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Elisa
13/03/2012, 08:28
EL CONSEJO NACIONAL DE PRODUCCIÓN Y LA POLÍTICA DE GRANOS BÁSICOS

La Nación, 11 de enero de 1975.

Hace varios meses un periódico publicó declaraciones del Ministro de Agricultura en las cuales señalaba que producir un quintal de frijoles cuesta más o menos ¢210 colones. Y, paradojas que ve uno, dos páginas antes, en un anuncio del Consejo Nacional de Producción, esta Institución hacía una campaña para promover la producción de frijoles y que, por lo tanto, pagaba a ¢190 colones el quintal de este grano básico. ¡Habráse visto mayor absurdo! El único resultado que ocasionó esta política de fijación de precios fue evitar que se produjeran suficientes frijoles.

Posteriormente el Presidente de la República, en unión del Ministro de Agricultura y de funcionarios del Consejo, se dedicó a repartir frijoles pues pensaba que, con tal muestra de entusiasmo estatal, Costa Rica se convertiría de un cafetal a un frijolar. Sin embargo, en muchos lugares, y lo escuché de labios de agricultores de la zona de Guanacaste, los benditos chimbolos nunca germinaron, con lo cual se empleó mal el tiempo valioso del agricultor que sembró los granos, así como se desperdició el uso de tierras que sólo dieron matas geladas.

Estos dos ejemplos de la política estatal sobre la producción de frijoles tienen un denominador común, que explica el fracaso obtenido: se cree que un burócrata puede sustituir la eficiencia por la cual el mercado asigna los recursos a la producción.

En el primer caso fue, por parte de la burocracia del Consejo de Producción, la fijación de precios que ni siquiera cubría los costos de producción y que aún menos la convertía en una actividad rentable para el campesino, lo cual más bien ocasionó la escasez de frijoles. Parece que, al fin, el Consejo ha ido aceptando cada vez más el sistema de precios como un indicador de la escasez de granos y deja que precios más elevados se conviertan en un incentivo para la producción. De esta forma, a largo plazo, tendremos asegurado el producto básico de nuestros hogares y no tendremos que pensar en colas, ni en favores especiales, ni en un mercado negro, para asegurarnos el producto.

No es concebible que se castigue tanto al agricultor al fijársele precios irrisoriamente bajos por sus productos y que, por otra parte, el ya casi olvidado Plan Nacional de Desarrollo, que tanto sonó a los oídos de los costarricenses hace más o menos un año, enfatizara el desarrollo del campo. ¿Será que se piensa que la mejor manera de desarrollar nuestras regiones agrícolas es reducirlas al autoabastecimiento, al dejar de producirse granos para los mercados debido a precios topes?

El segundo ejemplo antes citado; o sea la distribución gratuita de “chimbolos”, también adolecía de un grave defecto originado en la intervención estatal. Como la semilla no la compra el agricultor sino un burócrata, este último no tiene el incentivo para cuidar que esa semilla sea la más apropiada para la producción. Al fin y al cabo, si ella sale mala, el burócrata no tiene que realizar ninguna erogación de su bolsillo para pagar por el error (específicamente, no hay pérdidas para el burócrata), en cambio el agricultor que siembre por sí mismo tendrá mucho cuidado en comprar la semilla apropiada y buscar el suelo y clima apropiados para que crezca su plantío.

Pero los burócratas nacionales soñaron con las hordas de chinos maoístas sembrando frijoles hasta en los patios de las casas, sin darse cuenta de que eso lo único que origina es ineficiencia en la asignación de recursos.

Creo que es hora de que el Consejo de la Producción se “ponga vivo”. Existe mucho malestar entre el pueblo por la escasez de granos básicos. Además de que, cuando el Consejo los ha importado, nos da miedo saber cuál será el veneno de turno con el cual esos granos importados vienen contaminados. No necesariamente la política sabia ha de ser comprar el producto más barato, dejando de lado la calidad del mismo. Estoy seguro de que los señores del Consejo no comprarían para sí mismos granos podridos, aunque costarán a cinco la libra, ¿o sí lo harían?