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Elisa
13/03/2012, 08:09
CON SÓLO QUE DIGA “SOCIAL” ES BUENO

La Nación, 03 de setiembre de 1974.

Ya todos conocemos la popular frase “¡Libertad, libertad, cuántos crímenes no se cometen en tu nombre!” Ahora, en Costa Rica, la moda ha cambiado y así, aún el proyecto más absurdo que ustedes se pueden imaginar, recibe la bendición de los exégetas del intervencionismo con sólo agregarle la etiqueta de “social”.

La razón de por qué se acepta esta manera de operar es evidente. Tal como sucedió con la Santa Inquisición, en nombre de Cristo se martirizó a los humanos y esto permitió una aceptación casi general del populacho, que se extasiaba con los actos del Santo Oficio. Hoy, muchos, al oír el adjetivo “social” adscrito a un proyecto, sienten la imperiosa necesidad de darle su aprobación sin pensar en las implicaciones que éste tiene.

Lo anterior es justificable: ¿quién quiere exponerse a que le digan ricacho, enemigo del pueblo, esbirro del capitalismo y toda la serie de epítetos que se le enrostran a quienes se oponen a la demagogia populachera?

A veces es más fácil congraciarse con la masa o con los de arriba que viven a costas de la misma masa, por medio del expediente fácil de dar rienda suelta a la irresponsabilidad social y, al mismo tiempo, a la conveniencia personal.

Los estrategas de la “conciencia social” tienen su mecanismo de defensa. Cualquier ciudadano, quien piense distinto de la concepción particular que estos “líderes” tienen acerca de la sociedad, necesariamente debe estar motivado por algún interés económico particular, en tanto que ellos no, pues supuestamente defienden los derechos del pueblo. De esta manera, si alguien critica a alguno de los llamados “proyectos sociales”, éste no tiene razón en sus críticas porque el comentario viene de algún “rico”. Lo más divertido del caso es que, entonces, ser rico o no pobre es una condición excluyente de la capacidad de poder ejercer una opinión lógica o racional. Si así fuera el caso, Engels, el famoso compañero de Carlos Marx, o algunos de los líderes de la llamada izquierda, democrática o no, para no ir muy lejos, realmente tampoco tienen ni la autoridad moral ni la intelectual para poder opinar sobre algo “social”.
Lo que los intocables de lo “social” quieren evadir es enfrentarse con el hecho de que las ideas deben ser analizadas por su contenido, por el mensaje que éstas traen y por las implicaciones que tienen sobre el quehacer humano. ¿Desde cuándo, para que una idea sea buena, tiene que provenir necesariamente de alguien que tenga esa supuesta “conciencia social”?

En Costa Rica la moda de lo “social” hace su agosto; si uno señala filas estructurales en el Banco Popular, tal capacidad de diagnóstico queda anulada porque uno no es “social”; si algún ciudadano, basado en la solidez del conocimiento profesional se opone al Proyecto de Asignaciones Profesionales, dicha posición queda en entredicho porque el ciudadano no tiene ”conciencia social”; si algún individuo se atreve a opinar en contra de la Ley de Protección al Consumidor, que supuestamente lo defiende, al momento se descalifica su opinión porque se le acusa de defender algunos intereses oscuros opuestos al “interés social”.
El pueblo costarricense sabe que el mero hecho de llamar “social” a algún proyecto no lo va a convertir necesariamente en algo bueno. No debe permitirse que los cantos de sirena de algunos nos vayan a conducir a situaciones peores que la actual. El pueblo debe exigirles a sus dirigentes una explicación completa y concreta de los llamados proyectos “sociales”.

Déjenme darles un ejemplo de lo que menciono. Pregunte usted a los proponentes del Proyecto de Asignaciones Familiares si ¿su financiamiento, por medio de un impuesto a los salarios (que comienza con un 2 por ciento y termina en un 5 por ciento) y por un aumento del impuesto a las ventas, que se elevará a un 8 por ciento, no va a ocasionar desempleo y, al que no quiere caldo que le den dos tazas, si eso no va a causar inflación? Comprueben luego si la interpelación del ciudadano vigilante es contestada o no; si la respuesta es seria, basada en verdaderos argumentos o en estudios de conocedores de la materia o si, por el contrario, no hay en ella análisis, ni seriedad, y sólo unas frases sin contenido, que nos hablan de lo “social”, pero sin explicarnos realmente las razones del proyecto.