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Jorge Corrales Quesada
27/11/2012, 10:12
NO NOS SILENCIARÁN
Por Jorge Corrales Quesada

Muestra de la incapacidad de la Asamblea Legislativa para dar lugar a buenas leyes es su reciente aprobación de la Ley de Delitos Informáticos, que sabiamente el pueblo ha llamado la Ley Mordaza. Igualmente funesta ha sido la simplona firma que de ella hizo la presidenta Chinchilla. La reacción ciudadana no ha faltado y ha puesto al desnudo el intento poco velado de cierto gremio, de silenciar todo lo que pueda oler a una oposición o crítica a sus decisiones.

En lo que hoy es Ley se ponen penas de cárcel a quien difunda o procure difundir “informaciones secretas políticas”, lo cual cobija no sólo a periodistas sino a cualquier ciudadano que desee denunciar actos políticos, que según la voluntad del estado se pueden considerar como secretos. Por ejemplo, ese honorable ciudadano a quien se conoce como el “cobrador de la Caja”, quien ha expuesto los nombres de quienes no han pagado sus obligaciones con la Caja de Seguro Social, a fin de que se pongan al día, me imagino que iría derechito a la cárcel, al igual que el campesino de la zona norte, quien denunció la participación de altos funcionarios de gobierno, en decisiones inapropiadas acerca de la infausta trocha fronteriza. En ambos casos, un gobierno honesto más bien debería de agradecer que señalen actos indebidos que en él ocurren y que, tal vez, no haya podido detectar. Pero más bien los busca penalizar.

La exhibición pública de la barbarie contenida en la Ley de Delitos Informáticos, hizo que de inmediato sus mismos promotores dijeran que debería de cambiarse, pero ello se ha venido haciendo a pasito lento, sin apuro, a pesar de que está en juego, ni más ni menos, que un elemento fundamental de nuestra libertad, cual es la libertad de expresión. Urgimos que, lo más pronto posible, se varíe ese mamotreto jurídico, sin jugarretas y dilaciones innecesarias e impropias.

La libertad es una y así lo hemos venido proponiendo desde siempre en ANFE. La hemos definido en su forma más amplia, tanto en lo individual, como en lo económico, lo social y lo político. Pero es oportuno señalar la importancia que tiene aquella forma concreta que conocemos como la libertad de expresión, que sucintamente es el derecho de cada individuo a dar opiniones sin interferencia alguna, así como de buscar, recibir y dar información e ideas por diferentes medios sin que medie restricción.

No se puede concebir la búsqueda de la verdad sin que haya libertad de expresión. Los seres humanos no somos infalibles y por ello debemos estar dispuestos a corregir nuestras acciones cuando, mediante la libre discusión de ideas, sin frenos ni cortapisas impuestas por el estado, sea oportuno hacerlo. La existencia de opiniones divergentes entre seres inteligentes, es la mejor muestra de que es sólo con el libre intercambio de opiniones -el libre mercado de las ideas- como puede avanzar el conocimiento en sociedad.

Los gobernantes suelen padecer de la enfermedad de la arrogancia: creen ser los únicos que lo saben todo y por ello les molesta que los gobernados se atrevan a cuestionar sus actos. Por eso acuden a medidas que intentan amordazar las opiniones libremente expresadas. Ese cuestionamiento no sólo tiene que ver con temas concretos de la actuación del gobernante, sino que a veces les preocupa más que la discusión sea acerca temas de índole moral y de la probidad de dichos actos. Por esa razón busca el secreto, a fin de que el pueblo, supuestamente más ignorante o no merecedor de saberlo, en criterio de esos políticos, permanezca en la oscuridad y la ignorancia. Para impedir ese daño al ser humano, es crucial que exista la plena libertad de expresión, sin coacción y restricción alguna, excepto para evitar el daño que su ejercicio pueda causar a terceros (nadie imaginaría permisible que se grite “fuego” en un cine lleno de personas…).

Debemos los ciudadanos agradecer a medios como La Extra, La Prensa Libre y el Colegio de Periodistas, entre otros, por la lucha que están dando en defensa de NUESTRA libertad para expresarnos, para opinar, para dar y recibir información, para buscar la verdad, sin limitaciones que políticos arrogantes pretenden imponer sobre todos nosotros.

Publicado en La Extra del 27 de noviembre del 2012