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Jorge Corrales Quesada
25/06/2015, 15:51
EL ESTADO INEFICIENTE-TOMAR EN SERIO LOS DATOS DE DESEMPLEO EN LA ECONOMÍA
Por Jorge Corrales Quesada

La última Encuesta Continua de Empleo (ECE) correspondiente al cuarto trimestre del año pasado, que trimestralmente suele publicar el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), no nos trae noticias halagüeñas en el campo del empleo en el país. Generalmente los indicadores resultantes se suelen comparar con el del trimestre o el del año previo, pues lo que más a menudo interesa es valorar el comportamiento de la variable a través del tiempo.

El primer indicador es la tasa de desempleo o de desocupación, que mide el cociente de la población desocupada con respecto a la fuerza de trabajo del país. Lo lamentable es que la tasa de desempleo del IV trimestre del 2014 fue casi igual a la del III trimestre de ese año: 9.7% en el último trimestre del año y 10.0% en el trimestre previo, pero en ambos trimestres de este año la tasa de desocupación fue muy superior a la equivalente del IV trimestre del 2013, que había sido una relativamente favorable de 8.3%, la más baja de los dos años previos. Se observa un deterioro -una vuelta a un desempleo relativamente alto- en el lapso de estos dos últimos años: de aproximadamente un promedio de un 9.7% en los primeros tres trimestres del 2013, se llegó a reducir al 8.3% antes indicado en el último trimestre de ese año, pero, para la totalidad del 2014, la tasa promedio de desempleo de nuevo aumentó, hasta llegar casi al mismo 9.7%; esto es, al momento hemos vuelto a la situación previa de un elevado desempleo en nuestra economía.

Esto mismo se puede observar en el indicador llamado tasa de ocupación, que mide el porcentaje de personas ocupadas con respecto a la población en edad de trabajar, el cual pasó de un 57.8% en el último cuatrimestre del 2013 a un 56% en el equivalente del 2014. Esto es, la tasa de ocupación se redujo 1.8 puntos porcentuales en un año. Lo interesante es que aquel 57.8% fue el punto más alto del 2013 y luego en transcurso del año fue reduciéndose hasta caer a un 56%. Indica el informe que, “aunque para los hombres los niveles de este indicador se conservaron invariantes en comparación al mismo trimestre del año anterior, las mujeres ocupadas presentaron una disminución de 48.000 personas, lo cual significó una tasa de ocupación 3.4 punto porcentuales en este período.” (INEC, Encuesta Continua de Empleo: Indicadores del Mercado Laboral Costarricense, Cuarto Trimestre 2014, p. 3).

En términos de personas, el ECE informa que, para el último trimestre del año pasado, los desocupados fueron 220.175; o sea, 30.880 más desocupados que los 189.295 del mismo trimestre pero del año 2013.

Una comparación según las características de las personas que están desempleadas en el cuarto trimestre del 2013 y las equivalentes del 2014, nos dice que aquellos desempleados que tienen estudios universitarios, con o sin título, fueron los que aumentaron más en dicho lapso. Pasaron de un 14.2% en el cuarto trimestre del 2013 a un 17.1% en el cuarto trimestre del 2014. Para las clasificaciones de acuerdo con otras características de las personas desempleadas, como son si tienen experiencia, si están desempleadas por razones personales o si tienen entre 15 y 24 años (jóvenes), las variaciones entre ambos trimestres son relativamente pequeñas. Esto es, llama la atención la variación más significativa (un aumento) en la desocupación de trabajadores que poseen estudios universitarios, ya sea con título o sin él.

En cuanto al sexo de los desocupados, el cambio negativo en la ocupación afectó en mayor grado a las mujeres que a los hombres, pues pasó, en el caso de las mujeres, de un 9.1% en el cuarto trimestre del 2013 a un 11.8% en el mismo trimestre del 2014. Esto es, la desocupación entre mujeres aumentó en ese año en un 2.7%. Por su parte, en el caso de los hombres, de un 7.8% en el último trimestre del 2013 pasó a un 8.3%; o sea, un relativamente ligero aumento del 0.5%. Esto es, en ese lapso de referencia, la desocupación de las mujeres creció 5 veces más (en términos porcentuales), que como sucedió en el caso de los hombres.

En el mismo lapso, el desempleo rural creció de un 9% a un 10.2%; esto es, un incremento de 1.2 puntos porcentuales, mientras que el urbano aumentó de un 8.1% a un 9% a un 10.2%, es decir, un alza de 1.4 puntos porcentuales. Esto es, creció relativamente más el desempleo urbano que el rural.

En un informe que sobre el ECE hace el periódico La Nación del 13 de febrero y que lleva por encabezado “Desempleo golpea con mayor fuerza a mujeres y el comercio: Desocupación pasó de 8.3% a 9.7% en un año, pero en las féminas llegó al 11.8%” se indica que, en palabras de María Luz Sanarrusia, coordinadora de la encuesta de referencia, “en el caso del sector comercial, el deterioro se percibe en una caída en la cantidad de ocupados del 7% en los últimos 12 meses. El cambio es significativo, pues es de los sectores con mayor aporte de empleados.” Por otra parte, en el caso de los sectores tradicionales -agricultura, construcción, manufactura calificada y ocupaciones no calificadas- si bien se mostró un crecimiento de la ocupación, “no fue suficiente frente a la pérdida de puestos en otras actividades”, tales como comercio y servicios directos a personas y técnico, profesional medio y apoyo administrativo, principalmente.

Hay un aspecto del mercado ocupacional que siempre es importante de tomarlo en cuenta al analizar el comportamiento del empleo en cierto lapso. Se trata de la tasa de presión general, que indica la presión sobre el mercado laboral del conjunto de la población desempleado más la ocupada en busca de trabajo. La tasa correspondiente al cuarto trimestre del 2013 fue de 16.7% y ascendió al correspondiente del 2014 a un 19.3%; esto es, el indicador aumentó en ese año en 2.6 puntos porcentuales, tanto por un aumento de los desempleados como en el de ocupados que buscan cambiar de empleo. El aumento de ese indicador fue mucho mayor en mujeres que en hombres, pues el primero creció en 3.6 puntos porcentuales, en tanto que en los hombres de 2 puntos porcentuales.

Un indicador adicional del mercado de trabajo es el del subempleo, el cual se define como la cantidad de personas que trabaja menos de 47 horas a la semana, que desea trabajar más horas pero no consigue empleo para ello, como porcentaje de la fuerza de trabajo. Dicha tasa aumentó de un 12.2% en el último trimestre del 2013 a un 14.2% en el correspondiente del 2014; esto es, en un año se incrementó el subempleo de 2 puntos porcentuales, lo cual refuerza el empeoramiento relativo de la situación en general del mercado laboral.

En resumen, la desocupación, así como el subempleo, han aumentado en los últimos doce meses, en el lapso que va del trimestre octubre-diciembre del 2013 al equivalente del 2014. El mayor peso del empeoramiento de la situación lo han llevado las mujeres y en cierto grado las personas de las zonas urbanas en comparación con las de zonas rurales. Un dato que debe ser observado con cuidado es la llamada tasa neta de participación, que mide el porcentaje de la población en edad de trabajar que constituye la fuerza de trabajo de la economía. Básicamente -y por fortuna- se ha mantenido constante en el lapso que se compara, pues, si bien se redujo de un 63% en el último trimestre del 2013, a un 62% en el correspondiente al 2014, no se ha dado una reducción muy importante, que pudiera indicar un abandono de la búsqueda de trabajo por parte de la población en edad de trabajar. Eso, por ejemplo, se ha observado recientemente en los Estados Unidos, que ha sufrido un problema de desempleo por largo tiempo y ha provocado que las personas desistan de buscar trabajo, con lo cual las simples tasas de desempleo abierto deben ser reevaluadas conjuntamente. Aun así, para el caso de Costa Rica, vale la pena prestarle atención a futuros datos de este indicador.

Hay un par de cosas adicionales en el artículo de La Nación que vale la pena reiterar. Una de ellas es la posición expresada por el señor Rónald Jiménez, presidente de la UCCAEP, quien dice que “es hora de que haya señales claras (del Gobierno) de medidas concretas para generar confianza en el sector privado, principal generador de empleo en Costa Rica. No podemos seguir perdiendo puestos de trabajo y viendo como cierran más empresas mientras que cientos de hogares se quedan sin el sustento diario.”

La otra es la opinión del ministro de Trabajo y Seguridad Social, don Víctor Morales, quien, si bien es cierto que reconoce que “el Gobierno tiene que crear las condiciones” para lograr cumplir “su promesa de crear 52.000 nuevos empleos, este año, con apoyo del sector empresarial,” al ser cuestionado acerca del papel que el actual gobierno puede haber tenido en el aumento del desempleo, indicó que “aunque algunos sectores buscan la explicación en las señales de un Gobierno de nueve meses, pero, en realidad, es el reflejo de problemas estructurales del país… donde el 60% de los trabajadores no tiene secundaria completa: es un drama nacional.”

Puede ser que el ministro tenga razón al señalar problemas estructurales -supongo que quiere dar a entender que son de largo plazo- como cuando enfatiza que “la demanda de obra costarricense es no calificada. El 60% no tiene secundaria completa”, pero, entonces, no explicaría por qué durante el último año hay también un aumento de personas desempleadas, caracterizadas por tener estudios universitarios, con título o sin él, que pasó de un 14.2% en el último trimestre del 2013 a un 17.1% en el correspondiente del 2014.

Sin embargo, lo más preocupante es la reacción de las autoridades del gobierno, quienes no parecen tener claro aún un programa que genere empleo, aparte de las usuales misiones al exterior para atraer inversión extranjera hacia el país. Lo cierto es que hay una enorme incertidumbre en el sector privado, principal generador del empleo en el país, que constantemente manifiesta su preocupación por la propuesta gubernamental de reducir el déficit gubernamental, básicamente aumentando los impuestos, en vez de reducir la demanda de recursos productivos de la economía, que es lo que significa ese gasto gubernamental excesivo.

La perspectiva de nuevos y mayores impuestos implica una reducción del rendimiento de la inversión privada, por lo cual no aumenta la disposición para invertir y, más bien, el menor crecimiento económico a que dé lugar ese aumento impositivo, provocará un descenso de la demanda de mano de obra y, por tanto, un aumento en la tasa de desempleo. Si a esto se aúna el reciente aumento de costos esenciales para el sector productivo, como son los de la electricidad, entre otros, posiblemente provoque un retraimiento de la inversión privada, con la consiguiente rebaja en nuevas contrataciones laborales en el sector privado e incluso hasta la terminación de contratos existentes, lo cual no es precisamente un buen augurio para la situación laboral del país.

Publicados el 25 de junio del 2015 en mis sitios en Facebook jorge corrales quesada y Jcorralesq Libertad