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Jorge Corrales Quesada
10/04/2012, 08:23
UN ENREDO FANGOSO
Por Jorge Corrales Quesada

Merece respeto, por excepcional, el comportamiento reciente del Director de Tributación, quien no dudó un instante en presentar su renuncia a dicho puesto, cuando se denunció y comprobó que había dejado de pagar unos impuestos, si bien los había declarado en su momento. Ese señor se dio cuenta de que había cometido un error muy grave e inaceptable para su cargo y dignamente dejó de lado aquella premisa notoriamente exhibida por muchísimos políticos caraduras, quienes suelen proclamar que “todo menos la renuncia”: casi de inmediato se fue para su casa. Le deseo el mayor de los éxitos en su vida privada.

En el periódico La Nación del 27 de marzo se lee lo siguiente: “Tres propiedades del líder del PAC, Ottón Solís, tienen la declaración del valor tributario desactualizado en sus respectivas municipalidades o aparecen con un monto inferior al precio mínimo estimado por el Ministerio de Hacienda… Solís aseguró que siempre ha procurado mantener actualizadas sus propiedades y alegó que este caso ‘se trató de un enredo’. Con respecto al terreno en San Isidro de El General, este fue declarado en ¢7,2 millones, es decir ¢4.900 por metro cuadrado, aunque en esa zona el valor homogéneo de cada metro es de ¢60.000. Al respecto, Solís aseguró que ese lote siempre ha tenido un valor inferior al promedio pues se trata de un terreno ‘fangoso’.”

A la fecha, una mayoría de los diputados del partido que preside Solís, sale públicamente declarando que, a pesar de lo puesto al desnudo en torno al pago de impuestos, que provocó hasta ahora la salida del Ministro de Hacienda y del Director de Tributación, continúa favoreciendo la aprobación del paquete tributario que ese partido, junto con el oficialista Liberación Nacional, ha impulsado contra la voluntad popular.

No se por qué tenía la impresión de que el PAC, con el mismo entusiasmo con que quiere aturuzarnos de impuestos, rápidamente iría a exigir cuentas prontas y claras al Dios deschingado, al oráculo de la pureza y de la perfección, quien fuera agarrado en sus enredos. A mi no me importa que, como individuo privado, haya actuado vivazmente de tal manera, pero lo cierto es que es una figura pública y notoria, quien debería de caracterizarse por brindar un buen ejemplo a los ciudadanos, imperfectos humanos pecadores. Lo más notorio del caso es que su conducta pública reciente se caracteriza por impulsar, en cogobierno, con apetito y concurrencia, que se nos pongan más y mayores impuestos a todos los ciudadanos, a la vez que no paga los propios.

Pero sus acólitos y adláteres (con pocas excepciones) guardan silencio y más bien lo amparan en su proceder, como si la virtud dependiera de la untuosidad política. Pero, eso sí, ojalá se tratara de alguien fuera del redil, lejos del seno del oráculo, para castigarlo con toda la ira moral que con frecuencia exhiben ser capaces. ¿Será que el Dios de la moral, del ejemplo y de la buena conducta, se ha convertido en lo que siempre ha sido: un simple politiquillo más?

Publicado en La Extra del 10 de abril del 2012.