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Jorge Corrales Quesada
24/04/2012, 09:26
CONTINÚA SIN ESCUCHAR
Por Jorge Corrales Quesada

La Presidenta de la República continúa sin escuchar el mensaje que los costarricenses le dieron acerca del aumento de impuestos y el financiamiento del déficit del gobierno central. Lo deduzco por sus palabras pronunciadas el pasado 18 de abril, en donde anunció un Plan B para entrarle al problema: aquel plan que se dijo que no se tenía por innecesario. Es cierto que lo que ahora propone es moderado en comparación con el Pacquetazo original, pero sigue dándole vueltas al asunto, tal como lo hace una polilla alrededor de una candela, en la oscuridad de la noche. (Muy bien rebajar la deuda política, pero debe ser más).

Si pretende que los costarricenses aceptemos un incremento en los tributos, me parece que ello pasa por, al menos, dos requisitos. Primero, que la reducción del déficit del gobierno se logre, en parte significativa, por una reducción del gasto público. Segundo, que se recupere la transparencia en el manejo de los asuntos públicos de gasto e impuestos, terriblemente afectada por los hechos de todos conocidos.

Me referiré al tema de la reducción del gasto gubernamental. En ese discurso de la señora Chinchilla, dijo que “recortar 340.000 millones de colones del presupuesto nacional significaría despedir unos 24. 000 funcionarios o no pagar el 60% de los intereses de la deuda; o dejar de pagar el 55% de las pensiones con cargo al presupuesto nacional.” Con eso me recuerda el cuento de Caperucita Roja y el Lobo. Lo dice para asustar a los costarricenses. Sabemos que nadie está pidiendo que esas absurdas reducciones en esos montos totales se lleven a cabo. Lo que el país clama es que el gobierno presente un programa serio y creíble de rebaja gradual del gasto gubernamental, no la charlatanada que nos propuso en ocasión de la rebaja del presupuesto de la República de este año, ni el canto de sirena que nos manda en esta ocasión. Por ejemplo, dice que se dejó de nombrar 1.000 funcionarios, pero igualmente podía haber dicho que eran 10.000. El punto es que debe definir claramente en qué renglones reducirá el gasto. Nada más dos ejemplos del desborde: se busca un administrador del estadio nacional con el mísero sueldo (supongo que sin cargas sociales) de 4 millones y doña Laura se quedó muda acerca del fabuloso monto que hoy el gobierno gasta en consultorías, mecanismo utilizado para no engordar la planilla estatal (¿esos 1.000 de que nos habló antes?), pero sí para seguir gastando a manos llenas. Liberman alegó que era imposible hacer algo con respecto a las planillas del gobierno, tanto en monto como en cantidad. Empiezo a creerle, en especial cuando no hace nada al respecto. Si le preocupa ese gasto abusivo, ¿por qué no presenta ya los proyectos de ley requeridos para poner orden? ¿O es un sin querer queriendo?

Igual de grave es que la Presidenta sólo se refiere al gasto del gobierno central, dejando de lado los enormes presupuestos, aprobados sin más freno que por la Contraloría y sin que, por ejemplo, sea el Congreso el que tenga que ver con el uso que se hace de los fondos públicos. Se debe empezar a hablar bien clarito, sin triquiñuelas ni emplastos. Doña Laura debe, antes de ponernos más impuestos, decirnos cómo se va a reducir el gasto público, pero no sólo del gobierno central, sino también del resto del gobierno. Sería un buen principio para no volver a tropezar.

Publicado en La Extra del martes 24 de abril del 2012.