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Jorge Corrales Quesada
23/10/2012, 10:08
SEQUÍA ELÉCTRICA
Por Jorge Corrales Quesada

A pesar de lo difícil que es, desde hace ya su buen tiempo, los expertos en predecir el clima ubicados en instituciones especializadas internacionales, nos han anunciado un nuevo arribo del fenómeno conocido como el Niño, el cual se suele caracterizar por provocar una más intensa sequía en lo que llamamos verano.

Desde tiempos inmemoriales, los ciudadanos de este país sabemos que una característica de nuestro verano es que escasea el agua en los ríos y en los depósitos de agua, ya sean naturales o artificiales. También sabemos que, ante una demanda dada, si disminuye la producción de electricidad producida con fuentes hídricas, se hace necesario acudir a otras fuentes sustitutas de generación. En Costa Rica una parte significativa de la producción energética dedicada a suplir esos faltantes, se ha hecho mediante la utilización de plantas que emplean combustibles fósiles, derivados del petróleo. Por ello, si se espera que arribe el fenómeno del Niño, con su escasez de aguas, y si a la vez los precios internacionales de los combustibles experimentan un serio aumento, entonces, no se necesita ser un brujo de alto calibre para señalar que enfrentaremos graves problemas. Eso es lo que simplonamente ha hecho el jerarca del MINAET, al indicar públicamente en días recientes que, por la utilización que habrá de darse de combustibles fósiles ante la falta de agua en el Arenal, será necesario aumentar fuertemente el costo de la energía eléctrica. Por supuesto, eso lo terminamos pagando los ciudadanos.

Lo anteriormente expuesto por el Ministro -algo de sentido común- no hubiéramos tenido otra posibilidad más que aceptarlo, de no ser porque esas mismas autoridades, por razones esencialmente ideológicas, se han opuesto sistemáticamente a que el sector privado pueda suplir faltantes de energía eléctrica producida hidráulicamente. Esto es, con sus políticas ha impedido el desarrollo de nuevas fuentes de oferta de electricidad producida con nuestras aguas, pues la sequía que se avecina, que necesariamente las reducirá, no parece llegar a un grado tal como para extinguirla en su totalidad en todos nuestros ríos. Si la sequía acabara con toda posibilidad de disponer de cauces para generar electricidad, pues no habría posibilidad de suplir lo que realmente parece que se dará, cual es una disminución de la electricidad que actualmente se produce. Lo esencial es enfatizar que se trata de ver cómo se pueden suplir complementariamente los faltantes energéticos producidos con agua, que se avecinan a partir de la actual estructura de producción

De hecho los productores privados han ofrecido suplir electricidad proveniente de las aguas a un costo mucho menor que el que actualmente deberá pagar el país, al menos en comparación con los de la planta térmica de Garabito. Se ha señalado que el costo de un kilovatio-hora producido privadamente oscilaría entre $0.08 y $0.12, en tanto que el de aquella planta es de $0.46. El caso es claro. Ya sabemos que ese costo mayor, al usar marginalmente las plantas térmicas del ICE, nos será trasladado casi automáticamente por la acción de la ARESEP, ese órgano que lo único que parece mostrarnos es que sirve para hacerlo en detrimento del bienestar de los consumidores y en beneficio de los monopolios públicos.

La ideología contraria a la posibilidad de que numerosas empresas privadas puedan producir electricidad de forma más barata, en comparación a como actualmente lo hacen los entes estatales, no puede seguir así de campante y provocando que ella se refleje en un menor ingreso disponible de las familias costarricenses. Debemos lograr una mayor eficiencia mediante la competencia. No se vale en esta lucha pensar que, si se abre un poquito el monopolio estatal productor de electricidad, permitiendo que sean algunos pocos que han venido impulsando tal participación, los que puedan entrar a proveer energía más barata, se va a resolver el verdadero problema. La apertura debe ser total, lo más ampliamente posible, sin que medien subsidios para algunos, a fin de que, compitiendo entre sí, los numerosos oferentes se vean obligados a ser lo más eficientes que puedan, produciendo cada uno de ellos la electricidad de la forma más barata que logren hacerlo. En su búsqueda de ganancias, los proveedores nos darían un enorme beneficio a los consumidores.

Parte de lo que muestra esta actitud de las autoridades de gobierno, es la existencia de una política energética que esencialmente descansa en la producción de parte del estado. Debería, en vez de ella, tratar de hacer que el sector privado logre producir lo más posible, de la manera más barata. Sólo una plena competencia lo podría lograr. No lo hará un sistema de producción basado en lo que conocemos como un capitalismo de los amigotes.

Publicado en el sitio de ASOJOD el 23 de octubre del 2012