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Jorge Corrales Quesada
10/09/2013, 11:26
MALA POLÍTICA GUBERNAMENTAL IMPULSA CONTRABANDO
Por Jorge Corrales Quesada

El 6 de marzo del 2012 escribí en un artículo en La Extra, a propósito del enorme impuesto a los cigarrillos que en ese entonces impulsó el gobierno, con el fin de desestimular su consumo. En él dije que

“Ya a Costa Rica ingresan cigarrillos de otros países, posiblemente sin pagar impuestos de importación, porque eso se ha convertido en un negocio fácil. Con los nuevos gravámenes, el problema aumentará. Las consecuencias de las buenas intenciones no se harán esperar: posiblemente no descienda mucho el consumo de tabaco y arreciará el contrabando de cigarrillos. Personalmente soy enemigo del consumo del tabaco, pero tal vez soy más enemigo de medidas como la descrita, que terminan haciendo más daño que bien.” (La Extra, Oda al Vicio).

El paso del tiempo ha venido a darme la razón. Una vez más, el simple análisis económico permitió mostrar cómo las presuntas buenas intenciones del gobernante, de gravar fuertemente a los cigarrillos, iba a ocasionar un fuerte contrabando, proveniente de los lugares menos imaginados (por ejemplo, desde China, Bolivia, Belice, etcétera). Eso se da porque el precio al que se puede vender el cigarrillo contrabandeado hacia Costa Rica, más que compensa el riesgo de que sean decomisados por las autoridades nacionales.

También el propósito del gobierno, de disminuir el consumo con altos gravámenes, puede, más bien, haber ocasionado que la calidad de los cigarrillos contrabandeados, sea más dañina que la de los producidos localmente. Asimismo, es muy posible que la medida no haya dado lugar a un descenso en el consumo, pues el costo para los consumidores de los cigarrillos de contrabando, es menor que el precio que tenían antes, con los impuestos viejos incorporados. Ahora, con los mayores impuestos, contrabandear cigarrillos resulta ser un negociazo, cosa que anteriormente no lo era, pues ahora se aumentó notoriamente el diferencial de precios entre los cigarrillos de antes y el contrabandeado. Ahora ese diferencial permite cubrir los riesgos en que incurre el contrabandista, cosa que no sucedía antes. La voracidad fiscal se devoró a sí misma.

Quien se atreva decir que dicho contrabando es poco importante, tal vez no recuerda la organización que hay detrás de él, como lo denunció, con pruebas contundentes, un canal de la televisión. Tampoco puede ignorar cómo, tan sólo en los últimos días y en diversas ocasiones, la Policía de Control Fiscal del Ministerio de Hacienda (el mismo que impulsó y aceptó esos impuestos desproporcionados), ha logrado detectar y decomisar cantidades millonarias de cigarrillos, que iban destinadas al consumo nacional.

Si se quiere detener ese contrabando, lo lógico es revisar la política impositiva sobre los cigarrillos y, si se desea que disminuya su consumo, lo apropiado es continuar informando a la ciudadanía acerca de lo dañino que es ese vicio.

Publicado en La Extra del 10 de setiembre del 2013.