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Jorge Corrales Quesada
07/08/2012, 13:44
FRENO A LA DESESPERANZA
Por Jorge Corrales Quesada

Entre otras cosas, me llaman la atención dos resultados obtenidos a partir de la reciente encuesta de la firma UNIMER. El primero es la creciente tendencia a una mayor abstención del voto ciudadano en las próximas elecciones nacionales. Los datos para julio indican que un 35% de los votantes no votará, en tanto que la cifra correspondiente para enero fue de un 22%. El segundo resultado de la encuesta que concita mi interés es la mayor predisposición de los ciudadanos para que se conforme un partido político nuevo que se oponga a Liberación Nacional, en contraste con una menor preferencia que indica que dicha contienda sea producto de la alianza de los actuales partidos de oposición.

Opino que para el elector el tema crucial implícito es cómo enfrentar el hecho aparente de que el Partido Liberación Nacional saldrá unido y ganador en las próximas elecciones. Sí, tengo muy presente que falta mucho rato para que éstas se lleven a cabo y muchas cosas pueden pasar en ese lapso, pero la encuesta brinda una radiografía de la opinión que a la fecha tiene el ciudadano. Me parece que claramente piensa que Liberación tiene mayores posibilidades de ganar las próximas elecciones y que, relativamente insatisfecho con ello, valora las posibilidades de que los electores puedan enfrentarlo mediante una coalición de los partidos existentes o con la conformación de uno nuevo.

A pesar de sus aparentes discrepancias y pleitos electoreros, la más explícita demostración de que todos esos aspavientes entre partidarios de Liberación Nacional no es más que eso, puros ademanes, es que, a la hora de las cosas y desde ya parecen revelarlo, estarán en el amasiato que ya conocemos. Un episodio de la serie de televisión de los Sopranos, la familia mafiosa de Nueva Jersey, exhibe claramente esa conducta. En tanto había dudas de quién iba a ser el jefe de la mafia, todos los interesados en posesionarse del cargo se peleaban entre sí (violentamente era el caso). Pero, una vez definido, todos ellos se comportaron como obedientes ovejitas ante el capo de tutti il capi. Tal como ahora lo hacen, hablando horrores de los contrincantes, haciendo movidas para favorecer el momento de su elección, guardando silencios falsos y oportunistas en cuanto a decidir si participan en la contienda, además de que se rasgan las vestiduras en cuanto a la incapacidad y corruptela que ha rodeado esta administración de su propio partido, apenas tengan definido al jefe de turno, todos estarán mansitos a su lado.

Hay que entender bien el fenómeno político: lo único que les interesa es el poder y en la búsqueda de su logro o conservación harán lo que sea necesario. Ante la ciudadanía, algunos de esos políticos señalan ser radicalmente diferentes de los que lideran otros grupos dentro de su partido, de los cuales dicen avergonzarse. Pero, a la hora de las cosas, el instinto de supervivencia y la necesidad de conservar el poder (y de ser parte de él), harán que se unan. La mejor anticipación de esta conducta es una foto publicada hace poquitos días en el periódico La Nación, en donde, en la misma mesa política de la dirigencia partidaria, se ven sentaditos, sonrientes y casi que encariñados, a los precandidatos Arias, Figueres, Araya y Berrocal. El precandidato Álvarez posiblemente estuvo ausente del aquelarre porque no estaba en el país. Juntos y revueltos, mientras que la ciudadanía se angustia a un grado tal, que está dispuesta, en un altísimo porcentaje, a no votar en las próximas elecciones. Con esta conducta del ciudadano votante cuenta Liberación para ser re-electo en el poder.

Gran parte de esa desazón ciudadana se origina en la conducta exhibida por los sectores llamados de la oposición, que, después de muchos cuestionamientos, ampliamente conocidos, de varios de sus más destacados líderes, simplemente cree que si cada uno de esos grupos políticos que la compone lanza por separado su candidato presidencial, será suficiente para derrotar a Liberación. Este es en mucho el problema de la oposición: no dispone de líderes que aglutinen a los electores en un porcentaje significativo, tal que permita que se le considere una opción real a Liberación. Si los grupos de la oposición salen cada uno por separado, tengan por seguro que la derrota les abrazará con toda su fuerza. Incluso lograrán que surja una Asamblea Legislativa en donde la suma de sus minorías no será mayor que la de Liberación. Esto es, podrían hasta perder su mayoría legislativa relativa de la que gozan hoy. Entre tanto, el dilema que encara el elector liberacionista no parece ser el de si votan por su partido, sino más bien por cuál de los precandidatos que hoy se exhiben lo harán. Y ello a pesar del tan cuestionado y mal gobierno actual de su partido.

La angustia de muchos ciudadanos partidarios de un cambio en los Poderes Ejecutivo y Legislativo llega a un grado tal, que indica preferir la conformación de un partido político nuevo, en vez de que surja una coalición de los partidos de la oposición. Esta idea, que no me disgusta, tan sólo enfrenta una realidad que la hace casi imposible: ¿No se han dado cuenta acaso de lo difícil que es, política y legalmente, conformar un partido nuevo en Costa Rica? No se trata de soplar y hacer botellas y de pronto, ¡zas!, aquí está la tabla de salvación. No sólo el marco jurídico actual favorece claramente al oligopolio de partidos existentes, sino que un partido político nuevo requiere de un financiamiento, que hoy más bien parece orientarse hacia quien tiene mayores posibilidades de ganar las elecciones y, por ende, repartir favores y protección.

Dado lo expuesto, la oposición tiente ante sí una enorme obligación ante la ciudadanía: en un marco de decencia básico, entendiendo la necesidad de priorizar intereses esenciales y dejar de lado otros (negociar a lo interno), buscar como presentar un candidato que los votantes acepten con algún grado de confianza, como para que vayan a votar por él y la coalición en las próximas elecciones. Esta parece ser la única opción viable en este momento, ante lo que evidencia ser el monopolio del poder político que representa Liberación. Si la oposición no actúa en consonancia, será corresponsable, por una parte, de que Liberación siga gobernando y, por otra, que se estimule el surgimiento de grupos extremos, que, para mal, capitalicen una muy bien fundamentada inconformidad ciudadana. Sonará meloso, pero creo que las buenas personas, los buenos ciudadanos, que creo hacen mayoría en este país, merecemos un mejor destino del que hoy se vislumbra.

Publicado en el sitio de ASOJOD el 07 de agosto del 2012