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Jorge Corrales Quesada
02/06/2016, 09:19
EL ESTADO INEFICIENTE-SALARIOS PÚBLICOS Y DESIGUALDAD
Por Jorge Corrales Quesada

En algunas ocasiones escuché la afirmación de que los altos salarios en el sector público eran fuente importante para explicar la desigualdad de los ingresos en el país. Realmente nunca tuve acceso a una referencia formal, excepto a algo que ahora menciona La Nación en un comentario del 17 de febrero, titulado “OCDE ve en salarios públicos un disparador de desigualdad: Alza en remuneración de funcionarios hizo crecer diferencias en los ingresos entre 2010 y 2014.” Más me ha sorprendido la poca reacción usual de ciertas personas cuando sale a colación el tema de la desigualdad de la distribución de los ingresos en el país, como ahora sucede con el análisis económico de Costa Rica hecho hace poco por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD).

Tengo mi posición personal ante el tema de la desigualdad. Incluso recientemente expuse una serie de datos en mis sitios en Facebook, en donde busco responder a la afirmación de que el capitalismo es el responsable de la concentración global de los ingresos. Los datos suministrados en mi comentario de Facebook muestran lo contrario de dicha afirmación. Al momento no he tenido un comentario en contra de lo que allí indiqué.

Generalmente la desigualdad en la distribución de los ingresos se percibe como algo nocivo en una economía, pero en realidad suele ser un factor que refleja las preferencias de los consumidores, las habilidades creativas de empresarios, el esfuerzo de personas, la suerte, el pago por el desempeño de ciertas actividades que son indeseables o peligrosas, la asunción de riesgos, dotaciones heredadas, tales como estética, de capacidades y propiedades, entre otros.

Me imagino que no hay razón para hablar de un enriquecimiento “desmedido”, cuando es producto de la demanda de consumidores por un producto que satisface sus deseos o necesidades. Pensemos, por ejemplo, el caso de los altos ingresos a desarrolladores de computadores o de programas de cómputo, que son apreciadamente adquiridos por usuarios que encuentran en ellos un enorme satisfactor. Esta situación está muy ligada a la creatividad de empresarios, como, por dar un ejemplo, se tiene un nuevo esquema de ventas masivo a precios generalmente menores, con mayor variedad y disponibilidad en un lugar de bienes que busca un consumidor. Estoy pensando en los supermercados modernos. Pero tal situación es muy frecuente en las economías modernas, en donde constantemente se encuentran cosas más baratas, más rápidas, más pequeñas, que hacen más. Piensen, por ejemplo, en la evolución habida con los teléfonos celulares, que pasaron del entonces admirable “ladrillo” de Motorola a los últimos de Apple, como el iPhone SE, u otros como el Samsung Galaxy S6. ¿Se acuerdan cuando la única computadora del país estaba en la Universidad de Costa Rica -Matilda se le llamó- cuyo tamaño ocupaba un enorme cuarto? Ahora una computadora de bolsillo hace “infinitamente” más que Matilde a un precio muchísimo menor. Bueno, en un mercado cosas como esas son valoradas por los consumidores que así recompensan libremente esa nueva forma de producir. Y ello permite que sus desarrolladores y creadores se conviertan en muy significativos multimillonarios.

Es la creatividad del empresario lo que impulsa esos cambios. Así, por ejemplo, en su momento lo hizo Henry Ford con su nuevo método productivo en los años treinta, lo cual lo convirtió en un multimillonario. Podría ser que pronto ese nuevo multimillonario lo será quien produzca un vehículo eléctrico, el cual, sin subsidio alguno, sea más rentable que los actuales basados en hidrocarburos. El que lo logre no dudo que se hará multimillonario. Y así sucede con multitud de bienes y servicios que se producen en una economía.

Los millonarios entran y desparecen (vean a los accionistas de IBM o a los creadores de Hewlett-Packard, entre muchísimos otros). Así es como funciona el mercado. Hoy rico, pero dejará de serlo si no cuida su riqueza, si no innova, si deja de agregar valor tal como lo hizo en el pasado, si no genera nuevos productos que la gente desea, si no surgen otros competidores que produzcan algo mejor, más barato o más rápido o que ocupe mucho menos espacio, ganándose la preferencia de los consumidores.

Pensemos también en el estudiante quien por muchos años dedicó sus esfuerzos a educarse, incluso dejando de trabajar y obtener ingresos para poder estudiar. Uno esperaría que después obtendrá mayores ingresos que aquel que no estudió, aunque no hay nada que impida que, quien no estudió, se pegue la lotería o que se dedique a montar un negocio que exitosamente fue bien recibido por los consumidores o que aprenda una actividad que los consumidores valoran enormemente.

Pienso que una persona que hace un trabajo indeseable o peligroso gane más que alguien que está en un cómodo escritorio y con la ropa bien limpia o que no incurre en el riesgo de tener que lavar ventanas en un edificio de muchos pisos o manejar aviones. A ese mayor salario del que desempeña trabajos indeseables o peligrosos en comparación con otros que no lo son, son ejemplo de lo que entre economistas se definen como “diferencias igualadoras”. Un pago más alto para compensar lo desagradable o arriesgado de un trabajo comparado con otros.

Lo que quiero señalar es que a veces hay diferencias en los ingresos que compensan esas peores condiciones del trabajo o el riesgo que implica trabajar en ellas. También a veces hay personas que reciben altas remuneraciones por simples razones genéticas, como de hecho haber nacido con una gran capacidad intelectual o bellas facciones o una enorme voz o una altura que le permite ser un jugador de basquetbol muy bien remunerado o una gran capacidad para impedir goles en partidos de futbol, a un grado tal que es de los ciudadanos merecidamente mejor remunerados en el Real Madrid. Los roqueros y otros músicos o cantantes, atletas deportivos y actores de Hollywood -quienes a veces se quejan por la “mala distribución” de los ingresos- suelen ser ejemplos de altos ingresos por sus aptitudes histriónicas, que no poseen muchos otros humanos.

Un tema polémico es la idea de que una cierta concentración del ingreso se debe a una herencia, dejando de lado las habilidades genéticas antes referidas, de riqueza física, tales como propiedades y similares. Si se analizan bien las cosas, probablemente un padre podía haber optado por heredarle a un hijo dinero en efectivo, o una educación universitaria o un aprendizaje en algún negocio (por ejemplo, un hijo mecánico o administrador de una empresa). De manera que, en adición a legarle talentos y habilidades estéticas, bien podría haberle heredado tales haberes, con lo cual se hace más difícil pensar en gravar un tipo de herencias ante otros tipos con base en conceptos de equidad.

Volviendo al caso costarricense, y a la información contenida en el artículo de La Nación arriba referido, el reporte de la OECD acerca de Costa Rica señala que “uno de los motores de la desigualdad (en el país) es la diferencia entre los salarios del sector público y privado”, en palabras de Mauro Pisu, funcionario del Departamento Económica de la OECD.
A ello se aúna el hecho de señalar que en Costa Rica “el ingreso promedio que recibe el 10% más rico es 32 veces mayor que el que obtiene el 10% más pobre” (estrictamente debería de leerse que el ingreso promedio que recibe el 10% con ingresos mayores es 32 veces mayor que el que obtiene el 10% que recibe menores ingresos). El informe de la OECD sugiere una revisión del sistema de anualidades en los salarios del sector público, de manera tal que los salarios no se incrementen en función simplemente del paso del tiempo, sino por los rendimientos (competencias) evaluados de esos trabajadores. Uno no entiende una política salarial dentro del estado en donde no sólo hay enormes diferencias entre distintas entidades que componen el gobierno por un trabajo similar, sino que sus salarios son muy por encima de los que se pagan en el sector privado por tareas equivalentes. La explicación creo que puede descansar en que tales diferencias hayan surgido por presiones de sindicatos del sector público, además de que existen aumentos en las remuneraciones por anualidades, en vez del desempeño, como suele ser en una economía productiva.

Publicado en mis sitios de Facebook, jorge corrales quesada y Jcorralesq Libertad el 02 de junio del 2016.