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Jorge Corrales Quesada
02/11/2015, 14:30
EL ESTADO INEFICIENTE-UN MÁS QUE ACCIDENTADO TREN
Por Jorge Corrales Quesada

Desde hace ya buen rato tenemos -rajones que somos- un tren en la ciudad de San José, pero ciertamente no es ni la sombra de esos trenes que recorren tanta ciudad moderna. Lo sé, no estoy pidiendo que tengamos un tren bala como el de Tokio, ni tampoco como el moderno de Panamá, pero es que lo que tenemos parece haber sido sacado de una vieja caja de juegos, que estaba escondida y abandonada, una especie de avejentado tren Marklin o Lionel, de los que guardo muy gratos recuerdos. Pero el tren actual nuestro no es tan bonito como algunos de estos, sino que es una mescolanza de reencauchadas locomotoras y carros viejos del antiguo tren al Pacífico con algunas nuevas locomotoras que halan gente, llegadas al país a partir del 2007 y que, de paso, hay en la actualidad dos de estas (tipo Apolo) varadas en los patios de los ferrocarriles.

Se me dirá que es tan sólo el principio de un tren moderno y lo acepto como tal, pero ello no significa que no deba de dejar de señalar cosas absurdas que suceden en la actualidad con nuestro tren local, en especial por el descuido institucional con que se han tratado.

Cada rato sale en los medios información acerca de un nuevo choque del tren con algún carro, autobús o camión (sorprendentemente menos con esa cosa de innata anarquía en el manejo vial en San José, como son las motos). Es increíble que, viendo pasar o aproximarse un tren, ciertos conductores se tiran “a ganarle”, no sólo compitiendo contra el tiempo escaso, sino con la vida de ellos mismos, de sus pasajeros y de los que viajan en el tren.
Tal vez el presidente ejecutivo de los trenes del país y principalmente del de San José, ha de tener presente la siguiente anécdota del recordado don Ricardo Jiménez. Según la historia -como medio la sé- una locomotora del Ferrocarril Eléctrico al Pacífico (FEalP) le mató a un amigo de don Ricardo, quien en ese entonces era presidente de la República, un caballo supuestamente “fino” (sino lo era, tampoco rebaja el cuento). Ese amigo le envió un telegrama (o, in illo tempore) en el cual le decía a don Ricardo que le haría un reclamo al FEalP, por la muerte del caballo. De inmediato y no como ahora, cuando toda acción del gobierno parece demorarse al infinito, el presidente Jiménez Oreamuno le contestó por la misma vía: “Favor decirme si el tren se metió al potrero o si el caballo se metió a la línea.” Con sólo ese abogado fue suficiente; ahora hay un montón, tratando de ver cómo cobran o no pagan los daños al tren por metérsele sus clientes a éste.

Es increíble la falta de respeto del conductor de vehículos con el tren. Voy a dar un ejemplo: en las noches, en cierto bar al final de la avenida segunda, casi llegando a la intersección con la calle principal a San Pedro, se estaciona sobre la línea del tren el montón de vehículos, de manera que, si un tren pasara a esa hora el tren quedaría atascado, cosa que no es imposible, pues lo hace cuando hay acontecimientos deportivos o similares en el nuevo estadio nacional (afortunadamente aún no bautizado). Esa potencial parálisis me hizo recordar cuando el abogado don Humberto Hernández Piedra, hace ya muchos años, embargó la máquina del tren en la estación de Cartago, dejándola paralizada en la vía. Simplemente, ahí al final de la avenida segunda el tren podría quedar igual de paralizado.

Los lectores saben que es cierto lo del pésimo comportamiento de los conductores con el tren urbano. Pero los responsables de esta conducta anárquica no son tan sólo ellos, sino que el estado también tiene su cuota. Por eso me llamó la atención el artículo de La Nación del 23 de junio -no el hecho de que ese tren, al menos el que va a Cartago, use frenos de camión de carga, en vez de los que le son propios, pero eso lo analicé en otro comentario. Dicho artículo se titula “Cruces del tren tendrán agujas el próximo año: Medida para evitar accidentes.” Me pregunto ¿desde hace cuánto tiempo está operando el tren y todavía no tiene agujas, como suele suceder con trenes de este tipo cuando atraviesan calles de ciudades civilizadas? Bueno, en palabras de funcionarios públicos, tal vez -y desde ya lo pongo en duda- hasta el próximo año.

De acuerdo con el Consejo de Seguridad Vial (COSEVI), éste “espera las ofertas para licitar los sistemas de seguridad en 87 cruces ferroviarios, de los cuales 73 contarán con agujas. En el resto lo que se instalarán son campanas y semáforos intermitentes.” El monto que se espera destinar oscilará en alrededor de ₡6.000 millones. Y eso de las campanas no me gusta mucho, porque campanitas en el cielo será lo que escucharán quienes choquen con el tren por su abuso y la falta de una señalización efectiva.

Aquel anuncio es muy interesante, pues en la actualidad, en palabras de don Mario Calderón, director de la policía de tránsito “en San José se registran, en promedio, ocho choques con el tren cada mes. En el caso de Cartago y Heredia, son tres.” Aunque tristemente nos señala el propio presidente de los trenes, don Guillermo Santana, que “las agujas son una medida utilizada en zonas de mucho tránsito…” No obstante, él reconoció que “no es buena solución en algunas intersecciones, ya que las agujas no cubren toda la calle.”

Esto último me preocupa, porque lean lo que la misma Nación nos dice en un comentario del 24 de junio, bajo el título “Choferes burlan sistema de agujas en Sabana Sur: Realizan viajen prohibido para ahorrar tiempo,” lo cual anuncia que, como esas agujas no cubren sino una parte de la calle, vendrán “viajes prohibidos” (lo cual no se refiere a viajes de políticos a ciertos moteles), son que se van a meter por el lado, siempre tratando de ganarle al tren y de brincarse la presa temporal.

Ya vimos cómo le ha ido de mal a los famosos conos recientemente instalados en la ruta 32, cuando supuestamente aguantaban golpes, pero no los bombazos principalmente de traileros que siguen pasando tal como antes: a como “haiga” lugar. Ojalá que no suceda el mismo ridículo de desorden que se ha presentado con las señales de la 32 y que las agujas propuestas sí aguanten los abusos de conductores, quienes, la verdad, tan sólo aprenderán su lección cuando tengan que pagar fuertes multas y elevados daños por su mal e irresponsable manejo. Porque me han dicho que el tren siempre pita en las intersecciones, tanto que incluso provocó “salacuartazos” en su contra, afortunadamente rechazados. Así que no valen los pretextos y que el estado también haga bien las cosas que sin duda debe de hacer en este campo.

Publicado en Facebook el 02 de noviembre del 2015.