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Jorge Corrales Quesada
26/11/2013, 11:16
EL MITO SOBRE UN GASTO PÚBLICO IRREDUCIBLE
Por Jorge Corrales Quesada

El verdadero mito sobre el gasto público no es que no se pueda reducir, presuntamente a causa de una legislación que lo obliga. Aceptar esa tesis inmovilista, significa que nuestro país nunca podrá poner orden en sus finanzas públicas, a menos que se le obligue pagar más impuestos a la ciudadanía. Ese podría ser el verdadero objetivo de quienes hoy alegan la imposibilidad de reducir el gasto, lo que acepto es difícil de lograr. Una vez que el gobierno decide llevar a cabo un nuevo gasto, casi que se hace intocable, pues al hacerlo se afectan poderosos intereses de algunos.

Aún cuando una legislación dice que cierto gasto es temporal, por ejemplo, al financiar una nueva entidad, lo cierto es que esa provisionalidad es tan sólo un cuento para lograr su aprobación. Me refiero a un caso, apropiado ahora que se habla tanto de pobreza y que a menudo no se nos dice la forma de disminuirla, excepto transfiriendo fondos de unos hacia otros. El IMAS se fundó en 1971 durante la administración Figueres. Su fin era resolver el problem de la pobreza extrema del país. Dicha ley de creación tenía una “cláusula de caducidad”, por la que el IMAS existiría por un plazo de 10 años. El gobierno que aprobó la ley consideró que en ese lapso, con un plan, era posible eliminar la pobreza extrema.
Se cumplieron los 10 años durante la administración Carazo y ¿adivinen que pasó? Se aprobó una reforma a la ley vigente, dándole un plazo sin límite a la existencia del IMAS. Al menos aquel gobierno fue honesto en reconocer que el IMAS no había resuelto el objetivo para el que se creó. La solución no era darle “vida eterna” al IMAS. No se reconoció el fracaso de esa entidad para resolver el problema de la pobreza extrema, como se pretendió originalmente.

Nunca se ha cuestionado si esa entidad de “beneficencia” gubernamental más bien promueve la dependencia en las personas. Que más bien logra que muchos ahora prefieran que el estado les dé las cosas, antes que prepararse y trabajar para lograrlas. Más que redistribución –esto es, quitarles a algunos para dárselos a otros, por medio del gobierno que se queda con buena parte- lo que en el país se necesita es producir más con mayor eficiencia. Sólo así podremos eliminar la pobreza, tal como lo ha hecho la humanidad a través de los últimos siglos

Quienes creen que el gasto público no puede reducirse, vean lo sucedido en España, Grecia, Chipre, Portugal, entre otros, así como en Estados Unidos, aunque en menor grado. Las economías no son barriles sin fondo, ilimitados, en donde simplemente hay que ver que se agarrar para qué el gobierno siga gastando. Decir que el gasto estatal es irreductible es el verdadero mito. Nada impide variar leyes administrativas que hoy se arguye son el obstáculo para bajar el gasto. Que este sea ilimitado es la causa del caos destructivo de las economías, reflejada en alto desempleo. Por eso debe ponérsele freno. Para ordenar sus finanzas gubernamentales se hizo en aquellos países y eventualmente Costa Rica tendrá que hacerlo. La recaudación impositiva a la fuerza tiene un límite, como recientemente lo atestiguan los angurrientos ingresos del gobierno francés, que eligió como solución la receta de poner más impuestos, sin reducir el gasto estatal.

Publicado en La Extra del 26 de noviembre del 2013