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Elisa
13/03/2012, 08:11
LA INFLACIÓN Y EL PRESUPUESTO DE 1975

La Nación, 06 de setiembre de 1974.

Los modernos gobernantes, partidarios decididos de la “economía planificada” acuden con tan encendido entusiasmo a la inflación porque enturbia y trastoca todo el proceso económico.” Henry Hazlitt, La Economía en una Lección, Biblioteca de la Libertad, Unión Editorial S. A., p. 187).
En el periódico La Nación del pasado 31 de agosto, el Ministro de Planificación señaló que el presupuesto nacional para 1975 supera los ¢600.000.000 con respecto al presupuesto presentado para el año 1974.

Es interesante señalar que uno de los argumentos que esboza el gobierno actual (y que endosaron ciertos economistas durante la campaña electoral pasada) es que la inflación que azota a Costa Rica tiene un origen externo. Es decir, el alza en los precios de los artículos se debe a factores internacionales que han sido importados por Costa Rica.

Si bien es cierto que parte de nuestra inflación es importada —nadie puede negar el alza del precio del petróleo— también es muy cierto que hay muchos elementos de política económica nacional que son causantes de la inflación. Así, por ejemplo, podemos destacar el exagerado aumento en el crédito bancario durante los primeros años de la inflacionaria administración Figueres; igualmente, la elevación reciente de impuestos indirectos, tales como el de consumo, conducen a una elevación mayor en los precios y, para poner la albarda sobre aparejo, en la administración Figueres el gasto público aumentó en una forma violenta, ocasionando presiones en la demanda que, ante una oferta poco creciente, trajo como resultado el alza de los precios.

El gobierno actual ha dicho hasta la saciedad que desea combatir la inflación. Que para ello ha tomado las medidas técnicas que lograrán evitar un alza mayor en los precios. Así, el Poder Ejecutivo envió el proyecto de ley de protección al consumidor, el cual, por medio de la fijación de precios máximos pretende controlar la inflación. El error de estos señores radica en el no reconocimiento de que el alza de los precios es el resultado de la inflación; es un reflejo de comportamiento de la oferta y de la demanda. Por ello, en tanto que se controlen los precios y no las presiones de la demanda, nada se va a lograr, excepto escaseces, mercados negros, colas y corruptela de toda índole. Controlar los precios es como controlar la calentura, sin darse cuenta que ella es causada por alguna infección en nuestro cuerpo. En tanto no se cure la infección, no cederá la calentura. Así, en tanto no se controle el exceso de demanda en la economía, los precios no van a bajar.

Veamos si el gobierno está atacando la infección; es decir, si está tomando medidas que van a reducir las presiones de demanda en el país. Según la información proporcionada por el Ministerio de Planificación, en el presupuesto de 1975 se da un aumento de ¢800 millones de colones; o sea, de un 33.6 por ciento sobre el presupuesto enviado el año anterior. Si bien es cierto que el gasto público final es el que cuenta; es decir, incluyendo los presupuestos extraordinarios, el presupuesto actual es un mal precedente y un indicador de presiones inflacionarias adicionales en la economía nacional.

Lo conveniente en un país con inflación es disminuir el gasto público: de esta forma se reducen las presiones que la demanda ocasiona sobre los precios. Una de las funciones del gobierno es la de estabilizar los precios y parece que en Costa Rica el síntoma es hacer lo opuesto de lo que se debería hacerse. Los señores diputados son quienes en última instancia aprueban el presupuesto nacional; si desean traer algún alivio al sufrido consumidor, quien ya no sabe qué hacer con el exagerado crecimiento de los precios, tendrán que armarse de unas tijeras para recortar el presupuesto, que es lo que el interés nacional reclama.
En todo caso, esperamos que el gobierno asuma, por lo menos, parte de la responsabilidad del grave proceso inflacionario que continúa sufriendo el país, y que no nos venga a dar atolillo con el dedo, aduciendo que son impersonales “extranjeros” los culpables de nuestras malas políticas financieras, que afectan aún más los exiguos ingresos del pueblo.