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Jorge Corrales Quesada
14/11/2012, 11:11
CONTRASTE DE CONDUCTAS
Por Jorge Corrales Quesada

Hace un par de meses, empleados del Hospital Calderón Guardia decidieron trabajar un fin de semana, sin que se les pagara salario alguno, para ayudar a su patrón, la Caja de Seguro Social, a solucionar sus problemas financieros. Esta notable participación de trabajadores fue seguida de otra similar en el Hospital San Juan de Dios y creo que en otras entidades similares. Francamente no había visto algo como eso en la historia reciente de este país. Merecían haberse destacado más por los medios de comunicación, pues no es frecuente ver tal sacrificio salarial de trabajadores del sector público, en pro de su fuente de trabajo.

Contrasta notablemente ver cómo otro grupo acude a las calles para protestar por la insuficiencia de presupuesto para la Caja, bajo el pretexto de que es así como “defienden a la Caja”. Su situación va mucho más allá de un problema de insuficiencia de fondos. Aún si así lo fuera, no basta con pedir que los recursos aparezcan del cielo, sin decir de dónde se podrán conseguir. Se sabe que las platas son insuficientes, pero es una semerenda majadería salir a las calles para pedir más recursos, nada más porque sí. Muchos ciudadanos deseamos que haya una Caja eficiente en la prestación de sus servicios, lo cual sin duda que requiere un financiamiento sano, pero, a la vez, que no sea devorada por una burocracia sindicalizada que vive a sus costas. Creo que le hacen más mal que bien quienes la paralizan como sucedió la semana anterior.

El contraste entre esos dos grupos es notorio. El primero, el del apoyo interesado de los trabajadores de hospitales de la Caja, que aportan su tiempo para disminuir los costos de operación y así conservarla sana como fuente de empleo, merece el apoyo del ciudadano, principalmente del asegurado. El otro, en contraste, es un movimiento organizado desde todo el país, que por más de ocho horas acude a cercenar la libertad de tránsito de las personas con el cierre violento de vías e impide a la Caja brindar el servicio normal a quienes acuden a ella para recibirlos. A este comportamiento debemos darle nuestro claro y total rechazo. No es así como se resuelven los problemas de la entidad. Aquella conducta intemperante y violenta más bien daña a la Caja. Deberían de aprender del ejemplo que nos brindaron aquellos trabajadores, quienes sacrificaron su tiempo y su dinero ayudando a la Caja, en vez de cerrarla con protestas inútiles y gravosas para todos los ciudadanos.

Por supuesto que esa última marcha era una mesa servida para políticos oportunistas, quienes, bajo el pretexto de la inmunidad parlamentaria, creen que eso significa que pueden hacer lo que les da la gana con los derechos de los demás ciudadanos. Acuden a azuzar a los manifestantes creyendo que, haciéndolas de héroes de hojalata, imitadores de líderes sindicales de la decadente Grecia actual, resuelven la situación difícil de la Caja. A ellos se unen los troscos, quienes con cualquier pretexto se aparecen en turbulentas escenas callejeras.

Puede ser necesario un mayor diálogo social en torno a situaciones como la de la Caja, pero eso no significa que la anarquía, el desorden y el abandono del orden civil deba ser el camino a seguir. Han hecho bien las autoridades de gobierno en frenar el primitivismo político y la ambición oportunista, de quienes optan por el camino violento de las calles, en detrimento del orden constitucional de respeto a la libertad de todos los ciudadanos.

Publicado en La Extra del 13 de noviembre del 2012