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Jorge Corrales Quesada
02/09/2017, 18:30
Este es un buen comentario de un mejor libro [Arguments for Liberty, editado por Aaron Ross Powell & Grant Babcock e impreso en el 2107 por el Cato Institute]. Pensé que la lectura que aquí traduzco serviría como descanso mental, en el marco del trasiego de tantas cosas baladíes que suceden alrededor de uno. Pero, ante todo, porque para ese diario vivir, la vigencia de la libertad es esencial.


PROS Y CONTRAS DE LA LIBERTAD
Por Arnold Kling
Library of Economics and Liberty
1º de mayo del 2017

El libro Arguments for Liberty [1] está constituido por una colección de ensayos acerca de la libertad, con cada autor arguyendo desde un maro ético diferente. Un autor utiliza el utilitarismo, uno emplea la ética de la virtud, uno emplea los derechos naturales, etcétera. La idea del libro es que, independientemente de la filosofía moral básica de cada uno, la conclusión favorece a la libertad.

Los autores proveen explicaciones claras y profundas del pensamiento de Aristóteles, Tomas Hobbes, John Stuart Mill, Immanuel Kant, John Rawls, Robert Nozick y otros. Sus escritos son claros y libres del argot académico. Los Arguments servirían como un buen libro para suplementar las lecturas de un curso sobre filosofía política. Tal curso podría usar otro suplemento, consistente de lecturas de filósofos argumentando en favor de las ideas no liberales clásicas. Yo sugiero un par de ellas posteriormente en este ensayo.

En los Arguments, cada autor tiene dos tareas. Una tarea es explicar y defender su marco ético preferido. La segunda tarea, mostrar que el marco ético implica un punto de vista liberal clásico.

Christopher Freiman formula el caso utilitario para la libertad. Su discusión acerca de la libertad se enfoca en mucho en la libertad económica, incluyendo,

“... derechos robustos de propiedad privada, libertad para intercambiar y libertad para contratar; el papel central de los mercados en la producción y distribución de bienes; y la minimización de interferencia contundente en las elecciones privadas de las personas.” (Página 16).

Freiman concluye en que,

“La gran virtud del mercado, desde una perspectiva utilitaria, es que nos conduce a promover la felicidad de otros, sin demandar que nosotros prioricemos su felicidad o tampoco saber cómo hacerlos felices. Ninguna institución es perfecta, pero el mercado hace el mejor trabajo para extraer beneficios sociales de la oferta limitada de imparcialidad e información de la gente.” (Página 47)

El principio utilitario del “mayor bien para el mayor número” tiene problemas, tal como otros autores lo indican. Si matarme y cosechar mis órganos para trasplantarlos a otros es la forma de lograr el mayor bien para el mayor número, entonces, el utilitarismo aparecería justificando hacerlo así. Para evitar esto, los utilitarios deben apelar a diferentes niveles del argumento. Pueden decir que, si todo mundo viviera bajo la amenaza de ser matado para obtener órganos, entonces, la mayoría de la gente sería infeliz, de forma que una regla contra tal cosecha de órganos, sería utilitaria.

Este así llamado utilitarismo de reglas es similar al imperativo categórico de Immanuel Kant, tal como lo expone en su capítulo Jason Kuznicki. Kant apuesta que nosotros actuamos como si nuestra elección fuera una ley universal de la naturaleza. En el ejemplo de la cosecha de órganos, si llegara a ser una ley universal de la naturaleza que la gente podría ser asesinada para poder cosechar sus órganos, ello conduciría a un miedo y conflicto terribles.

El ejemplo de la cosecha de órganos es una ilustración de una persona que es usada como medio para el fin de otras. Si yo no quiero hacer algo, pero otros me obligan a hacerlo, a fin de servir sus fines, entonces, estoy siendo usado como un medio. Kant creía que el principio de tratar a otros como fines, en vez de medios, estaba incorporado en el imperativo categórico. Kuznicki dijo que esto razona contra el poder estatal porque,

“... los estados simplemente usan a las personas como herramientas. Muy posiblemente ellas son incapaces de hacer otra cosa. Para hablar con mayor precisión, los agentes del estado fijan metas que ellos desean conseguir, y obligan a los ciudadanos a que traten de lograrlas, a pesar de la dignidad y autonomía de los ciudadanos.” (Página 102)

El argumento de que las personas no deberían ser tratadas como medios para los fines de otras, nos conecta con la filosofía de los derechos naturales, que es el objetivo del ensayo de Erick Mack. Él alega que,

“... todos los individuos tienen derechos naturales con los cuales no se debe interferir (la no interferencia) en su prosecución del bienestar personal. Aún más específicamente, todos los individuos poseen derechos naturales a la auto-propiedad, derechos naturales para adquirir y ejercitar control discrecional sobre objetos extra-personales, y derechos naturales para el cumplimiento de los acuerdos hechos con ellos.” (Página 85).

Para mucha gente, esto plantea la pregunta de quién protegerá esos derechos naturales. Aunque los filósofos de la libertad pueden despotricar contra el estado, la mayoría de las personas (incluyendo muchos liberales) no pueden ver cómo estos derechos pueden ser protegidos en ausencia del estado. No obstante, incluso aún si en teoría un gobierno deba proteger los derechos naturales, en la práctica un gobierno puede descartar la noción de derechos naturales, o puede alterar la definición de Mack de derechos naturales, más allá de todo reconocimiento.

En los Estados Unidos contemporáneos, el público parece aceptar la invasión del gobierno a los derechos naturales. ¿Cómo puede uno cambiar las mentes de la gente?

Michael Huemer trataría de cambiar las mentes de la gente apelando a la intuición. Su “intuicionismo” significa que construyamos teorías éticas a partir de ejemplos. Dice Huemer,

“La forma en que normalmente funciona el conocimiento humano es que llegamos primero a conocer cosas específicas, y luego a conocer cosas generales, abstractas –como mucho... al aceptar alguna descripción general de lo que es la justicia, uno primero debe conocer, en muchos casos individuales, lo que es una acción justa o injusta.” (Página 264)

La intuición primaria de Huemer por la libertad es que, si nos vemos ofendidos por la interferencia en nuestra libertad por un conciudadano, entonces, justamente seríamos igualmente ofendidos si la misma acción fuera llevada a cabo por un agente del estado. Él escribe que,

“Imagínese que yo vivo en una villa que tiene algunas personas pobres, quienes no reciben el cuidado adecuado. Suponga que voy por toda la villa, demandado contribuciones para una organización caritativa que yo dirijo. Si todos rehúsan contribuir, los secuestro usando una pistola y los encierro en una celda por un período extenso. ¿Cuál es el estatus moral de mi comportamiento?

... mi comportamiento en ese escenario parece ser análogo a aquel de un gobierno que, por medio de impuestos, recolecta fondos para programas de bienestar social.” (Página 268)

Nunca he considerado a este argumento como convincente. [2] Cuando en definitiva se llega a la intuición, casi que todo mundo diferencia entre un vigilante de la caridad y las instituciones del gobierno. Aceptamos lo último para vivir en paz el uno con el otro.

Kuznicki escribe que,

“Kant creía que típicamente los derechos de propiedad surgieron gradualmente, a partir de reivindicaciones repetidas, contra-reivindicaciones, adjudicaciones y reafirmaciones, en vez de algún acto definitivo de acuerdo o asignación, ya sea por el estado o por individuos... la legitimidad puede emerger a través del tiempo. Dado el origen inicialmente arbitrario de casi todo título a la propiedad de la tierra, en este caso no hay otro camino hacia adelante. Ya sea que concedamos que todo el mundo ha sido robado, después de lo cual debamos establecer un institución para redistribuir todo, o admitamos que errores del pasado se corrigen mejor, si se hacen de manera gradual.” (Paginas 110-111)

En el mundo real, los derechos de propiedad son impuros. Desde mi punto de vista, lo mismo es cierto para las instituciones gubernamentales. Han surgido gradualmente, desde un proceso que involucró muchas disputas, acuerdos temporales y reafirmaciones. No es absurdo, como lo diría Huemer, que exista un conjunto de instituciones dentro de las cuales los individuos puedan extraer fondos para caridades por la fuerza, aunque nosotros no permitamos que individuos actuando fuera de tales instituciones hagan tal cosa. Las instituciones de la policía, las legislaturas y las cortes son, como los derechos de propiedad, un fenómeno que emerge. Consultar a nuestra intuición no conduce a que uno rechace el gobierno, como tampoco conduce a que uno rechace los derechos de propiedad.

Viniendo tras los capítulos acerca del utilitarismo, los derechos naturales y otros marcos éticos únicos, de forma que cada uno de ellos pueda parecer correcto, no sorprende que el capítulo final de Jason Brennan acerca del “pluralismo moral” sea el más agradable. Él alega contra los marcos éticos únicos. En vez de ello, dice Brennan todos nosotros tenemos lo que él llama principios morales de “nivel medio”, que incluyen principios utilitarios, el principio de tratar a la personas como fines y no como medios, y otros principios. Los dilemas éticos resultan de conflictos entre esos principios y no pueden ser resueltos por un sólo principio predominante. Dice Brennan,

“La idea tras la metodología del pluralismo moral es que, aun cuando podamos estar en desacuerdo acerca de teorías morales fundamentales, cada uno puede estar de acuerdo con un conjunto compartido de principios de nivel medio. Al tratar de resolver los debates acerca de qué hacer aquí y ahora, deberíamos tratar de apelar a aquellos principios de nivel medio más obvios, en vez de alguna teoría fundamental menos obvia.” (Página 325).

Este tipo de pluralismo moral,

“... no ofrece una defensa del liberalismo de 60 segundos –o, para el caso, de cualquier filosofía política. Pero, eso no es algo malo. Más bien sería sorprendente si pudiéramos derivar una filosofía política directamente desde una teoría moral básica, sin tener primero que estudiar economía o ciencia política para aprender cómo es que las instituciones funcionan en la realidad... necesitaremos entender una economía política sólida para hacer una determinación final acerca de qué es lo que la justicia requiere.” (Página 337)

Después de leer este libro, no dejo de preguntarme por qué es que el liberalismo no domina entre la mayoría de los filósofos o del público en general. Mi respuesta es que la gente descansa en lo que llamo el intuicionismo de la comunidad pequeña.

Dentro de una familia o una comunidad pequeña, los principios igualitarios y las obligaciones mutuas son muy prominentes. Los filósofos que proponen una filosofía política no liberal tenderán a apelar a la intuición, basada en la sociedad de una escala pequeña.

Por ejemplo, George Lakoff ha ofrecido una teoría de la sociedad basada en el modelo de una familia. [3] Alega que los conservadores piensan en términos de una “moralidad de un padre estricto,” la cual se enfoca en penalizar los actos indebidos y en poner la responsabilidad del bienestar de un individuo sobre ese individuo, en vez de la comunidad. Dice que la alternativa es una moralidad de “padre criador”, la cual se enfoca en darle a todos los medios para progresar. Alega que las familias con actitud de “padres criadores” producen niños que son más felices y robustos y dice que, por analogía, un gobierno que opera con una actitud de “padre criador”, será mejor para sus ciudadanos.

Otro ejemplo de intuición de una pequeña comunidad, es la analogía del viaje para acampar del filósofo socialista G.A. Cohen. En otra oportunidad, señalé que esa es una manera errada de pensar acerca de una economía, cuando, de hecho, los patrones de intercambio son mucho más complejos. [4]

Anteriormente cité a Christopher Freiman diciendo que no tenemos el incentivo ni tampoco el conocimiento para operar en función de los intereses de terceros. Este punto es contra intuitivo, si uno piensa en términos de una comunidad pequeña. No obstante, es claramente correcto cuando nos movemos más allá de la escala de una familia o un pueblo pequeño. Tal como lo veo, una tarea importante del liberal es señalar que el tamaño y la complejidad de las ciencias sociales hacen que la intuición de la pequeña comunidad no sea apta como base para una filosofía política.



NOTAS AL PIE DE PÁGINA[1] Aaron Ross Powell & Grant Babcock, editores, Arguments for Liberty. Cato Institute, 2017.
[2] Véase “Michael Huemer’s Challenge to the Legitimacy of Government”, por Arnold Kling. Library of Economics and Liberty, 29 de enero del 2013.
[3] George Lakoff, Moral Politics: How Liberals and Conservatives Think
[4] “Camping-Trip Economics vs. Woolen-Coat Economics,” por Arnold Kling. Library of Economics and Liberty, 2 de febrero del 2015. También, ver mi libro, Specialization and Trade.


Arnold Kling tiene un doctorado en economía del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Es autor de varios libros, incluyendo Crisis of Abundance: Rethinking How We Pay for Health Care; Invisible Wealth: The Hidden Story of How Markets Work; Unchecked and Unbalanced: How the Discrepancy Between Knowledge and Power Caused the Financial Crisis and Threatens Democracy; y Specialization and Trade: A Re-introduction to Economics (https://www.amazon.com/Specialization-Trade-Re-introduction-Arnold-Kling-ebook/dp/B01GW3SOOM/ref=zg_bs_2596_1). Él contribuyó en EconLog desde enero del 2003 hasta agosto del 2012.