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Elisa
12/03/2012, 21:42
EFECTOS DEL PLAN DE ASISTENCIA FAMILIAR

La Nación, 11 de febrero de 1973.

Una vez más quisiera solicitar que se me brindara espacio en el periódico que usted dirige, con el fin de dar respuesta a los comentarios que hizo en La Nación del día 7 de febrero, el doctor Fernando Naranjo V., respecto al Plan de Asistencia Familiar propuesto por el Ministerio de Trabajo.

El doctor Naranjo señala que mi análisis previo, acerca del efecto negativo sobre el nivel de empleo debido a la forma en que se financia el Plan de Asistencia Familiar, adolece del defecto de ignorar consideraciones redistributivas, lo que alteraría las consecuencias que yo predijera, en caso de que dicho plan fuera implementado.

Si bien el doctor Naranjo es un buen seguidor de la escuela de Economía de la Universidad de Pennsylvania, la cual ha aportado análisis sumamente valiosos al pensamiento económico al incorporar los efectos de la distribución en el estudio de las políticas económicas, creo que, en este caso, dicha extensión a mi análisis no afecta las conclusiones básicas de mi trabajo inicial.

Se señala que “al trasladar recursos de una clase a otra, si las propensiones medias a consumir de ambas clases son diferentes, se afecta el volumen global de consumo. En un sistema como el propuesto es de esperar que la demanda por bienes de consumo aumente y, por consiguiente, que se afecte positivamente la demanda de mano de obra”. En síntesis, la reducción en la demanda de trabajo que se efectúa al crearse un impuesto a las nóminas, tendería a regresar a la situación original, debido a un efecto redistributivo, eliminando de esta manera la reducción inicial en el nivel de empleo.

El error del doctor Naranjo creo que estriba en suponer que las clases altas van a sufrir una reducción en los ingresos (y, por consiguiente, en el consumo), en tanto que yo señalé en mi primer artículo que lo contrario es lo que va a suceder. Aquellos quienes van a ver reducidos sus ingresos son los que quedan desocupados debido a la inflexibilidad de los salarios a la baja o aquellos grupos que posean ofertas de trabajo sumamente elásticas, que son generalmente los grupos de trabajadores no calificados. En síntesis, se da una transferencia de ingresos de aquellos quienes quedan desocupados hacia aquellos quienes reciben el subsidio familiar. Cabe, entonces, decir que el posible incremento en la demanda agregada debido al aumento de ingresos de las clases subsidiadas es compensado por la pérdida de los ingresos de los grupos desocupados y que no hay razón, por tanto, para esperar un incremento neto en la demanda de trabajo, tal como lo considera el doctor Naranjo. Por tanto, no estoy de acuerdo con sus ideas de que dicho plan de asistencia familiar irá a influenciar positivamente la demanda de trabajo.

Un aspecto sumamente interesante que plantea el doctor Naranjo en su artículo, es la necesidad de tomar en cuenta las posibilidades tecnológicas de sustitución entre capital y trabajo, la magnitud del aumento del costo del factor trabajo y la importancia relativa de este factor en el valor del producto en cuya producción participa. Estas son algunas de las bien conocidas condiciones Marshallianas de la demanda derivada de los factores de producción.

Yo tenía en mente cierto comportamiento normal de las elasticidades de sustitución entre trabajo y capital, Si mal no recuerdo, estudios de Arrow, Chenery, Solow, Minhas, Kravis, Kendrick y Sato muestran que sí existe cierta sustituibilidad entre dichos factores; además, generalmente, tal como lo menciona el Prof. Gary S. Becker, “las estimaciones de las elasticidades de sustitución casi siempre han mostrado ser más que cero, así eliminando las proporciones fijas o coeficiente fijos de insumo-producto.. Muy pocos han excedido 1.5 o menos de 0.5 y, para algunos economistas, es evidente una tendencia central a la unidad”. Por lo tanto, no creo estar tan errado en asumir cierta sustituibilidad entre dichos factores, por lo que creo que en este sentido el impuesto que se propone promoverá alguna sustitución de menos trabajo hacia más capital, utilizados en la producción.

Con respecto a los otros dos factores que menciona el doctor Naranjo, es claro que una tasa sumamente pequeña de impuesto sobre la nómina, muy posiblemente no ocasione un ahorro en el uso del factor trabajo, pero, si leo bien la ley propuesta por el Ministerio de Trabajo, ésta dice en su artículo 12 que dicha tasa pudiera ser de hasta de un 7 por ciento del total de los sueldos o salarios pagados por las empresas. Dicho monto puede ser sustancial y llegar a causar una alteración en los precios relativos de los factores.

En cuanto a la participación del factor trabajo en el valor agregado o valor del producto, es algo de lo cual no tengo información, pero tengo la sospecha de que esta participación sí es significativa.

En todo caso, mi colega menciona que “en un caso extremo… es muy probable que el encarecimiento del uso de la mano de obra no conduzca a una disminución considerable del volumen de empleo”. Estoy totalmente de acuerdo en que lo que menciona el doctor Naranjo es un caso extremo y que este servidor plantea uno que tiene mayor probabilidad de ocurrencia.

Lo valioso de los comentarios que hizo el doctor Naranjo a mi humilde artículo, creo que estriba en la concordancia en que el financiamiento propuesto por el Ministerio de Trabajo no es satisfactorio. Yo agregaría que más bien es peligroso y va en detrimento del bienestar del trabajador. Es urgente, y así lo compartimos el doctor Naranjo y quien esto escribe, que se realicen estudios serios y objetivos de las consecuencias de dicho plan, sin precipitarse a tomar decisiones para que después, como dice el adagio, no nos ”vaya a salir el tiro por la culata”.