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Jorge Corrales Quesada
28/11/2015, 12:14
EL ESTADO INEFICIENTE- ¿PROGRESO O RETROCESO?

Por Jorge Corrales Quesada


Hay cosas que en la vida, mientras a unas personas les parece un progreso, a otras les puede parecer un retroceso. Pero hay que aclarar las circunstancias en que se hace tal valoración. Voy a dar un ejemplo: nada más como ejemplo. En una nación en donde disminuye el número de niños fallecidos al nacimiento, eso se puede considerar por muchos, sino es que a la totalidad de los seres humanos, como un enorme avance del cual todos podemos estar muy felices. La cosa puede verse de distinta manera por médicos que podrían tener trabajo tratando niñitos en su lucha por vivir (OBVIAMENTE es un comportamiento poco humano, pero posible) o bien por empresas dedicadas a los entierros, que así no tienen que esperar que fallezca hasta dentro de ochenta y pico de años después, para que pueda existir exitosamente. Lo más natural es que haya casos en que es menos clara la posible toma de posiciones divergentes.
Así, por ejemplo, puede ser algo bueno o malo que aumente el número de beneficiarios con ayudas del IMAS. De eso trata un comentario de La Nación del 4 de julio, que lleva por título “Beneficiarios de las ayudas del IMAS crecieron 20% en 5 años: Institución otorgó 245.000 subsidios el año pasado, 40.000 más en comparación con el 2010.”
Suponga que, en este caso, la sociedad costarricense está dispuesta a ayudar a familias en estado económico extremadamente malo por dicho medio. Si hay una situación económica difícil de encontrar empleo (por ejemplo, con una tasa de desempleo del 10% y de subempleo del 12.5% y con una fuerte inmigración de desvalidos provenientes de muchas otras naciones), alguien podría sentirse muy satisfecho de que ahora se pueda ayudar a más personas en necesidad.
Antes de comentar si igual o incluso contraria satisfacción pueden tener otras personas, debemos planteemos algunas cosas que se deben tomar en cuenta al analizar estas cosas. ¿Qué pasa si muchos de esos nuevos clientes llegan ahora al IMAS, a sabiendas de que con la ayuda que le da esa entidad no es necesario trabajar o buscar otras fuentes de ingresos, porque, con lo que le dan, la pueden pasar? O, también, ¿qué pasa si es que llegan muchos extranjeros al país atraídos porque los ciudadanos del país les darán plata con sólo presentarse al IMAS, algo que no lograban en sus países de origen? También ese aumento en la demanda de ayuda puede deberse a que la economía está mal, que no hay empleo o cuesta mucho encontrar algo que le genere ingresos a las personas por medio de un trabajo honrado.
Es necesario señalar una consideración adicional que a veces no se toma en cuenta al hacer este tipo de análisis: cada colón que el estado utiliza de sus ingresos por impuestos y similares para “mitigar” la pobreza, son fondos que yo no podrán ser usados en otras cosas, que incluso tal vez se podría considerar como más deseables que dicha ayuda. Por ejemplo, en más escuelas, vías de comunicación, obras de infraestructura o tal vez hospitales, clínicas o medicinas. Es decir, es necesario tener presente que lo que se gasta en alguna cosa, ya no puede ser gastado en otra. Por lo tanto, lo razonable es comparar cuál de las dos decisiones es la mejor en cuanto a un uso eficiente de recursos escasos.
Por ello, no me extraña la satisfacción del ministro de Desarrollo Humano e Inclusión Social y presidente del IMAS (qué montón de titulotes; me recuerda a algo que es todo, pero, tal vez, en realidad es muy poco), señor Carlos Alvarado, quien muy seguro de sí mismo, dice que “La pobreza por ingresos está estancada, en el orden del 20% (de los hogares) y el crecimiento vegetativo de la población hace que sean más personas en pobreza. Entonces, sí hay más gente acercándose a la institución y a las que se les ayuda.” De aquí que él se sienta muy satisfecho de que “conforme aumenta el presupuesto, como ha sido en los últimos años [aunque como informa el periódico, el gasto en programas sociales se estancó en el 2013 y el 2014], hay más dinero que se puede colocar.”
Nunca el tema de la pobreza ha sido fácil de tratar y, lo siento decirlo, pero a veces uno encuentra gente que pregona la reducción de la pobreza, pero propone medidas que más bien incitan a que ciudadanos o beneficiarios potenciales aparenten o busquen ser pobres para que el estado les ayude a mantenerse en dicha situación, presuntamente para muchas otras personas de una dependencia indeseable del estado.
La pregunta esencial que hay que hacer es si el sistema actual de apoyo estatal incentiva a que los ciudadanos acudan a entes estatales para que les den dinero, sin que existan incentivos para ellos se esfuercen por sí mismos a salir de la pobreza. El IMAS no parece disponer de un sistema de graduación, mediante el cual ciertas personas o familias, después de cierto tiempo de percibir ayuda, quedan sujetas a buscar por sí mismas ingresos personales; esto es, hay un incentivo para que permanezcan siempre dentro de los programas asistenciales del IMAS. Por esta razón, bien podría ser que cada vez se requiera de mayores fondos en el IMAS, pues no hay el esfuerzo debido de los beneficiarios para salirse de los rangos de pobreza y, por ende, dejar de percibir subsidios y ayudas públicas.
En tanto no exista tal programa, diseñado en términos que no estimule la permanencia dentro de los rangos de beneficiarios del IMAS, veremos como nunca alcanzará plata alguna para esa institución, para llenar plenamente los objetivos de su clientela.
Ciertamente el problema de la pobreza va mucho más allá de las cosas que pasan en torno al IMAS: primordialmente un mal manejo de políticas económicas de parte de las autoridades de gobierno, podría ocasionar un menor crecimiento de la economía y, por ende, que aumenten los niveles de pobreza en el país. Uno no sabe qué tanto puede el presidente del IMAS, susurrarle en los oídos a la burocracia económica del gobierno para que no tomen medidas que contraigan la producción y, aún más, menos fácil es saber si le harían caso o lo ignorarían Pero creo que no sucede ni una ni otra cosa y que la posición simplona del gobierno es la de tener más recursos para seguir en lo mismo, en cuanto a mantener incentivos que terminan impulsando la pobreza en un país. Mala política económica y social, sin duda alguna.
Cuando el IMAS se creó a principios de 1971 durante la administración Figueres Ferrer, con esa lógica interesante de don Pepe, lo hizo para que eliminara la pobreza extrema del país en un lapso de 5 años. Era una institución que nació, apropiadamente, con los días contados. Pero, al ir acercándose a su fin legal, se observó que la pobreza extrema no había disminuido, sino que más bien había aumentado. Por eso fue que en la administración Carazo se consiguió que el IMAS tuviera vida eterna: una nueva ley lo recreó con vida ilimitada. De hecho permitió reconocer que, por medio de leyes y ayudas, no se iría a lograr terminar con la pobreza extrema. Por tal razón el estado de bienestar decidió que el estado tenía que existir de manera permanente en la lucha contra la pobreza extrema, en vez de reconocer que era el crecimiento económico el que podía lograr su disminución.
Por tal razón es lógico observar cómo ahora sigue aumentando el número de clientes del IMAS y que la pobreza extrema no se reduce. Ésta no se va a reducir mediante la ayuda, la dádiva, sino gracias al crecimiento de la economía y a la participación plena de beneficiarios del IMAS en los mercados, en vez de ser simples dependientes de la ayuda “social” de; estado. Hoy, a como están las cosas, veremos cómo seguirá aumentando la clientela del IMAS, pues no hay incentivos para que los beneficiarios de ese ente dejen de serlo, al buscar resolver con su esfuerzo el problema de la pobreza.
El tratamiento ineficiente de la pobreza extrema y la preocupación estatal por resolverla esencialmente mediante subsidios, garantizan que siempre experimentaremos una demanda insatisfecha de recursos de parte del IMAS: así no habrá plata que alcance. Y eso suele ser aprovechado por ciertos políticos, quienes encuentran en estos programas de asistencia, grupos sociales que están siempre atentos a que se les satisfaga en el otorgamiento de recursos a cambio de apoyo político. Una mala mezcla que sólo contribuye a que no disminuya la pobreza y sí a la dependencia en el estado.
Publicado en Facebook el 28 de noviembre del 2015.