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Jorge Corrales Quesada
18/05/2015, 20:30
EL ESTADO INEFICIENTE-¿SENCILLEZ EN LA JUNTA DE PROTECCIÓN SOCIAL?
Por Jorge Corrales Quesada

Personalmente siempre le he tenido un enorme aprecio personal a la Junta de Protección Social, incluso cuando sólo era la Junta de Protección Social de San José. Tal vez porque cuando joven, llegué a saber de don Alberto Echandi Montero, quien por muchos años fue presidente de su junta directiva (y también padre del probo ex presidente don Mario Echandi Jiménez), pero asimismo porque su hijo Alfredo Echandi Jiménez la presidió por muchos años, tanto como su padre. Igualmente, porque por mucho tiempo la Junta recibió el apoyo directo de connotados miembros de respetables familias costarricenses, de apellidos Cañas, Crespo, Castro, Cervantes, Escalante, Durán, Echandi, Fischel, Fournier, Goicoechea, Herrero, Lara, Iraeta, Koberg, Montealegre, Jiménez, Ortiz, Pinto, Quirós, Rohrmoser, Soley, Trejos, Terán, Valverde, entre muchos otros.

Leía un día de estos un artículo en La Nación del 3 de diciembre titulado “Centros de adultos mayores recibirán menos ayuda de JPS: Al menos 12 instituciones sufrirán recortes en el 2015”, en que si bien la decisión no tiene su origen en pérdidas -según señalan sus administradores- pues, “Para el 2014, las utilidades fueron de ₡24.000 millones, y para el 2015, la suma está proyectada en ₡26.000 millones. Es decir, tenemos más utilidades.”

Todo parece estar muy bien e incluso es de esperar que reasignaciones de las ayudas entre diferentes receptores sea algo deseable (aunque en este caso parece algo incongruente, porque si algo está aumentando notoriamente en el país, son los ancianos, aunque alguien me podría decir que cada vez van menos a hogares para adultos mayores, lo cual a priori no lo creo). Pero, bueno, aceptemos esa posibilidad como algo esperable.

Pero hay cosas que a mí me parece han significado un cambio en la institución de caridad, que contrastan desfavorablemente con la frugalidad que la caracterizó en el pasado. No sólo para realizar su función cuentan ahora con un edificio a todas luces muy grande, en especial si se les contrasta con la gran parsimonia con que se operaba en aquellos tiempos de, al menos porque lo vi, don Arturo Echandi. Claro, la diferencia elemental es que en aquella época había mucho de carácter voluntario de los individuos, pero también porque se privilegiaba la ayuda, la caridad, la solidaridad, por encima de los edificios, la burocracia, los vehículos, los choferes, los guardas, los (y las) modelos que anuncian los sorteos, el decorado, las orquestas, etcétera, porque debe haber muchos etcéteras, que a uno le pueden explicar, al menos como hipótesis, porqué va menos plata para los asilos de ancianos.

Ciertamente pocas veces estoy de acuerdo con la frase “todo tiempo pasado fue mejor,” pero en estos asuntos de ayuda caritativa, como es el objetivo esencial de la Junta de Protección Social, a uno le es exigido preguntarse algo muy sencillo: ¿Acaso no es posible una mayor frugalidad, menor boato, menos burocracia, un ahorro de recursos mucho más elevado evitando desperdicios, para así destinar una mayor cantidad de fondos a instituciones que ejercen la caridad y que la Junta siempre ha apoyado? Resalto esta situación en mi columna habitual EL ESTADO INEFICIENTE, porque la Junta dejó de ser algo esencialmente privado, en donde el desprendimiento ciudadano para el ejercicio de la caridad era recompensado únicamente con el agradecimiento de un pueblo. Ahora es, de hecho, una dependencia estatal, en donde -valga mi prejuicio o mi experiencia- la ineficiencia y el dispendio con que usualmente se tratan los recursos públicos y no privados están vigentes.

Publicado el 05 de marzo del 2015.