Jorge Corrales Quesada
23/05/2016, 10:35
EL ESTADO INEFICIENTE-MÁS PLATA, MÁS PLATA
Por Jorge Corrales Quesada
Uno no deja de sorprenderse con las cosas que pasan en la administración del estado costarricense. Es más, ante el surgimiento de algún problema, a lo único que los burócratas atinan es a pedirnos más plata para gastarla en resolver, supuestamente, el problema. Por eso fue risible la reciente comparecencia del ministro de seguridad en febrero del 2016 ante la Asamblea Legislativa, clamando por mayores impuestos para que “no le falten el arroz ni los frijoles a los policías”. Tan tragicómica argumentación, casi propia de las tablas de un teatro de vodevil efectista, es casi comparable a la que aparece reseñada en La Nación del 20 de enero, bajo el titular “Créditos con bajo uso cuestan $24 millones en comisiones: Al 2015 se había utilizado 30% de $3700 millones de préstamos externos, según Hacienda.”
Cuánto no hemos oído que es necesario poner nuevos impuestos para que el estado los gaste en infraestructura, porque a los proponentes les da pena decir la verdad, cual es que les falta plata, pero para sufragar gastos corrientes, como salarios, transferencias, intereses y similares del gobierno central. (Por eso es puro cuento que esos impuestos van a eliminar el déficit: son simplemente para gastar más y más).
Lo que la información periodística nos dice es que se pide prestado y la plata no se usa, pero que se deben pagar intereses por el compromiso que el estado ha adquirido con diferentes entes financieros. Es sí como “el país paga comisiones de compromiso a organismos internacionales por un total de $3700 millones de recursos para inversión de obra pública, de los cuales se ha usado el 30%”. Es decir, hay casi $2600 millones que ya están emprestados, pero que no se han utilizado. Se trata de 26 préstamos (saldos al 31 de diciembre del 2015) tan diversos como para obras de alcantarillado sanitario, carreteras, escuelas, plantas de energía, hospitales, turismo de áreas silvestres, entre otros. El medio señala que “la mayoría de estas operaciones tienen, en promedio, siete años [sí, leyó bien, 7 años] de haberse aprobado en el Congreso, excepto dos créditos…”
¡Quién mejor que el viceministro de Hacienda para señalar el relajo!: “El problema es el tema de la duración de la plata sin usar. Tenemos proyectos hasta con 10 años de tratar de ejecutarse, eso quiere decir que durante ese tiempo se pagaron comisiones.” Y el señor bien sabe de lo que nos está diciendo…
Por otra parte, la Contraloría en un informe del 2016, señaló este problema, derivado de “debilidades en el diseño de los proyectos y estudios desactualizados”, que, en cristiano, expone que se pidió la plata prestada con diseños inapropiados y con estudios que ya no son apropiados, posiblemente porque las cosas se han tardado tanto en ejecutar que ya han variado las circunstancias. O sea, ineficiencia monda y lironda.
Pero también el problema se da porque hay un mal seguimiento al estado de las obligaciones que se han contraído, algo que las autoridades dicen estar corrigiendo en buena hora, que permita ver qué tal va siendo el cumplimiento del uso de los recursos (más vale tarde que nunca).
Pero, no hay mal que por bien no venga, gracias a esa ineficiencia en la que somos tan aptos en el estado costarricense, hemos logrado un récord: “Tales fallas generan que Costa Rica sea el país de Latinoamérica que tiene la ejecución más lenta de los créditos otorgados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), según análisis del propio organismo regional.” Aleluya…
Cuando nos digan los gobernantes que debemos aprobar mayores y nuevos impuestos para hacer obra pública, por favor no pierdan la tranquilidad ni la paciencia. Simplemente háganles la seña que ya todos conocemos.
Publicado en mis sitios en Facebook, jorge corrales quesada y Jcorralesq Libertad el 06 de mayo del 2016.
Por Jorge Corrales Quesada
Uno no deja de sorprenderse con las cosas que pasan en la administración del estado costarricense. Es más, ante el surgimiento de algún problema, a lo único que los burócratas atinan es a pedirnos más plata para gastarla en resolver, supuestamente, el problema. Por eso fue risible la reciente comparecencia del ministro de seguridad en febrero del 2016 ante la Asamblea Legislativa, clamando por mayores impuestos para que “no le falten el arroz ni los frijoles a los policías”. Tan tragicómica argumentación, casi propia de las tablas de un teatro de vodevil efectista, es casi comparable a la que aparece reseñada en La Nación del 20 de enero, bajo el titular “Créditos con bajo uso cuestan $24 millones en comisiones: Al 2015 se había utilizado 30% de $3700 millones de préstamos externos, según Hacienda.”
Cuánto no hemos oído que es necesario poner nuevos impuestos para que el estado los gaste en infraestructura, porque a los proponentes les da pena decir la verdad, cual es que les falta plata, pero para sufragar gastos corrientes, como salarios, transferencias, intereses y similares del gobierno central. (Por eso es puro cuento que esos impuestos van a eliminar el déficit: son simplemente para gastar más y más).
Lo que la información periodística nos dice es que se pide prestado y la plata no se usa, pero que se deben pagar intereses por el compromiso que el estado ha adquirido con diferentes entes financieros. Es sí como “el país paga comisiones de compromiso a organismos internacionales por un total de $3700 millones de recursos para inversión de obra pública, de los cuales se ha usado el 30%”. Es decir, hay casi $2600 millones que ya están emprestados, pero que no se han utilizado. Se trata de 26 préstamos (saldos al 31 de diciembre del 2015) tan diversos como para obras de alcantarillado sanitario, carreteras, escuelas, plantas de energía, hospitales, turismo de áreas silvestres, entre otros. El medio señala que “la mayoría de estas operaciones tienen, en promedio, siete años [sí, leyó bien, 7 años] de haberse aprobado en el Congreso, excepto dos créditos…”
¡Quién mejor que el viceministro de Hacienda para señalar el relajo!: “El problema es el tema de la duración de la plata sin usar. Tenemos proyectos hasta con 10 años de tratar de ejecutarse, eso quiere decir que durante ese tiempo se pagaron comisiones.” Y el señor bien sabe de lo que nos está diciendo…
Por otra parte, la Contraloría en un informe del 2016, señaló este problema, derivado de “debilidades en el diseño de los proyectos y estudios desactualizados”, que, en cristiano, expone que se pidió la plata prestada con diseños inapropiados y con estudios que ya no son apropiados, posiblemente porque las cosas se han tardado tanto en ejecutar que ya han variado las circunstancias. O sea, ineficiencia monda y lironda.
Pero también el problema se da porque hay un mal seguimiento al estado de las obligaciones que se han contraído, algo que las autoridades dicen estar corrigiendo en buena hora, que permita ver qué tal va siendo el cumplimiento del uso de los recursos (más vale tarde que nunca).
Pero, no hay mal que por bien no venga, gracias a esa ineficiencia en la que somos tan aptos en el estado costarricense, hemos logrado un récord: “Tales fallas generan que Costa Rica sea el país de Latinoamérica que tiene la ejecución más lenta de los créditos otorgados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), según análisis del propio organismo regional.” Aleluya…
Cuando nos digan los gobernantes que debemos aprobar mayores y nuevos impuestos para hacer obra pública, por favor no pierdan la tranquilidad ni la paciencia. Simplemente háganles la seña que ya todos conocemos.
Publicado en mis sitios en Facebook, jorge corrales quesada y Jcorralesq Libertad el 06 de mayo del 2016.