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Jorge Corrales Quesada
01/05/2012, 09:31
TU TE LO TEN, FRAILE MOSTÉN
Por Jorge Corrales Quesada

Más que averiguar quién fue el fraile mostén (miembro de una orden religiosa católica hispano-francesa, según medio supe), lo importante de esta frase popular (en España y Sur América, aquí no tanto), es que su rima permite recordar el porqué de la conducta de algunas personas, pues habiendo sido advertidas de posibles malos resultados de ciertas acciones, escogieron hacerlas según les daba su gusto y, cuando salieron mal, culpan a otros de lo sucedido. Ante lo que ha pasado en Argentina con la estatización de la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), propiedad principalmente de un grupo empresarial español, la estatal brasileña Petrobras, la mexicana Pemex, entre otros, aprovecho para recordar ese viejo dicho arriba citado.

La historia argentina de los últimos cien años y principalmente en los últimas décadas puede haber enseñado a cualquier inversionista extranjero (al igual que también lo han conocido sus nacionales) que en Argentina la propiedad privada está sujeta al juego político del fascismo, caracterizado por un aprecio de lo privado en cuanto permita aumentar el poder del estado, pero no por una convicción en las virtudes de la existencia de un sistema económico basado en la propiedad privada. En la historia argentina ha habido grandes liberales, como Alberdi, quienes aprecian esto último, pero por el contrario, en ese país por esas ideas parece existir muy poco aprecio y tan sólo en círculos minoritarios. Es el intervencionismo fascista, en sus más diversas formas y matices, lo que caracteriza la generalidad de la historia económica moderna argentina.

Tan sólo recientemente: No hace mucho en esa nación se despojó de los ahorros en los fondos de pensiones a innumerables ciudadanos, simplemente porque el estado necesitó esos recursos (para lo que fuera, pero me atrevo a señalar que fue para mantener un gasto burocrático deficitario) y para ello simplemente efectuó tal despojo. Asimismo, cayó en default en el pago de su deuda externa (default es una palabra caché para llamar así a un perro amarrado, como lo entiende el tico). Sencillamente no pagó lo que le debía al resto del mundo. Lo interesante fue que, ante este último hecho, el capitalismo financiero internacional por un tiempo repudió a Argentina, pero lentamente volvió a prestarle, creyendo que, de nuevo, nunca jamás, Argentina dejaría de honrar su palabra. Hace unos cinco años un banquero del Citibank me contó acerca de la virtud, seguridad y rentabilidad de invertir en ese momento en aquel país.

Ahora le toca el turno a la inversión extranjera privada directa. Cuando esos extranjeros metieron sus inversiones en ese país tenían que haber conocido su historia tanto de defaults como de inseguridad jurídica de la propiedad. Bueno, les llegó la hora de asumir la responsabilidad de su decisión de haber invertido en un país tan poco proclive a honrar sus obligaciones con el exterior y de respetar la propiedad privada. Si invirtieron con tal información, fue porque creyeron compensar tales riesgos con rendimientos lo suficientemente altos. Ahí tienen sus réditos ante tan trágica equivocación. De aquí en adelante, como mínimo, se espera que las empresas tengan un mayor cuidado de adónde es que invierten los fondos de sus accionistas.

Publicado en La Extra del martes 01 de mayo del 2012.