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Jorge Corrales Quesada
08/05/2015, 10:24
COMENTARIO A PROPÓSITO DE UN ARTÍCULO DE ESTEBAN MORA-SEGUNDA PARTE
Por Jorge Corrales Quesada
Revista Paquidermo, 16 de marzo del 2015
http://www.revistapaquidermo.com/archives/11525

Continúo hoy con la segunda parte de mi comentario. La primera fue publicada el día anterior.

SEGUNDA PARTE

Gracias a un amigo, me llegó una copia de un artículo de Esteban Mora publicado en la Revista Paquidermo del 14 de febrero del 2015, el cual lleva por título “Smith y Spencer en Costa Rica”. Lo analizaré en dos partes: la primera de ellas, en cuanto a su relación con la evolución del pensamiento de esos autores y, la segunda, de la derivación que el autor Mora hace de ese pensamiento liberal clásico (minarquista, laissezferiano, libertario, como lo llama de distintos modos el señor Mora).

IMPACTO DEL PENSAMIENTO LIBERAL SOBRE LA POLÍTICA INTERNA DE COSTA RICA

Hay algo aún más interesante en este arroz con mango que nos sirve Mora: Spencer “es la vanguardia del movimiento libertario mundial (desde Ayn Rand hasta Von Mises, etc)…,” que envuelve a todos los grupos políticos de Costa Rica antes citados. Es casi como una versión aguada de aquella célebre frase, “Ahora todos somos Keynesianos”: en la política costarricense casi todos, con excepción de la izquierda de Frente Amplio, el cual, por exclusión, parece ser el objeto de la afección de Mora, “casi todos somos Spencerianos.” Casi todos en Costa Rica ahora somos “minarquistas -para usar la expresión de Mora- Spencerianos”, sepámoslo o no, como paternalistamente nos lo dice quien emite un juicio de tanto alcance ideológico.

Estas afirmaciones de Mora levantan mi ánimo, pues considero que las próximas elecciones del país se caracterizarán por un fuerte Partido Frente Amplio, a no ser que continúe cometiendo errores garrafales como lo ha hecho recientemente, el cual enfrentaría a una posible agrupación de los diversos partidos democráticos, que comparten valorados principios liberales esenciales, como, por ejemplo, un gobierno limitado, la existencia de un gobierno sujeto a frenos y contrapesos, un respeto por la propiedad privada, así como un aprecio por la capacidad productiva del sector privado en la economía, fuente generadora de un empleo generador de riqueza y, en general, de un sistema político democrático que respeta la posibilidad de que una minoría pueda llegar a convertirse sin violencia en una mayoría gobernante.

En ese caso, si fuera cierto el diagnóstico de Mora, de un “liberalismo” que es común a los principales partidos políticos del país (y de otros actualmente más pequeños), el cual asevera ser que el que “informa… a todo el liberalismo dominante en la actualidad” propio de todos los partidos, hay esperanzas de que Costa Rica pueda evitar una mayor preponderancia del partido amistoso al chavismo del socialismo del siglo XXI, el Frente Amplio. Esa posibilidad, derivada del análisis de Mora, me alegra sentidamente.

Pero creo que esa aseveración de Mora no es enteramente cierta, por un hecho muy sencillo: los hechos políticos que él señala como característicos de ese “liberalismo” en común que menciona, no parecen ser confirmados por la realidad.
Veamos el más importante de ese “liberalismo” compartido, el cual, según Mora, es algo que
“… estamos al borde de confirmarlo: el actual presupuesto está siendo recortado a niveles extremos e insospechados, no solo por el ML, el PUSC o el PLN, sino por partes del mismo PAC” y que hasta el presupuesto que presentó el “Poder Ejecutivo de Luis Guillermo Solís, sin ningún recorte y completamente intacto, representó también un recorte con respecto a los presupuestos anteriores”.

No parece ser cierto lo que nos dice Mora: la Asamblea Legislativa, en una cuestionada decisión, aprobó un presupuesto de gasto del gobierno para este año superior en un 19% al correspondiente del año previo y, aun considerando una inflación estimada para este año por el Banco Central de un 4%, implica que el presupuesto creció en términos reales en un 15%, en comparación con el del año pasado. Mora puede ahora confirmar que se ha dado lo contrario de lo que aseveró en cuanto a la aprobación del presupuesto gubernamental de este año: No hay tal recorte, aunque es de esperar que las realidades fiscales del país terminen obligando a una casi impostergable reducción.

Subrayo esto último, porque Mora da a entender que el déficit es un producto de la conspiración de grupos liberales del país, en especial en cuanto a impuestos que habrían de sugerirse para resolver el déficit: “se impulsan los impuestos al consumidor (el IVA) en lugar de impulsar la renta global y mundial (la cual más bien se pospone, para agraciarse con el empresariado)”.

Para empezar, Mora parece desconocer otro hecho crucial en la economía costarricense: hay un enorme déficit fiscal debido a un exceso de gasto del gobierno por encima de lo que recauda. El problema en la economía no es tanto el déficit, como el excesivo gasto del estado, pues es aquí cuando un liberal haría notar que es dicho gasto el que implica la utilización de recursos que ya no estarán disponibles en la economía para ser gastados por el sector privado.
Como una vez lo explicó Milton Friedman,

“El proceso típico ha sido muy claro: los grandes gastadores han votado porque haya gastos públicos que han producido el déficit. Los oponentes a los déficits se rascan sus cabezas y dicen ‘eso es terrible, no debemos tener un déficit’ y entonces aquellos regresan a trabajar para ponernos mayores impuestos. Una vez que estos son incrementados y el déficit ha retornado a lo razonable, de nuevo empiezan los grandes gastadores. Y el resultado final es más y más gasto.
Yo preferiría tener un presupuesto gubernamental de 200 billones con un déficit de 100 billones, que un presupuesto gubernamental de 400 billones, pero sin déficit. Simplemente debido a que un presupuesto de gasto del gobierno de 400 billones es el doble de lo que se le quita de la disposición del ciudadano y que es gastado en su nombre por el gobierno. Ese es el problema real.” (Tomado de www.freetochoose.tv (http://www.freetochoose.tv/), Milton Friedman, Lecture 7: Is Tax Reform Possible?

Además, el principal promotor del impuesto al valor agregado en la actualidad ha sido del hoy gobierno del PAC, aunque no debe extrañar que sea apoyado por otros grupos políticos en la sustitución del impuesto de ventas por el uno al valor agregado, si bien se ha presentado una fuerte divergencia a causa de la pretensión del poder ejecutivo de aumentar las tasas impositivas actuales del impuesto de ventas así como de su cobertura.

Es una absurda y simple tautología la que señala Ernesto Mora, cuando afirma que “es posible aplicar una serie de impuestos (exportaciones, aranceles, renta global, etc), sin aumentar ni un ápice los impuestos indirectos al consumidor (o sea, sin encarecer el costo de la vida), y sin hacer ningún recorte al gasto, y aun así terminar sin ningún déficit fiscal.” Por supuesto: Igual podría lograrse eso si el gobierno (por comparación con el absurdo) colocara gavillas de forajidos en las calles de nuestras ciudades, encargadas de, a punta de pistola, arrebatar los recursos de los ciudadanos y -en un mayor absurdo- que esos salteadores honestamente entregaran lo robado al fisco. Con eso, obviamente, también se podría “terminar sin ningún déficit fiscal”.

Pero ese sinsentido no guía adecuadamente nuestra política fiscal, pues, en primer lugar, la propuesta impositiva de Mora no disminuye el encarecimiento de la vida, como alega sucede con la propuesta Spenceriana (¿?), pues la suya ignora el fenómeno de pro-traslación de los impuestos, ni logra disminuir la elevada tasa actual de desempleo que hoy sufre el país, dado que también Mora ignora la posibilidad de retro-traslación de los gravámenes. Y más importante aún, porque Mora deja displicentemente de lado el efecto que mayores impuestos tienen sobre la rentabilidad de las empresas, la decisión de correr riesgos en una economía, acerca de sus efectos sobre las decisiones de invertir y de innovar, todo lo cual afectaría el crecimiento de la economía. Al darse ese menor crecimiento debido a los mayores impuestos, se reduce la posibilidad de la empresa privada de contratar más mano de obra, dando lugar a que disminuya el ingreso de las familias y a que aumente la pobreza en el país. Todo eso no cuenta, según Mora.

Don Esteban peca de osado cuando dice que, siguiendo al liberalismo de Spencer en vez de aquél de Smith, damos “el paso del neoliberalismo al libertarianismo”. Introduce un nuevo término que, por supuesto, ni siquiera define, como es el “neoliberalismo”, y que, además, trata de darnos la apariencia de que hay diferencia entre ambos términos (neoliberalismo y libertarianismo). Pero, como compararlos si ni siquiera nos los precisa y muchos menos podemos saber en qué es lo que divergen. Pero debemos de ser muy limitados en nuestra capacidad de análisis, pues no nos hemos dado cuenta de que ese paso del neoliberalismo al libertarianismo, es “algo que se está dando alrededor del mundo (desde EEUU hasta España)”, como señala Mora. Incluso es capaz de aseverar que, como consecuencia de ese movimiento del neoliberalismo al libertarianismo “en los últimos 30 años se haya igualado ‘economía mixta’ con ‘progresismo’ o incluso con ‘social democracia’, cuando una economía mixta puede ir desde la propuesta Smithiana hasta el reformismo social demócrata, sin que sean lo mismo.”

Indescifrable menjurje que nos hace Mora: ya metió a la “economía mixta”, al “progresismo” e incluso a la “social democracia” en un mismo caldero. Pero, una vez más, no nos explica nada y menos nos delimita el contenido de los términos, como es lo requerido, sino que los lanza al aire para sonar como que, académicamente, los domina, lo cual no lo dudo; al menos en cuanto a su nombre.

Es obvio que hay economías mixtas de todo tipo, desde la casi anarquista de Spencer (tan sólo para referirme a los nombres que Mora ha mencionado), pasando por la de Say y por la de Smith, así como por la de liberales, de minarquistas, quienes, al igual que los social demócratas, también creen en la existencia del estado. Pero, ¿y qué con eso?; ¿qué difieren? Obviamente, aunque su comentario general haya pretendido hacernos de Spencer el páter familias de todas las posiciones -me imagino que excluye a los marxistas- que han considerado la necesidad actual de reducir el excesivo gasto gubernamental en el país. Es Mora quien nos dice que todos esos movimientos tienen como “objetivo estratégico de ir más allá en el desmantelamiento del sector estatal en la economía”. Bueno, pero no piden la “desaparición del estado” ambicionada por Marx, pero tampoco que tal se pueda haber considerado que era el mínimum minimorum que buscaba Spencer.

La realidad es que todas las propuestas formuladas por los distintos grupos políticos (esos que dice Mora son guiados por el espíritu de Spencer) no le llegan ni siquiera de cerca de la visión que inicialmente tuviera Spencer del orden político-social. Pero sí me parece que muchos de esos grupos políticos domésticos que cita Mora, han llegado a darse cuenta de una realidad en nuestro medio imposible de ocultar: que el estado está interviniendo en la economía mucho más allá de lo conveniente y que el mejor reflejo de esa acción gubernamental es su enorme déficit presupuestario que debe ser moderado en cuanto a su gasto originario. Asimismo, que esas agrupaciones políticas crecientemente se van dando cuenta de que el ciudadano común y corriente siente, cada vez con mayor intensidad, que hay un enorme déficit entre lo que espera le brinde el estado en servicios y lo que paga por ellos.

FINAL DE LA SEGUNDA PARTE Y DEL COMENTARIO.