantes pagan más de la mitad del costo. Tome el caso de un estudiante que paga anualmente $4.000 de matrícula en una universidad pública. Suponga que el subsidio que el gobierno le da a la universidad equivale a $8.000 por estudiante. Parecería como que el costo es de $12.000 y que el estudiante paga menos de la mitad. Pero las apariencias pueden ser engañosas. El verdadero costo es de $12.000 más el ingreso que el estudiante deja de percibir al asistir a la universidad, en vez de trabajar. Si el estudiante podría haber ganado $20.000 al año, entonces, el verdadero costo de un año de educación es de $12.000 más $20.000, dando un total de $32.000. De este total de $32.000, el estudiante paga $24.000 ($4.000 de matrícula más $20.000 de ingresos que dejó de percibir). En otras palabras, aun con un jugoso subsidio del estado, el estudiante paga el 75 por ciento del costo total. Esto explica por qué los estudiantes de las universidades estatales, si bien pueden quejarse cuando el gobierno eleva las matrículas en, digamos, un 10 por ciento, no se retiran en tropel de las universidades. Un 10 por ciento de aumento en una matrícula de $4.000 es tan sólo $400, lo cual es menos de un 2 por ciento de aumento en el costo total del estudiante.

¿Y qué hay del costo de habitación y alimentos mientras asisten a la universidad? Esto del todo no es un costo verdadero de asistir a la universidad, pues ya sea que el estudiante asista o no a clases, aun así tiene que cubrir los gastos por habitación y alimentos.
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ACERCA DEL AUTOR
David R. Henderson es editor de The Concise Encyclopedia of Economics. Es miembro investigador del Instituto Hoover de la Universidad Stanford y profesor asociado de economía en la Escuela Naval de Postgrado en Monterrey, California. Fue economista sénior del Consejo de Asesores Económicos del presidente Ronald Reagan. ________________________________________
LECTURAS ADICIONALES
Alchian, Armen. “Cost.” En Encyclopedia of the Social Sciences. New York: Macmillan. Vol. 3, pp. 404–415.
Buchanan, J. M. Cost and Choice. Chicago: Markham. 1969. Republicado como una Reimpresión de Midway. Chicago: University of Chicago Press, 1977. Disponible en línea en: http://www.econlib.org/library/Buchanan/buchCv6.html