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Jorge Corrales Quesada
20/11/2012, 17:18
UNA PROPUESTA INTELIGENTE
Por Jorge Corrales Quesada

El bloguero César Monge Conejo formuló recientemente una propuesta sumamente inteligente y sencilla, la cual salvaguarda los diversos derechos que los ciudadanos puedan pretender ejercitar, en ocasión de manifestaciones públicas. Porque es cierto que en nuestro sistema de libertad existe el derecho de los ciudadanos a manifestarse, al igual que también las personas tenemos el derecho al libre tránsito. Ambos, atinadamente señala el señor Monge, pueden entrar en conflicto, tal como sucedió en el caso de la primera manifestación reciente, frente al edificio de la Caja en el centro de San José.

La propuesta conciliatoria de don César nos indica que es posible que se realice dicha manifestación en la mitad de la avenida segunda, en tanto que en la otra mitad pueden circular libremente los ciudadanos, si tan sólo se da una separación de ambas por un mecate en el medio. Por supuesto que esto asume un gran civilismo y respeto al derecho ajeno, tanto de parte de los participantes en la manifestación, como de los transeúntes. Podemos aspirar a que así sea y todos terminaríamos esencialmente contentos. La solución de don César es profundamente liberal por moderada, conciliatoria y, sobre todo, porque se logra el respeto a los derechos de cada individuo, sin que se repriman los de alguna otra persona.

Similarmente, y referido a esa manifestación, yo nunca entendí por qué no escogieron hacerla en el parque detrás de las instalaciones de la Caja, que es un espacio amplio que permite acoger a tanto costarricense deseoso de expresarse, sin que se obstaculice el movimiento de tantos otros ciudadanos, ansiosos de poder llegar a sus trabajos o a sus hogares, sin verse detenidos en su camino.

El respeto a las libertades ciudadanas que hace don César debe ser escuchado por quienes, en ejercicio de su libertad, desean protestar por las razones que consideren necesarias. No tiene caso limitar las libertades de otros para poder ejercer las propias, si es posible hacerlo en el marco de la libertad y el respeto a las personas.

La segunda manifestación ante la Caja, en contraste con la primera, fue profundamente respetuosa del derecho de los ciudadanos a la libre movilización. Su único lunar fue la grosera gesticulación de una señora algo mayor, quien tal vez pensó que se encontraba en medio de la barricadas de Mayo en el París del 68, para poder lucirse como lideresa de las huestes revolucionarias. Pero lo único que logró fue hacer el ridículo. Lo soez del insulto se devolvió a quien lo lanzó. No hay justificación para el improperio barato, con gesticulaciones más propias de callejuelas ideológicas, con el alegato de que era dirigido a “quien le cayera el guante”. Tal conducta puede ser un achaque de la vejez, producto del recuerdo de una juventud revolucionaria. Pero tal irracionalidad no es buen sustituto para el respeto que merece cualquier otra persona, que simplemente hace la labor de cumplir con las leyes.

Hagamos caso a la propuesta de don César, porque esas manifestaciones, por las razones que sean, van a seguir. Busquemos formas inteligentes para hacerlas, respetando los derechos de los demás.

Publicado en La Extra del 20 de noviembre del 2012