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Jorge Corrales Quesada
04/09/2012, 10:58
COMENTARIOS FISCALES
Por Jorge Corrales Quesada

En días recientes, en ocasión de la presentación del presupuesto de la República para el próximo año, el Ministro de Hacienda Ayales hizo pronunciamientos importantes que merecen toda consideración. En primer lugar, se nota un esfuerzo por reducir el crecimiento del gasto público, al menos el del gobierno central. En segunda instancia, se deberá apoyar el esfuerzo gubernamental de poner algún grado de orden en las remuneraciones de los empleados públicos de la mayor parte del estado costarricense. Estas dos son razones poderosas para mantener algún grado de optimismo de que las cosas en el orden fiscal podrían ir por un camino mejor, a diferencia de lo que hasta ahora ha sucedido con este gobierno. Pero, a riesgo de que no gusten opiniones que divergen de la opinión oficial, tal como en cierto momento lo expresó el Ministro Ayales en el programa de doña Amelia Rueda, quiero hacer mi comentario, en el contexto más general de buscar efectivamente que se logre un ordenamiento de las finanzas públicas del país.

El paso dado del presupuesto enviado recientemente parece ser el apropiado. Sin embargo, sigue siendo insuficiente para quitarnos de encima el fardo de un presupuesto deficitario en alto grado. Debe tenerse presente que la oposición política representada en la Asamblea Legislativa ha sido altamente magnánima en el ámbito financiero con este gobierno. No se si en privado, como a veces sucede, así se lo agradecieron los funcionarios del actual gobierno. Pero, si al menos lo hicieron en público, fue poquito lo que se habló de la enorme cantidad de recursos obtenidos, que dispondrá el gobierno proveniente del endeudamiento con el exterior, en que incurrirá el ciudadano costarricense por la voluntad legislativa. En sencillo, me atrevo a decir que el gobierno ya tiene, con ese endeudamiento externo, los recursos requeridos para salir del apuro financiero, que de no existir lo habría obligado a reducir significativamente el gasto público, a fin de poder emparejar las cuentas fiscales.

Lo expuesto significa que, con esa nueva circunstancia, han cambiado los incentivos para que el gobierno ponga sus finanzas en orden. Esto hace más meritorio el esfuerzo señalado del Ministro de Hacienda para reducir el crecimiento previo tan abultado del gasto estatal, al menos en aquella relativamente pequeña porción que del total significa el del gobierno central.

Un factor importante que juega en nuestra actualidad fiscal, y recordado constantemente por el Ministro Ayales, es lo sucedido en muchas de las economías europeas, a causa de un exceso de gasto gubernamental destinado a suplir cuantas cosas se les puede ocurrir a los grupos de presión. Estos esgrimen tener el derecho impostergable e indeclinable a cualquier ocurrencia, sin pensar en que son las personas quienes deben trabajar para conseguir lo que pueden desear obtener. Alegan que se tiene un “derecho” sobre la más diversa gama de bienes y servicios y privilegios, que de alguna manera debe ser satisfecho mediante la acción pública; esto es, acudiendo al gasto público. Eso en mucho ha provocado los enormes déficits fiscales de ciertas naciones de Europa. Ahora, al tener que tomarse medidas para arreglar la grave situación, casi que el costo es la defunción de sus economías. Salarios gubernamentales desproporcionados y muy superiores a los que se pagan por labores similares en la actividad privada; regímenes de pensiones a burócratas totalmente desfinanciados, que ante el insuficiente aporte de sus beneficiarios, últimamente son cargados sobre los presupuestos públicos; pocas horas laborales y largas, muy largas, vacaciones para los empleados públicos, son otros ejemplos del abuso. Pero también el gasto público se utiliza en mantener monopolios estatales ineficientes o empresas poco competitivas internacionalmente. Ni qué se diga de ciertos tratamientos especiales en el sector bancario de esas naciones, que ahora buscan que en el riesgo privado en que incurrieron y que muchos les dio en su momento, sea ahora cargado tributariamente sobre las espaldas de cada trabajador de sus países.
Los políticos de hoy se han podido dar cuenta del alto grado de culpa que en esa situación han tenido políticos anteriores. Políticos de todos los colores, pero, en verdad, principalmente de lo que conocemos como social-demócratas o socialistas europeos, quienes, proclives al gasto, ideológicamente se aferraron a aquella idea de un estado que protegiera a los individuos “desde la cuna hasta la tumba”, con lo cual les cercenaron la obligación que tenían de lograr su bienestar mediante su esfuerzo propio. Al caerse las finanzas públicas en esas naciones europeas, al haberse agotado el expediente de acudir a la deuda externa para obtener fondos, pues ya nadie les quiere prestar barato para que puedan seguir en la gastadera sin límite, tienen que poner en orden a su economía, lo cual, sin duda, que será algo doloroso. Sólo así podrán sobrevivir como naciones.

Si esa experiencia europea sirve de lección en nuestro medio, debemos aprender ya que la solución a nuestro problema fiscal no pasa por seguir acudiendo al endeudamiento externo, como hemos hecho recientemente, pues en un momento dado dejaremos de ser “sujetos de crédito” adecuados, además de que tendremos que pagar lo que se nos ha prestado. También hemos de aprender que la solución no va por aumentar los impuestos, principalmente a quienes son los mismos que siempre deben pagarlos. No entiendo cómo todavía se tienen dudas acerca de las razones de nuestro relativamente poco crecimiento interno (no de la inversión externa, afortunadamente exenta del pago de muchos impuestos), si aún persiste en el país una enorme incertidumbre entre los ciudadanos privados, quienes temen más impuestos, mayores alzas en las tasas de interés y posiblemente inflación a cierto plazo. Todo ello por el mal manejo fiscal de un gasto dispendioso, Lo cierto es que nuestro sector privado mira con perplejidad el futuro de la economía y teme realizar sus decisiones de ahorro e inversión, en tanto persista ese mal manejo de las finanzas del estado.

En particular, el esfuerzo del Ministro de Hacienda para poner cierto orden en las remuneraciones del sector público debe ser apoyado. Quienes en esa tarea le apoyamos, a pesar de ser casi conversos a un escepticismo pleno, sentimos que es necesario advertir que es, en ningún momento, la propuesta de reforma a las remuneraciones en el sector público se han de traducir en un mayor gasto gubernamental. Hemos visto como, en nombre de la reducción del gasto, se termina negociando uno mayor con los grupos sindicales del sector público, a fin de lograr que acepten alguna propuesta. Si se trata que reducir privilegios, que sea hacia abajo y no hacia el promedio. Privilegio es privilegio, tanto en los altos como en los bajos. Si no se pueden eliminar, reducirlos al mínimo posible. Lo esencial es evitar el maléfico camino fiscal europeo, de cuyos daños ya estamos enterados.

Publicado en el sitio de ASOJOD del 04 de setiembre del 2012