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Jorge Corrales Quesada
27/08/2017, 20:34
Por Jorge Corrales Quesada

Normalmente las entidades públicas suelen acudir a endeudarse para financiar obras públicas, cuando dicho financiamiento es más barato que el rendimiento que podría obtener mediante el uso de sus recursos propios en inversiones que le reditúan algún rendimiento. Es decir, que en lo que se invertirán esos fondos emprestados generará un rendimiento mayor que, por ejemplo, dejándolos colocados en una entidad financiera obteniendo intereses. Más compleja es la decisión cuando tiene que escoger entre diversos proyectos que le dan diferentes rendimientos, pero uno esperaría que esos fondos se usaran en la inversión que le rindiera relativamente más.

Por ello resulta interesante, por calificarlo de alguna forma, lo que señala La Nación en su comentario del 19 de octubre titulado “Hacienda cuestiona a ICT por crédito para centro de eventos: Autoridad Presupuestaria afirma que obra se puede financiar con el superávit de $45 millones.”

El tema viene a propósito del objetivo de construir el Centro Nacional de Congresos y Convenciones (CNCC), que, me parece, se ubicaría en un terreno ubicado en las cercanías del Centro Comercial Cariari, Belén de Heredia, en un terreno propiedad de una cuestión llamada Programa Integral de Mercadeo Agropecuario (PIMA), que es una dependencia del ministerio de Agricultura. De hecho, que el CNCC se construya sobre un terreno cedido y no propio, aunque sea parte de un mismo estado, fue un tema que, en cierto momento, lo cuestionó la Contraloría General de la República en sus deliberaciones para otorgar un primer visto bueno a dicha ejecución. (El CNCC anda proponiéndose desde hace unos 15 años).

Lo interesante del caso es que la entidad que llevaría a cabo el CNCC, es el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), quien está proponiendo un endeudamiento internacional de $12 millones (más o menos unos ₡6.600 millones), pues estiman que el proyecto tendría un costo de alrededor de $38.7 millones (alrededor de ₡21.285 millones). Sí, ya sea que, de inmediato, alguien bien informado acerca de lo que suele suceder con los proyectos del estado, me dirá que, al final de cuentas, terminará gastándose un platal mayor. Pero, por un momento dejemos de lado esa posiblemente correcta apreciación y usemos los datos que ahora nos dicen que serán. Bueno, de esos $38.7, el ICT invertiría de sus propios recursos la suma de $23 millones (alrededor de ₡12.650 millones) y dice que para el resto requiere de un préstamo de $12 millones (cerca de ₡6.600 millones). Todo en números redondos, pues hay una diferencia en los montos citados de alrededor de $3.7 millones (esto es, la diferencia entre un costo inicialmente estimado de $38.7 millones, menos $23 millones provenientes de las reservas del ICT, menos $12 millones obtenido mediante el endeudamiento).

Lo llamativo del caso es que el superávit del ICT, a la fecha, asciende a $45.4 millones (casi ₡25.000 millones), por lo que lo lógico es preguntarse ¿por qué, en vez de endeudarse en esos $12 millones, no lleva a cabo el proyecto usando sus propios recursos en reserva?

Eso sería lógico desde varias posibilidades. La primera es que el ICT no tiene la certeza de que, a futuro, podrá lograr superávits de presupuesto que repondrían lo gastado, pues tal vez el estado, al ver esos excedentes, se los “quitará”. Tal vez que el ICT no va a tener un rendimiento tan alto con el proyecto del CNCC y ganaría una mayor rentabilidad si deja esos fondos que ganen intereses en entidades bancarias, por ejemplo. Lo cual no parece ser lógico si ya piensa invertir $23 millones de sus reservas. O bien, que ya tiene pensado gastar las reservas restantes ($45.4 - $12 = $33.4) en otras cosas.

Esa última probabilidad es la que parece aseverar el actual presidente del ICT, don Mauricio Ventura, quien, en palabras de La Nación, dice que “De ese superávit se debe usar dinero para otras cosas y la construcción (del CNCC) es un partida más.” Si fuera así, entonces el ICT debería señalar en qué planea gastar ese sobrante y demostrar que la rentabilidad de esas inversiones (se supone que no sería en gastos corrientes, a pesar del eufemismo que a veces se usa en el lenguaje gubernamental, de que esos últimos gastos constituyen “inversiones”), se espera que sea mayor que la que obtendrían los fondos adicionales de $12 millones si se dedicaran al proyecto del CNCC. Esto es, que el rendimiento de aquellas inversiones distintas programadas sería mayor que la inversión alternativa de invertir en el CNCC.

Claro, la enorme pregunta es ¿por qué entidades del estado suelen decir que no pueden llevar a cabo obras presuntamente indispensables o esenciales, debido a que no tiene plata, cuando, en este caso, obviamente se tiene la plata?

Me pongo a pensar si incluso ese excedente de presupuestos (menor gasto que los recursos percibidos), no debería servir mejor para no requerir tantos impuestos o cargas a sectores productivos (o consumidores) que van a dar a las finanzas del ICT y, que por tanto, afecta las rentabilidades privadas. Si el ICT tiene plata en exceso, es que les está entrando mucha más de la necesaria, pues lo que hace es quedar “almacenada” en esa entidad (o colocada en un banco, en donde ya es sabido que no paga mucho). Por supuesto, la solución tampoco está en salir a gastarla porque sí y en lo que sea, sino en aquello que efectivamente es requerido, pero, sé que estoy pidiendo mucho del usualmente ineficiente y botaratas estado nuestro.

El tema de inicio del párrafo anterior es muy importante, pues incluso la Contraloría le pidió al ICT que justificara “claramente por qué se usarán $7.72 millones procedentes del impuesto de $15 que debe pagar cada turista para llegar al país,” que se usarían para financiar una parte del proyecto del CNCC, según lo consigna La Nación en un comentario del 24 de octubre bajo el título, “Contraloría frena 4 veces refrendo a centro de eventos: Ahora solicita justificar uso de impuesto para financiar obra.” Eso me alegra que lo haya hecho la Contraloría, hasta que las aguas procelosas vuelvan a su cauce limpio. Ojalá sea así.

Publicado en mis sitios de Facebook, jorge corrales quesada y Jcorralesq Libertad, el 21 de diciembre del 2016.