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Jorge Corrales Quesada
15/11/2015, 15:33
EL ESTADO INEFICIENTE-IMPUESTOS Y CONTRABANDO DE CIGARRILLOS
Por Jorge Corrales Quesada

Debe ser por una afición de niño de coleccionar cajetillas de cigarrillos, que en diversas ocasiones me he referido en mis artículos al tema de los impuestos a los cigarrillos y al contrabando que se provoca por su causa.

Por eso NO me llamó la atención un artículo de La nación del 28 de junio referente al tema del “Contrabando de cigarrillos se dispara luego de reformas a ley: Decomisos se multiplicaron por 15 en dos años.” He enfatizado la palabra no, porque lo que se menciona que ha estado sucediendo, lo había predicho muchos años atrás, e incluso en momentos en que las nuevas leyes de impuestos a los cigarrillos del 2013 estaban en proceso de aprobación, que son las que han motivado el reciente incremento en el contrabando de cigarrillos hacia el país.

Haré un breve recuento de mis comentarios del pasado (los que he podido ubicar) en donde claramente señalé que los aumentos de impuestos a los cigarrillos, usualmente altos, ocasionarían que se incrementara su ingreso ilegal al país, incluso poniendo en jaque la recaudación de impuestos por tal motivo, dado el descenso que ocasionaría en el consumo de cigarrillos “legales” en Costa Rica.

El artículo más viejo del cual me acuerde se tituló “El Colmo del Descaro,” y lo publiqué el 11 de setiembre de 1989 en la página 15 de La Nación, en donde solía escribir. Luego, el 6 de marzo del 2012 publiqué otro, bajo el título “Oda al Vicio,” y salió en La Extra, en donde también escribí regularmente una columna propia. En el 2013 -año en que se pusieron los impuestos vigentes a los cigarrillos- escribí tres artículos seguidos en La Extra sobre el mismo asunto. El primero de esta serie fue uno del 27 de agosto, titulado “El Peso de los Impuestos”; el segundo, el 10 de setiembre de ese año, bajo el encabezado “Mala Política Gubernamental Impulsa el Contrabando, y el último el 19 de diciembre del 2013, con el nombre “La Raíz del Cacho del Contrabando.”

Hago esta reseña, porque me da cierta risa amarga, cuando leo en el artículo de La Nación que dio origen a este comentario, que “en ninguna de las normas se previó el efecto final: la apertura de puertas al contrabando de cigarrillos en el país, por un lado, y por el otro un vacío en la recaudación de impuestos.” Eso no se previó por varias razones: porque los diputados casi no leen, no sé si por falta de tiempo o por formación inadecuada, principalmente en el tema económico. También porque los periodistas poco hicieron por educar al público de lo que ya les había vaticinado -no sólo yo sino igualmente otras personas- acerca de los efectos de impuestos tan elevados sobre los cigarrillos. Asimismo, porque casi siempre esos impuestos fueron así dispuestos por la angurria fiscal del estado, aunado posiblemente a un aceptable deseo de descorazonar su consumo, aunque con una política que en eso iba a fracasar y más bien ocasionar daños mayores (los cigarrillos contrabandeados suelen ser de mala calidad). Finalmente, porque como el cigarrillo es considerado un vicio, pocos ciudadanos que los consumen acudieron públicamente a defender su derecho a “pecar”: quien así lo hiciera, sería pronto crucificado como promotor de una lacra o de una sinvergüenzada.

Por supuesto, que en esas condiciones, los diputados se sentían más que sublimados por luchar contra la inmoralidad y por la buena salud, pero, ante todo, porque consideraban que era relativamente fácil, por medio de impuestos a los cigarrillos (entre otros vicios), recoger mucha plata para un estado sempiterno gastador de los ingresos de ciudadanos.
No me sorprende cuando veo ahora quejarse al recaudador ministro de Hacienda, decirnos compungido que “el decomiso [noten que fue lo que “capturaron”, que ha de estar muy lejos de todo lo que entró al país como contrabando] en el 2014 alcanzó la cifra récord de 33.5 millones de unidades.” Eso era de esperar que sucediera cuando el estado elevó violentamente el impuesto a cada cajetilla de cigarrillos. Por eso es que, como señala la Cámara de Comercio Costarricense Norteamericana (AMCHAM), “uno de cada cuatro cigarrillos que se llevan a la boca los ticos, son vendidos por medio del contrabando.”

Pero ¿cómo no va a ser así?, si, de acuerdo con el periódico, lo que cuesta “una cajetilla certificada por el Ministerio de Salud [esto es, la que se vende legalmente] cuesta en promedio ₡1.800, mientras que una de contrabando, ₡700.” Noten que el enorme porcentaje de impuestos que se ahorran los contrabandistas, les permite cubrir las ganancias de los negocios que venden cigarrillos contrabandeados en el país, al igual que los costos de traerlos desde mercados lejanos, tales como China, India, Paraguay, Panamá, Belice, así como el trasporte desde sus países de origen tanto como el traslado en el interior de Costa Rica, además de cubrir los riesgos de una actividad que por definición es arriesgada (captura, decomiso, cárcel, multas), además de darles una jugosa ganancia a los contrabandistas. La mejor prueba está allí: un diferencial de precios para el consumidor de aproximadamente más de un 150%. Yo no fumo, gracias a Dios dejé el vicio hace bastantes años, pero, obviamente, imagínense cuál opción tomaría. Al menos lo hace cerca de un 25% de quienes consumen la totalidad de cigarrillos en el país.

La genial solución que proponen algunos para acabar con el contrabando es la de elevar la pena, al menos en cuanto a reducir el umbral para declarar al contrabando como delito penal, que pasaría ser sólo $10.000 dólares de mercancías, en vez de los $50.000 actuales (y que antes de la primera cifra era de sólo $5.000). Pero todos nosotros sabemos lo ineficiente (y posiblemente hasta corrupto) que es nuestro sistema de vigilancia del movimiento ilegal de mercancías, como lo testifica el paso de cocaína, marihuana y de otros drogas por nuestro territorio. Mejor y más sencilla solución sería bajar fuertemente los impuestos, encareciendo así en un grado significativo el negocio para los contrabandistas al reducirse el escandaloso diferencial de precios entre el cigarrillo legal y el contrabandeado.

Como recuerdo, con todo gusto transcribo un par de párrafos de al menos dos de mis comentarios, en torno al contrabando de cigarrillos producto de aumentos exagerados en los impuestos. Uno de ellos es de mi artículo “La Raíz del Cacho del Contrabando, publicado en Facebook el 19 de diciembre del 2013, y que dice:

“La raíz del cacho, la razón de ser, el origen de su existencia, del contrabando, puede encontrarse en los altos gravámenes y restricciones que el estado ha impuesto, por lo general en el supuesto de con ellos se allegan fondos a sus arcas. Pero el contrabando y la aceptación del pueblo de dicha práctica hacen que el estado no obtenga los recursos que pretendía. ¿No se les ha ocurrido a los políticos y comentaristas cargados de buenos propósitos, que la mejor manera de bajar significativamente el contrabando es reduciendo los elevados impuestos que hoy se cobran sobre los bienes que los consumidores desean tener? ¿Por qué algo tan sencillo se les hace tan difícil de comprender?"

Asimismo, de otro que publique en La Extra el 6 de marzo del 2012, titulado “Oda al Vicio”, en el cual anticipé lo que ahora denuncia La Nación, transcribo lo siguiente:

“Ya a Costa Rica ingresan cigarrillos de otros países, posiblemente sin pagar impuestos de importación, porque eso se ha convertido en un negocio fácil. Con los nuevos gravámenes, el problema aumentará. Las consecuencias de las buenas intenciones no se harán esperar: posiblemente no descienda mucho el consumo de tabaco y arreciará el contrabando de cigarrillos. Personalmente soy enemigo del consumo del tabaco, pero tal vez soy más enemigo de medidas como la descrita, que terminan haciendo más daño que bien. Es cosa de saber usar el cerebro y de dar el lugar adecuado a la educación, no a una prohibición, que poco o nada logra.”

Para verdades, el tiempo…Ya habían sido advertidos de los efectos de la voracidad fiscal y de poses puritanas, reflejados ambos en aumentos desmedidos de impuestos.

Publicado en Facebook el 15 de noviembre del 2015.