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Elisa
13/03/2012, 08:18
LAS ELECCIONES DE DIPUTADOS

La Nación, 25 de octubre de 1974.

Cuando uno va al mercado a comprar un cuartillo de papas, sufre una contrariedad cuando el vendedor no lo deja escoger las mejores. Claro uno desea, al poder escoger, comprar aquellas que sean de la mejor calidad para así obtener el mejor producto a un mismo precio. Por supuesto que el vendedor tratará de que le compren algunas papas muy buenas y otras menos buenas. Sin embargo, es claro que el consumidor estará más contento si puede escoger las papas una por una, aún cuando tal vez tenga que pagar un precio algo mayor.

Sin que este símil sea agraviante para la investidura de los señores diputados, es posible que en Costa Rica se pueda mejorar nuestra Asamblea Legislativa si los electores tienen más opciones a la hora de elegir sus representantes.

Así, actualmente en nuestro país, existen listas únicas para los diputados de cada partido polìtico. Es natural que en el momento de la formulación de las listas de diputados, los partidos traten de que los que encabecen las papeletas, dado que tienen mayores posibilidades de ser electos, sean las mejores personas. Sin embargo, como todo en la vida, a veces los que encabezan las papeletas no necesariamente resultan ser los mejores legisladores en el momento de actuar.
El lector se ve forzado a votar por la papeleta de un partido en el cual, como en el ejemplo con el que inicié mi artículo, hay algunos que aparentemente son buenos y otros que, evidentemente, no son tan eficientes. Sin embargo, si nos ponemos a pensar en forma muy amplia, en las papeletas de otros partidos en los cuales uno puede votar, existen también personas específicas a las cuales uno considera, potencialmente, excelentes diputados.

La alternativa sería que el votante pudiera votar directamente por “su diputado”. Así, en San José, por ejemplo, en lugar de votar por una papeleta en la cual yo no sé exactamente por quién estoy votando, puesto que no necesariamente mi voto va a beneficiar a un candidato específico, más bien termino votando por alguna otra persona, la cual, tal vez, estaría más apropiadamente alejada de las labores legislativas.

Dado lo anterior, sería interesante pensar en la posibilidad de que el votante en un distrito específico electoral ̶ digamos el sector noreste de San José ̶ al cual le corresponde estar representado por un diputado, pueda votar por “su candidato”, entre distintas personas alternativas de distintos partidos políticos.
Por ejemplo, en las elecciones pasadas el actual Ministro de Seguridad, Sr. Mario Charpentier, resultó electo por un partido político como diputado por la zona de Puriscal. Dicho señor obtuvo tal investidura como resultado de una votación en una papeleta colectiva de los diputados de San José.

¿No cree, el estimable elector, que en la decisión del voto en Puriscal, en este caso específico, hubiera estado más anuente a cumplir con su deber cívico votando por un candidato determinado, el caso del Sr. Charpentier, quien estoy totalmente seguro de sus méritos y cualidades habría así resultado electo con más certeza para representar dicha zona?

El problema que planteo resulta más claro cuando, por circunstancias especiales, el Sr. Charpentier tuvo que dejar su diputación para asumir funciones ministeriales, en el gabinete del presidente Oduber y, en su lugar, la representación legislativa recayó en otro estimable diputado. Pero no necesariamente el sustituto representa a los electores que escogieron al Sr. Charpentier.

Pero lo anterior, aún cuando estas ideas son sumamente rudimentarias y tal vez hasta mal formuladas, sería interesante que los distintos sectores públicos, en especial la Asamblea Legislativa, se interesaran en hacer más eficientes las elecciones de nuestros diputados (y munícipes también, para efectos del caso), al permitir una mejor opción a los votantes. Creo que nuestro sistema democrático tendría así un enorme avance.