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Jorge Corrales Quesada
27/08/2017, 14:54
Por Jorge Corrales Quesada

Iluso que soy, en cierto momento pensé que el proceso de apertura del país en el ámbito de las telecomunicaciones nos permitiría a los ciudadanos beneficiarnos plenamente del progreso, que en esa área se veía venir a pasos gigantescos. No obstante, creo que la llamada SUTEL –entidad gubernamental encargada de la regulación de ese sector- nos ha quedado debiendo.

En otras ocasiones he criticado su liderazgo como promotora del cartel de las empresas que brindan servicios de telefonía, particularmente porque no ha permitido una competencia plena, posiblemente para proteger de los nuevos competidores al ya existente; esto es, al titular, al oferente en exclusiva, previo a la entrada de otros más. El caso es que los pocos que han ingresado al nuevo mercado de telefonía, se han visto favorecidos por la protección ante una eventual entrada de otros nuevos oferentes al mercado, debido a que la SUTEL no impulsa firmemente la apertura de nuevas bandas.

Ahora sale a la luz un nuevo informe que muestra lo malo que relativamente es nuestro servicio de Internet. Me refiero a la publicación de La Nación del 5 de octubre, bajo el encabezado “Costa Rica cae aún más en calidad de Internet: País pierde 9 puestos en estudio mundial.” Este nuevo informe es el “Estado de la Internet,” que regularmente publica la firma Akamai Technologies, encargada de “casi el 43% del tráfico de la Internet en el mundo.”

Costa Rica desciende, entre un total de 146 países, de la posición 95 en el 2014 a la 114 en el segundo trimestre del 2016; esto es, hay una caída de 9 lugares: cada vez estamos relativamente “más pior.” Veamos algunos detalles del análisis de esta caída:

(1) En el 2015, la velocidad promedio de acceso en líneas fijas de Costa Rica fue de 3,5 megabits por segundo (Mbps), mientras que el promedio mundial fue de 6.1 Mbps. Cerca de la mitad del promedio mundial.

(2) También, en el lapso de un año en el país cayó el acceso a la banda ancha. Pasó de la posición 90 en el 2015 al 103 (distancias del primer lugar; esto es, estamos cada vez más lejos del primero) en el segundo trimestre del 2016, pues sólo un 27% de las conexiones posee un velocidad superior o igual a los 4 Mbps, mientras que el promedio mundial con acceso a la banda ancha es del 76%.

(3) Asimismo, para el segundo trimestre del 2016, Costa Rica, en el ranquin de conexiones superiores o iguales a 10 Mbps, posee sólo un 1,3% del total de conexiones en el país, pero estas eran el 1,5% a principios de año. Aunque relativamente leve, la caída también se da en las conexiones que tienen velocidades de 15 y 25 Mbps.

En la velocidad de conexión promedio -consuelo de tontos- tenemos una velocidad promedio mayor que Venezuela y Bolivia, mientras que estamos por debajo si nos comparamos con Panamá, Brasil, Uruguay y Chile, así como con Canadá y Estados Unidos, de acuerdo con un cuadro que presenta La Nación.
También hay una misma relación comparativa en el orden acabado de describir, para aquellos mismos países en cuanto al porcentaje de conexiones superiores a 4 Mbps, según lo presenta ese medio en otro cuadro.

En resumen, “si bien el país lleva varios años bajando puestos en ediciones anteriores del mismo estudio [de Akamai], siempre mejoró en un pequeño porcentaje la velocidad promedio del acceso a Internet y el porcentaje de adopción de banda ancha a nivel nacional. Sin embargo, por primera vez, ambas estadísticas reflejan una caída (con) respecto a períodos previos en este reporte.”

No hay duda de que, si bien estábamos mal en cuanto a la calidad del Internet, ahora lo estamos haciendo aún más mal. Creo que la situación la ha detectado bien el ministro de ciencia, tecnología y telecomunicaciones (MICIT), don Marcelo Jenkins, al proponer que “la SUTEL haga una declaratoria efectiva de mercados en competencia, para así estimular más y mejores servicios.” Una mayor apertura competitiva obligaría, a los hoy protegidos de la competencia, a servir mejor a los consumidores, tanto en servicios como en precios. De hecho, hay un aporte monetario sustancial que las empresas de comunicaciones le dan a la SUTEL, que bien podría utilizarse para mejorar las actuales limitaciones de infraestructura. El costo de quedarnos atrás en el desarrollo tecnológico de las telecomunicaciones sería enorme, pues, en la modernidad, los procesos productivos basados en ellas son esenciales para que la economía pueda crecer. Lo increíble es que, siendo el MICIT y la SUTEL parte de un mismo estado, anden cada cual por su lado, lo cual, evidentemente, va en menoscabo del progreso y las posibilidades de los costarricenses para poder vivir mejor.

Publicado en mis sitios de Facebook, jorge corrales quesada y Jcorralesq Libertad, el 2 de diciembre del 2016.