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Jorge Corrales Quesada
07/08/2012, 13:48
¿PARTIDO NUEVO O ALIANZA DE PARTIDOS?
Por Jorge Corrales Quesada

Algunas personas han señalado la conveniencia de la creación de un nuevo partido político, en vez de una alianza de partidos, que permita al ciudadano elegir el gobierno de un partido político, distinto del actual que nos administra. Dado que no me opongo a la genialidad de la creación y de la competencia, en principio la idea no me parece nada mala. Sin embargo tengo serias dudas de que, en las actuales circunstancias, sea posible tal logro.

Hacer un partido nuevo no es una cosa fácil. Me parece que, más bien, es una tarea harto difícil. La razón para mi pesimismo surge de la naturaleza jurídica actual de nuestro sistema electoral, que más bien privilegia la estructura de partidos vigente. Esto es, los obstáculos legales, personificados en la cantidad de requisitos que existen para facilitar el deseo ciudadano de participar mediante partidos políticos en el proceso electoral, son tales que no estimulan aquel principio de que la soberanía reside en el pueblo. En nuestro sistema político casi que se interpreta que la única forma en que las personas podemos participar en los procesos políticos, es por medio de partidos. A veces se escucha la expresión “democracia de partidos”, me imagino que para dar a entender que, para ejercitar aquel principio de que la soberanía reside en última instancia en los ciudadanos, sólo es factible hacerlo a través de partidos políticos. Por eso es que me gusta tanto el referendo, que en su esencia no depende de nada más que de la voluntad de los individuos.
De aquella idea funcional de la democracia no hay más que un paso para que se presente un interés muy fuerte para que los partidos existentes hagan lo posible; esto es, que pongan todo tipo de obstáculos, guardando las apariencias, para que no ingresen más partidos a la liza electoral. Creo que así la democracia se ve restringida a unos cuántos que conforman algún o algunos intereses concretos, personificados en un partido electoral. Nuestra democracia no está en función de la voluntad soberana de los ciudadanos, sino en función de la capacidad de aglutinar esos intereses.

Por tanto, hay un estímulo para restringir la oferta de partidos; para que disminuya la competencia, aquella que conceptualmente provendría de nuevos partidos que desean participar en unas elecciones. Al igual que como suele suceder con los monopolios en la economía, que existen básicamente porque se impide la libre entrada de competidores gracias a restricciones impuestas por el estado, en este caso, por medio del Tribunal Supremo de Elecciones y de todo un aparato jurídico diseñado por los mismos partidos políticos que en su momento tuvieron vigencia, se logra restringir la entrada a competidores de los partidos actualmente existentes. He visto muchos casos en la historia del país en que, a partir de un deseo ciudadano de participar en política por medio de un “nuevo” partido político, lo que se suele hacer es buscar algún partido que ya esté “inscrito”. Dadas las cosas, usar un “cascarón” o una plataforma ya aceptada por los tribunales electorales, resulta ser un medio más barato que dedicar esfuerzos para hacer uno nuevo de verdad. Lo esencial, como tanta cosa en la vida, es que haya la mayor cantidad posible de opciones entre las cuales el votante pueda escoger. La competencia, mediante la libre entrada y salida, en este caso de partidos políticos, es la que nos facilita el ejercicio de nuestra libertad soberana.
Publicado en La Extra del 07 de agosto del 2012.