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Jorge Corrales Quesada
22/01/2013, 09:52
CUATRO EJEMPLITOS DE INEFICIENCIA ESTATAL
Por Jorge Corrales Quesada

Tan solo en esta semana han surgido estos cuatro buenos ejemplos de la ineficiencia que caracteriza a distintas entidades estatales.
Primero: El Consejo de Seguridad Vial (CONAVI) y el registro de automovilistas. La nueva ley de tránsito exige que los automovilistas nos registremos en ese ente estatal, a fin de que se nos pueda electrónicamente notificar asuntos relacionados con multas, vencimientos de licencias, entre otros. Lo absurdo es que para ello es necesario ir personalmente a las oficinas de la burocracia, hacer tremendas filas y perder un valioso tiempo. Una vez más COSEVI muestra no estar preparada para que el ciudadano cumpla con su obligación. Dicen que van a hacer algo, pero ya sabemos cómo es que las cosas funcionan por allí. ¿Por qué no acoger la sugerencia del bloguero don César Monge, para que la vuelta se pueda hacer en los bancos? ¿Será porque los bancos le cobrarán a un tacaño COSEVI por ese servicio? Pero me parece que a esa entidad no le importan mucho los entrabamientos que ocasiona a los ciudadanos conductores.

Segundo: Los sobrantes de Fondo Nacional de Becas (FONABE). Casi ¢3.500 millones dejó de invertir en el programa de becas para estudiantes pobres en el 2012. Ahora son un sobrante que no se sabe qué destino tendrán. ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Fue que no se necesitaba realizar ese gasto o que fueron incapaces de ejecutarlo? Debe preocuparnos la dependencia de las personas en el estado. Es algo que recae en todos nosotros, al tener que sufragarse cuanta cosa se le ocurre a los políticos. Lamentable esa práctica se ha ido generalizando en el país. Se acuerdan cuando nuestros padres hacían todos los esfuerzos posibles para mandar a sus hijos a la escuela, sin que el estado les tuviera que dar plata para que lo hicieran.

Tercero: Los adoquines de las calles del centro de Alajuela. Igualmente sorprendente es la ineficiente acción pública de la Municipalidad de Alajuela, en torno al desperdicio de recursos públicos por un nuevo arreglo a las calles del centro de la ciudad. Resulta que los adoquines que puso hace unos seis años ahora tienen que ser reemplazados por asfalto, pues ya estaban en mal estado. El costo de esta reposición le costará al ciudadano alajuelense (si no es que logran que lo terminemos pagando todos los costarricenses) la suma de ¢214 millones. El actual alcalde señaló que el cambio obligado se debe al mal diseño anterior y a la falta de mantenimiento. Se debe preguntar quiénes son los responsables de aquella decisión, así como de la falta de mantenimiento (incluso si el actual alcalde no le dio el mantenimiento requerido) y luego que se sancione a esos políticos irresponsables.

Cuarto: La ciclovía de Limón. Hace un tiempo se construyó a un costo de unos ¢900 millones. Hoy casi no se usa. Más bien ha servido para que allí se estacionen furgones. Esa ciclovía inútil pronto será demolida (900 millones de colones botados), pues por allí supuestamente pasará una carretera ampliada que sirva las necesidades de los nuevos puertos. En cuanto a ciclovías urbanas, Limón no tiene la exclusiva: ¿Acaso la que se construyó en la ciudad de Cartago no se ha convertido en un verdadero estorbo para el tránsito fluido en la ciudad? Parece que en este mundo del espectáculo, como norma en lo político, lo que en verdad importa es la moda; el show y no la satisfacción de las verdaderas necesidades ciudadanas.

Piense el lector en todo estos ejemplos de desperdicio de recursos escasos, que bien podrían haberse empleado en cosas más importantes. Al estado no parece importarle más que ver de dónde agarra plata. Nos la quita para luego desperdiciarla en cosas innecesarias.

Publicado en La Extra del 22 de enero del 2013.