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Jorge Corrales Quesada
02/09/2017, 14:28
Me gusta traducir y poner en Facebook artículos acerca de temas de economía de comentaristas educados y capacitados en los asuntos de referencia. Creo que así contribuyo a que los conceptos económicos sean mejor entendidos. Solemos hablar de los carteles en economía con justa inquietud personal, debido a lo nocivos que pueden ser para nosotros, los consumidores. Por eso, una comprensión adecuada de ellos es muy útil para tener una visión correcta de los hechos en la economía.

LOS CARTELES
Por Andrew R. Dick
The Concise Encyclopedia of Economics


“Rara vez se verán juntarse los de una misma profesión y oficio, aunque sea con motivo de diversión o de otro accidente extraordinario, que no concluyan sus juntas y sus conversaciones en alguna combinación o concierto contra el beneficio común, conviniéndose en levantar los precios de sus artefactos o mercancías. Es casi imposible prohibirlo por una ley que sea exactamente obedecida, porque un rigor excesivo en prohibir que estas gentes se juntasen con cualquier motivo sería incompatible con la justa libertad de los buenos ciudadanos. Pero ya que la Ley no puede totalmente impedir estas juntas, a lo menos no debe facilitar los medios de celebrarlas, ni autorizarlas como útiles o necesarias.” Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, Tomo I, Cap. C, Parte II (San José, Costa Rica: Universidad Autónoma de Centro América, 1986, p. 182. [1]

La hostilidad tradicional de la política pública está fundamentada en el punto de vista, resumido por el economista del siglo XVIII, Adam Smith, en cuanto a que vendedores rivales casi siempre preferirán elevar sus precios al unísono, en vez de competir agresivamente por los clientes, vendiendo a precios más bajos que los que cobran los otros. Pero esa aseveración dice tan sólo la mitad de la historia. La misma búsqueda de ganancias que estimula a que los vendedores quieran coludirse, también crea tentaciones, algunas veces incontrolables, para “engañar” al cartel. Ello se debe a que un vendedor individual puede usualmente conseguir una parte mayor del mercado y obtener ganancias mayores, vendiendo a un precio menor que el del cartel. Sin embargo, si un grupo considerable de los otros vendedores se comporta de tal manera, entonces, los intentos de elevar artificialmente los precios fracasarán ante el peso colectivo de los tramposos. [2]

Para entender si o cuándo un cartel puede evitar este problema, los economistas se han planteado dos preguntas: (1) ¿por qué los carteles han probado ser más eficientes en algunos escenarios en comparación con otros? y (2) ¿por qué en muchas industrias los carteles se ha probado que son imposibles de conformarlos en la práctica? En un influyente artículo el premio Nobel en economía, George Stigler, identificó dos obstáculos principales para que un cartel fuera exitoso: primero, llegar a un consenso acerca de los términos de la coordinación y, segundo, establecer un sistema que detecte y penalice el engaño en contra de esos términos. Estos dos obstáculos gemelos se ha comprobado que son más difíciles de superar en algunas industrias en comparación con otras, y, en muchos escenarios, los vendedores han encontrado que son imposibles de remontar.

El consenso puede tomar la forma de un acuerdo explícito para coordinar los precios, un acuerdo no escrito para limitar la competencia o simplemente un reconocimiento mutuo de que todas las empresas estarían mejor, si restringen sus impulsos competitivos y estabilizan los precios. Cualquiera que sea la forma que asuma el consenso, los miembros del cartel deben hacer más que simplemente estar de acuerdo con el precio que deben cobrar; ellos también deben cerrar todas las otras avenidas de competencia potencial que puedan amenazar la habilidad del cartel para aumentar los precios. Por lo tanto, en general, un cartel debe también llegar a un consenso acerca de qué nivel de servicios ofrecer, qué tipos de calidad producir y acerca de cómo asegurar las mejorías en los productos y la introducción de productos nuevos, que no den lugar a un resurgimiento de la competencia.

Si bien construir consensos puede parecer como una tarea relativamente sencilla, la experiencia actual sugiere lo contrario. De acuerdo con un estudio, el fracaso en lograr un consenso ha causado la desaparición de más o menos uno de cada cuatro carteles que se han intentado. [3] La experiencia también ha mostrado que los carteles exitosos encuentran que, a menudo, es necesario adoptar reglas complicadas y, algunas veces, engorrosas, a fin de restringir los impulsos de la competencia. Por ejemplo, los participantes en la famosa conspiración del equipo eléctrico durante los cincuentas y los sesentas, no sólo fijaron los precios, sino que tuvieron que ponerse de acuerdo en cómo asignar las participaciones en el mercado y en dividirse los clientes más grandes. El cartel de las vitaminas en los noventas, cuya persecución condujo a las mayores multas antimonopólicas de la historia de los Estados Unidos, involucró a vendedores quienes no sólo fijaban los precios, sino que también arreglaban las ofertas de contratos, hacían una división de los clientes y fijaron cuotas a las ventas. La necesidad del cartel de agregar capa tras capa de reglas, no sólo complica directamente el proceso de edificar el consenso; también, incrementa la posibilidad de que el gobierno llegue a conocer acerca de las acciones ilegales.

Una vez conformado, un cartel debe permanecer vigilante ante los “engaños” tanto desde sus propias filas como de la competencia desde afuera. La experiencia ha mostrado que, con mucha frecuencia, la mayor amenaza surge de la entrada a la industria de vendedores que escogen no seguir con la política de precios del cartel. Por ejemplo, una persona que entra a competir puede encontrar que es más rentable vender más barato que el precio fijado por el cartel, si cree que con ello puede atraerse un número sustancial de clientes. El ingreso ha sido responsable de romper los carteles de industrias, que van desde el transporte marítimo hasta los ferrocarriles. Una causa menos frecuente de tales disoluciones, ha surgido cuando venden más barato los propios partícipes del cartel. El engaño a lo interno ha minado los carteles que operaban las turbinas eléctricas y el transporte por ferrocarriles, entre otras industrias, cuando los vendedores no pudieron resistir la tentación de capturar rápidamente una parte grande del mercado, al rebajar sus precios para un grupo selecto de clientes importantes. Entre las herramientas que pueden ayudar a los carteles a detectar el engaño están el requerimiento de auditorías de ventas de los participantes, la creación de incentivos financieros para que los clientes reporten descuentos de precios que se les ofrecen y la fijación de sistemas para monitorear amenazas potenciales de entrada.

Si se detecta el engaño, debe ser penalizado, a fin de descorazonar que se repita su ocurrencia. Los vendedores se verán des-estimulados a engañar tan solo si sus ganancias temporales provenientes de vender más barato, pueden ser compensadas por el costo a largo plazo de la penalización. Las penas pueden asumir muchas formas, que van desde que otros vendedores dirijan descuentos de precios hacia los clientes de los ofensores, hasta reducir las ventas que se les han asignado a los ofensores como cuota, terminando por suspender todas las actividades del cartel durante algún tiempo. Sin embargo, en casi todos los casos, la penalización será costosa no solo para el ofensor, sino también para los vendedores que acuerdan las penas. Por lo tanto, la disciplina funcionará tan solo cuando los miembros del cartel crean que sería más costoso hacerse la vista gorda ante un engaño temporal, que acordar las penalizaciones como lección para el futuro. El hecho de que muchos carteles han caído víctimas del engaño, sugiere ya sea que la penalización fue inadecuada o que los miembros del cartel reconocen la inutilidad del castigo.

Los economistas han identificado un rango de condiciones que tienden a dificultar la formación y defensa de un cartel en industrias específicas, y que sea prácticamente imposible hacerlo en otras. Al analizar las experiencias con los carteles dentro y entre industrias, los economistas han aprendido que hay menor posibilidad de que los carteles se formen y que es menos posible que sobrevivan en industrias en las que:


Actualmente están produciendo numerosos pequeños vendedores.
Vendedores adicionales podrían empezar a producir con costos de inicio relativamente bajos y con poco retraso.
Los productos que están siendo vendidos son complejos.
Hay un número pequeño de grandes clientes, en donde cada uno realiza compras relativamente infrecuentes.
Cada cliente está acostumbrado a negociar su propio precio individual y otros términos del servicio.
Nuevos productos o nuevos métodos de producción se desarrollan con frecuencia.

Para suplementar estas dificultades “económicas” en la operación del cartel, los gobiernos suelen tomar medidas adicionales para des-estimular la formación de carteles en las industrias. Las leyes antimonopolios de los Estados Unidos y de algunos otros países exponen a los carteles a penas criminales y civiles. La oleada reciente de formulaciones de cargos de alto perfil a carteles, conduciendo en muchos casos a enormes multas y sentencias de prisión para ejecutivos de las corporaciones, sugieren que las leyes antimonopólicas pueden tener un efecto disuasivo sustancial. Sin embargo, al mismo tiempo, el flujo continuo de acusaciones también sugiere que la disuasión continúa siendo incompleta.

Sin embargo, en otras instancias, las políticas gubernamentales han facilitado resueltamente los esfuerzos por cartelizar. Por ejemplo, durante la Gran Depresión de los treintas, la Administración para la Recuperación Nacional [NRA por las siglas en inglés de the National Recovery Administration], impuso “Códigos de Competencia Justa”, que eximían a los carteles de penas antimonopolios a fin de detener “un recorte destructivo de precios.” Durante los últimos años de la década de los treintas, florecieron los carteles impulsados por el gobierno en literalmente cientos de industrias, que iban desde el acero y los textiles a la cerveza y la pasta. Varios de estos carteles sobrevivieron mucho tiempo después de que los códigos de la NRA fueran derogados, lo cual sugiere que las acciones del gobierno les “enseñaron” a los vendedores cómo coaligarse en detrimento, a largo plazo, de los consumidores. Los gobiernos, tanto en casa como en el exterior, también han facilitado los carteles agrícolas, estableciendo oficinas de mercadeo que especifican que se cobren precios mínimos o topes de producción (cuotas) para cosechas específicas.

En algunas industrias, la facilitación del gobierno a la actividad del cartel ha sido sin intención. Un ejemplo infame se originó en una decisión de principios de los noventas por el Consejo Danés de la Competencia, cual fue recolectar y publicar los precios de las transacciones de vendedores de concreto premezclado. Posterior a la publicación de la información de precios, los consumidores terminaron pagando por el concreto entre un 15 y un 20 por ciento más. Las acciones del gobierno hicieron que los precios fueran más transparentes entre vendedores que supuestamente eran competidores y, por lo tanto, facilitando así sus esfuerzos para detectar y penalizar a aquellos vendedores que buscaron reducir el precio fijado por el cartel. Una facilitación no deseada de los carteles también ocurre en las subastas para adquisiciones de parte del gobierno. En un esfuerzo por desalentar la corrupción política, muchos gobiernos anuncian las ofertas ganadoras y perdedoras después de tales subastas. Sin embargo, esta práctica también transmite la identidad de vendedores que traicionan a los miembros del cartel, y así, sin que fueran las intenciones, se facilita la detección y la penalización para el vendedor que decide rebajar los precios. [4]

No obstante el patrocinio ocasional de los gobiernos para que haya carteles, la experiencia histórica indica que los carteles permanecen siendo escasos en la mayoría de las industrias. Por ejemplo, aun cuando el gobierno de los Estados Unidos ha otorgado inmunidad a las industrias exportadoras, menos de un 5 por ciento ha buscado fijar los precios a los clientes en el exterior. [5] La reticencia de la mayoría de los vendedores de intentar una conspiración para elevar los precios -aún con la bendición del gobierno- sugiere que los obstáculos económicos para una operación satisfactoria del cartel permanecen siendo altos.



ACERCA DEL AUTOR
Andrew Dick es Vicepresidente de Prácticas Competitivas de CRA International y anteriormente era jefe de la Sección de Política de Competencia de la División Antimonopolios del Departamento de Justicia de los Estados Unidos.






LECTURAS ADICIONALES
Introductorias:
“After Centuries of Ripping Off Consumers, Cartels Are Suffering a Crackdown from the World’s Competition Authorities.” Economist, Abril 3, 2003.
Dick, Andrew R. “Identifying Contracts, Combinations and Conspiracies in Restraint of Trade.” Managerial and Decision Economics 17 (1996): 203–216.
Levenstein, Margaret C., & Valerie Y. Suslow. “What Determines Cartel Success?” Journal of Economic Literature 44, No. 1 (2006): 43–95.
Posner, Richard A. Antitrust Law: An Economic Perspective. Chicago: University of Chicago Press, 1976. Cap. 4.

Más avanzadas:
Albaek, Svend, Peter Mollgaard, & Per B. Overgaard. “Government-Assisted Oligopoly Coordination? A Concrete Case.” Journal of Industrial Economics 45 (1997): 429–443.
Baker, Jonathan B. “Identifying Cartel Policing Under Uncertainty: The U.S. Steel Industry, 1933–1939.” Journal of Law and Economics 32 (1989): S47-S76.
Dick, Andrew R. “When Are Cartels Stable Contracts?” Journal of Law and Economics 39 (1996): 241–283.
Scherer, Frederick M., & David Ross. Industrial Market Structure and Economic Performance. Boston: Houghton Mifflin, 1990. Cap. 7.
Stigler, George J. “A Theory of Oligopoly.” Journal of Political Economy72 (1964): 44–61.



NOTAS AL PIE DE PÁGINA
[1]. Para un punto de vista en contrario, ver “Benign Conspiracies,” Economist, Abril 9, 1997,
[2]. Los economistas se refieren a esta ruptura de la política de precios del cartel, como el Dilema del Prisionero.
[3] Margaret C. Levenstein & Valerie Y. Suslow, “What Determines Cartel Success?” Journal of Economic Literature 44, No. 1 (2006): 43–95.
[4]. Ver Armen A. Alchian, “Electrical Equipment Collusion: Why and How,” en Armen A. Alchian, Property Rights and Economic Behavior, Vol. 2 of The Collected Works of Armen A. Alchian (Indianapolis: Liberty Fund, 2006), pp. 429–436.
[5] Andrew R. Dick, “When Are Cartels Stable Contracts?” Journal of Law and Economics 39 (1996): 241–283.