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Elisa
13/03/2012, 08:41
LA EDUCACIÓN PATERNALISTA

La Nación, 03 de junio de 1975. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 264-265.

Era de esperarse que en cuanto un grupo de ciudadanos, amparados en las libertades básicas de la democracia, decidiera fundar una Institución de educación superior, habría declaraciones de otros ciudadanos en contra de dicha idea.

Lo lamentable del caso es que algunas de estas declaraciones se ven matizadas más por el prejuicio que por el raciocinio, basándose no sólo en especulaciones infundadas acerca de lo que puede lograr una universidad autónoma del poder estatal, sino también en una ignorancia total de las libertades y derechos del ciudadano, consagrados no sólo en nuestra Constitución sino en la misma “alma” o ser del costarricense.

Si al individuo se le niega la posibilidad de educarse como él lo desea, pues simple y llanamente estaremos viviendo en una dictadura. Y que lo entienda muy claro el estatista, que jamás podrá impedirle a la persona ese derecho a educarse como él lo quiera, porque necesariamente tendría que coartar el derecho a la libre asociación. Y en ese momento, el momento de la dictadura, el hombre libre tiene presente que la libertad es algo que se gana y no que se otorga y que la lucha por obtener ese don es lo que ha hecho temblar al dictador, al conculcador de los derechos del hombre.

¿Cuál es la razón que otorga el privilegio o derecho exclusivo al Estado para que sea el único educador en una sociedad democrática y pluralista? ¿Por qué yo, como hombre libre, debo estar atado a instruirme bajo los lineamientos de un Estado, si ello va contra mi voluntad? ¿Por qué yo, como ciudadano de una supuesta democracia, llamada Costa Rica, tengo que educarme según las indicaciones de burócratas? ¿Por qué yo, creyente en la tolerancia, debo aceptar que existe tan sólo uno, exclusivo, omnipotente, arrogante, sistema de educación estatizada, sin permitir que otros se eduquen según lo deseen?
El mito más grande, propugnado a los cuatro vientos por los profetas del estatismo, es que nuestra democracia estaría en peligro en caso de existir una universidad privada. Este dogma no tiene sustento. ¿Podría alguien alegar que Alemania Occidental, Francia, Inglaterra, Italia, Méjico, Estados Unidos, Panamá, Brasil, Perú y así por casi todo el globo terráqueo no comunista, en donde existen universidades privadas, son países menos democráticos porque no toda su educación es estatizada?

Para hablar bien claro, creo que lo que se persigue con un monopolio estatal de la educación no es promover o asegurar el funcionamiento democrático de Costa Rica. Al contrario, lo que algunos quieren es que el sistema universitario estatal continúe siendo un caldo de cultivo de agitación política, un semillero de control ideológico y una fuente de poder para llenar ambiciones políticas partidistas. Ese es el verdadero temor de los que pretenden impedir la libre búsqueda de la verdad: que se les acabe el privilegio institucional que les permite el peculado ideológico que tanto necesitan para su supervivencia política.

Tanto que nos hablan de democracia y al mismo tiempo conculcan los derechos básicos del ciudadano para educarse libremente, Tanto que nos hablan de pluralismo y pretenden que el ciudadano se eduque únicamente en los moldes prefabricados según el diseño de un burócrata omnisapiente. Tanto que nos hablan de libertades y ahora buscan impedirle al ciudadano que encuentre las luces según él lo considere apropiado. Tanto que nos hablan de tolerancia y pretenden regir omnipotentemente el destino de la familia costarricense. Tanto que nos hablan de honestidad ideológica y han estudiado, muchos de ellos, muchas veces, en escuelas privadas o envían a sus hijos a centros educativos no públicos.

Si no fuera porque todo lo señalado aquí es cierto, podría uno preguntarse ingenuamente, ¿porqué tantos tienen miedo a que el hombre sea libre?