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Jorge Corrales Quesada
23/10/2015, 10:58
EL ESTADO INEFICIENTE-SEÑALES OMINOSAS AQUÍ EN LA TIERRA
Por Jorge Corrales Quesada

Hace poco una estimada amiga de Facebook, Laura Quirós, mostró en su muro una fotografía titulada: “Ancianos griegos hacen fila para cobrar pensiones”, y comentó, con gran corazón y sentimiento, que “Qué tristeza, hacen fila para recibir menos de la cuarta parte de su pensión mensual.” En verdad lo expuesto es conmovedor y deseo que jamás los costarricenses tengamos que vivir un episodio similar (de hecho, no sólo los costarricenses, sino cualquier ser humano).

Para evitar cosas como esas es que tenemos que promover, en el campo político, unas tres cosas, que creo son cruciales, además de otras. La primera, es que debemos arreglar lo más pronto posible los sistemas de pensiones en el país que hoy utilizan fondos públicos para mantenerlos. Esto es, que las pensiones deben de tener el sustento financiero propio para que no tenga que acudirse a fondos de terceros. No debe retrasarse más la reforma indispensable que asegure la estabilidad de las pensiones actuales y futuras.

En segundo lugar, debemos tener muy claro que las gollerías que suele brindar el estado a grupos específicos de interés, lo cual incluye las llamadas pensiones de privilegio, tendrán un costo para todos nosotros si simplemente se acude a recursos públicos para darles sustento. Eso constituye un abuso del proceso democrático, en donde grupos cerrados, relativamente pequeños y herméticos, concitan la acción gubernamental en su beneficio personal e incluso para lograrlo están dispuestos a incurrir en costos sustanciales, pero inferiores, al beneficio que lograrían con tal privilegio. La acción política va en contra de los grupos ciudadanos amplios, difusos, que no suelen incurrir en costos contra tales medidas, porque el resultado no compensa sus esfuerzos, como es el caso de la ciudadanía en general que termina pagando los privilegios de esos pocos. (Ya entienden por qué cuesta tanto organizar un movimiento cívico activo contra el monopolio de RECOPE o contra las huelgas de grupos sindicales burocratizados; porque el daño se difunde entre toda la población, mientras que el beneficio es a un grupo específico de burócratas, entre otros).

Finalmente, es indispensable que los ciudadanos estén bien informados del estado y la evolución de nuestros sistemas de pensiones. Por ello, es crucial estar atentos a lo que nos dice el artículo de La Nación del 22 de junio, titulado “Caja reduce aportes a reserva del IVM por cuarto año seguido: En el 2014 capitalizó ₡97.000 millones al régimen, 15% menos que en el 2013”. Y aprovecho para dar las gracias públicamente al anterior jerarca de la Superintendencia de Pensiones (SUFPEN), don Edgar Robles, por la constante y enorme claridad con que advirtió oportunamente a la ciudadanía de los riesgos serios que encaraban algunos de los fondos de pensiones del país. Se ha criticado injustamente a don Edgar por su firmeza y ya se advierte que el nuevo encargado dialogará en vez “de patear puertas y exigir cambios en los fondos”. La verdad es que “por haber pateado puertas” es que ha obligado a burocracias conservadoras a que nos revelen la realidad de las cosas en los sistemas de pensiones. Lo peor que ahora nos podría suceder es que, en esta lucha por la claridad y la transparencia en nuestros fondos de pensiones, se sustituya a una mano firme y de claro liderazgo por reuniones interminables y diálogos dulces, sin un sentido de rumbo y dirigencia en un área tan sensible en el bienestar de los costarricenses. No podrá existir una vejez digna, si tenemos sistemas de pensiones en quiebra y dependientes, cada vez más, de los fondos generales del erario público tan sólo para el beneficio privado de algunos grupos concretos.

Pero, analicemos algo de lo que nos cuenta La Nación: el hecho es que, a partir del 2010 y hasta el 2014, es cada vez menor el aporte que se hace a la reserva del sistema de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) que administra la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Con base en mi ojímetro (o sea, apreciaciones de un gráfico de barras que ese medio ha presentado y que no brinda los datos exactos), de un aporte máximo a las reservas del IVM de ₡330 mil millones en el 2010, ya en el 2011 se habían reducido a, más o menos, ₡160 mil millones, para disminuir aún más en el 2012, con alrededor de ₡125 mil millones y todavía más en el 2013, en que fue de ₡114.6 miles millones. Ahora, en el año que acaba de pasar -el 2014- caen aún más, a sólo ₡97 mil millones. Esto es, hay una declinación constante en los últimos años del aporte que la CCSS hace a su régimen de IVM. Muy mala señal; nada bueno nos augura.

Entendamos muy bien de dónde es que provienen los recursos para el IVM: de “las cotizaciones obrero-patronales [y también debería de ser el estado qua estado, pero desde hace buen rato no hay aportes efectivos por tal factor], los intereses de las inversiones de la reserva del régimen, así como multas y ganancias de la cartera de crédito de la Caja.” Por su parte, el 85% de esos recursos del IVM se va en el “pago de pensiones. El resto son gastos administrativos y médicos de los jubilados.”

Aquí viene el punto crucial, de acuerdo con un informe de coyuntura del Sistema Nacional de Pensiones para el primer trimestre de este año y elaborado por la SUPEN, cual es que “la reducción en la capitalización refleja que las ganancias son insuficientes para enfrentar mayores gastos.” El problema surge, en parte, porque conforme pasan los años, más crece el número de pensionados (más o menos ahora unos 10.300 más cada año, en tanto que en la década del 2000 era de sólo 6.500), lo cual indudablemente que anuncia mayores egresos, con lo cual habrá una presión para que se reduzca el fondo de donde saldrían las pensiones futuras.

Ciertamente, ante esto, la Caja no se ha quedado cruzada de brazos, pero lo hecho parece ser insuficiente para solucionar el problema. Entre tales medidas está la del aumento en la tasa de cotización de la parte obrero-patronal, que pasó del 8% de la planilla al 8.5%, pero eso no será suficiente, además de otra medida positiva como es la del incremento en el monto mínimo que se cobra para trabajadores independientes y voluntarios. Pero, como técnicamente señala la SUPEN, “los menores aportes hechos a la reserva del IVM son el reflejo de un problema estructural en el régimen. El resultado es que se usan parte de las reservas para cubrir el pago de pensiones.”

Esta situación, por un lado, posiblemente requerirá que se eleve la edad mínima para pensionarse, con lo cual el sistema se ajustaría a la realidad de una población, que vive cada vez más por más años y que, por tanto, recibe pensión durante un tiempo mayor al previamente considerado, cuando la esperanza de vida era menor.

También, por otra parte, hay un mensaje que ojalá calara ante las autoridades de gobierno, en lo que se refiere a su política económica: cuando la economía nacional crece, suelen aumentar estos ingresos para el IVM, como en el pasado se dio durante los años 2008 y 2009. En la actualidad, tenemos una muy alta tasa de desocupación (superior al 10% y en aumento en estos últimos años) y ello se refleja en un descenso en los aportes al IVM, pero también ha disminuido, si bien ligeramente, la tasa neta de participación, lo cual podrían ser un indicador de que más trabajadores desisten de buscar empleo al no encontrarlo. Eso implica menores aportes para el IVM. Igualmente, también observamos cómo en estos últimos años se ha incrementado el subempleo (a la fecha llega a más de un 14% de la fuerza de trabajo) y eso también hace que se reduzcan los ingresos para la Caja.
Es crucial ver cómo se restaura el crecimiento de nuestra economía y, francamente, en conjunto una política laxa de reducción de un sobredimensionado gasto público y la pretensión gubernamental constante de aumentar los impuestos en la economía, lo que provocan es que aumente la incertidumbre y así se frene cualquier aspiración de restaurar el crecimiento que logre aumentar la demanda de mano de obra, que sin duda estimularía los ingresos a la Caja para el fondo de IVM.
Por todo esto, considero crucial que los ciudadanos estemos atentos a la evolución del financiamiento adecuado en este caso del régimen del IVM de la Caja (así como de los restantes, para frenar la práctica de financiarse por medio de la contribución de toda la ciudadanía mediante presupuestos del gobierno). Sólo así podremos evitar una tragedia griega como la que estamos observando en estos momentos. Ya tenemos claras las señales ominosas en nuestro terruño de un serio problema financiero a plazo con los regímenes de pensiones. Si ante ellas no actuamos debidamente, después no le echemos los muertos del daño a quienes tal vez nos han prestado recursos para que nuestra economía pueda crecer, pero que no han sido bien empleados por los gobernantes, tal como hoy es el caso griego.

Publicado en Facebook el 23 de octubre del 2015.