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Jorge Corrales Quesada
22/05/2012, 16:36
DA ASCO
Por Jorge Corrales Quesada

Hace pocas semanas escuché a don Alberto Cañas decir en la radio que, si por algo sería recordada doña Laura Chinchilla, sería por la carretera que se estaba construyendo en la frontera norte. Estuve totalmente de acuerdo con esa impresión de don Alberto. Pero, ya ven, a pesar de los esfuerzos de doña Laura, malos ciudadanos, posiblemente para regocijo de los caraduras vecinos, arrasaron con parte sustancial de las platas asignadas para llevar a cabo la construcción de dicha vía.

No me sorprendió tanto el saqueo, pues la utilización de fondos públicos en provecho personal parece ir creciendo a niveles impensados, como lo fue la forma displicente con que se tomaron denuncias o señalamientos que al respecto y en cierto momento hicieron los diputados Walter Céspedes y Claudio Monge, así como que tampoco pudieron observar algo irregular funcionarios públicos que realizaron numerosas visitas al proyecto, al igual que periodistas, en cuya información confiamos. Me imagino que en el ajetreo de los halagos, almuerzos, reuniones comunales, visitas pre-organizadas, no tuvieron ni el tiempo ni la malicia suficiente para darse cuenta de lo que estaba pasando. Todo eso es posible…

Pero mi sorpresa es mayor porque las obras que se estaban realizando se llevaban a cabo mediante procedimientos no regulados, diferentes de como usualmente se hace y por lo cual había que tener un mayor cuidado, en comparación a como se hace con aquellos proyectos objeto de proceso claros y detallados de contratación pública. No es que la forma urgente en que se decidió llevar a cabo tales obras fuera impropia. Es totalmente aceptable, pero posiblemente significaba un mayor riesgo de un mal uso de fondos. Pero, además, la forma de contratación sirvió para que, cuando algún periodista no tan despistado pidió a las autoridades información, éstas, ni lerdas ni perezosas y ubicadas en distintos niveles jerárquicos, dijeron que no se podía dar por tratarse de un “secreto de Estado”. Es cierto que, en retrospectiva, las cosas suelen ser más fáciles de comentar, pero me huele que, con esa respuesta tan desfachatada, se lograba tapar el enorme desfalco que hoy se ha descubierto.

Como ya muchos ciudadanos estamos curados en salud, asqueados, no nos queda más que darle bienvenida a la orden de doña Laura, de obligar una apertura de las cuentas de los empleados aparentemente involucrados, me imagino que debido a que no tienen que presentar una declaración de bienes ante la Contraloría General de la República. Pero ciertamente, el esfuerzo no debe quedar en revisar sólo a los empleados de abajo que aún laboran allí. También debe mirarse hacia arriba y a quienes ya no trabajan para el estado. Y también, ¿por qué no? a quienes están al lado. Arriba, abajo y al lado. La regla de que “en arca abierta, hasta el justo peca” es oportuna tenerla presente, en especial frente a quienes tenían la obligación de vigilar por el uso correcto de los fondos de los costarricenses, ya fuera o no secreto de estado, ya sea que se tratara o no de una contratación urgente especial, o de que fuera o no requerida la aprobación de la Contraloría. Porque hasta la labor de control y vigilancia externa (CACISA) que se había contratado, fue extrañamente suspendida en cierto momento a inicios del proyecto y sustituida por una en que los propios funcionarios que gastaban los fondos, serían quienes vigilaran su corrección. La investigación no debe quedar sólo en el caso de los empleados públicos, porque hay muchos individuos privados que parecen estar hasta las cachas. Da vergüenza y pena que se eche por la borda el esfuerzo de doña Laura, que en la construcción de esa vía tan bien había interpretado el sentir del costarricense.


Publicado en La Extra del 23 de mayo del 2012.